Con mucha propiedad señala el querido amigo Ramón Chahede, que lo que referí en el artículo anterior acerca de Peña Gómez cuando en el 1975 se produjo la renuncia de los generales a Balaguer, solicitando que lo llevara a mi casa, no fue la única vez que se puso en manos de los socialcristianos. Por ejemplo: un año antes, el día en que se decretó la abstención electoral del Acuerdo de Santiago en 1974 cuyo candidato era don Antonio Guzmán, igualmente nos solicitó llevarlo a un lugar seguro.
Faltando muy poco para las elecciones del año 1974, en la oficina de Agripino Núñez Collado, donde actualmente está el recinto de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, se celebró un importante encuentro entre todos los dirigentes que conformábamos el Acuerdo de Santiago. El motivo era discutir los últimos acontecimientos ocurridos en el país, ya que muchísimos militares salieron a las calles de forma provocativa, incluso con banderas del Partido Reformista y Balaguer en la punta de sus fusiles. Se había creado un ambiente sumamente difícil y delicado.
En medio de las discusiones sobre la situación, se presentó una persona que le habló a Peña Gómez en secreto. Peña solicitó un tiempo para ir a una diligencia urgente. Nos pidió a Lucas Rojas y a mí llevarlo. A la salida del encuentro estaba Juan Bolívar Díaz en calidad de periodista, quien expresó algunos criterios sobre lo que ocurría e hizo algunas recomendaciones. Nos dirigimos a la casa de Caonabo Fernández, donde estaba residiendo Peña. Ahí conversó con tres personas a solas. Al salir se notaba muy preocupado. Solo expresó que había sido advertido. Volvimos a la reunión y poco tiempo después se decidió la abstención electoral.
Puede leer: Peña Gómez cuando los Generales le renunciaron a Balaguer
Terminada la reunión en la que estaban por supuesto Don Antonio Guzmán, Jacobo Majluta, Hatuey, Washington de Peña, Carmen Mazara, Rogelio Delgado, Leonte Bernard, Campillo Pérez, etc., nos solicitó nuevamente a Lucas y a mí, que lo sacáramos de ahí. Estando en el vehículo pidió que fuéramos a mi casa. Desde mi casa sugirió llamar a Yuyo Dalessandro, quien nos dijo que fuéramos a la casa de su hermano Armando. Ahí nos esperaba Clarita Rodríguez, esposa de Armando y hermana del desaparecido amigo Maximito. Peña fue puesto bajo protección de gente amiga.
En el trayecto desde el punto de reunión y mi casa, Peña narró una serie de informaciones que le habían dado en la residencia de Caonabo Fernández los tres militares con los que se había reunido por corto tiempo. Igualmente nos indicó, que si algo le ocurriera diéramos a conocer cosas para el eran de suma importancia. Además nos confesó que aun teniendo algunas ideas encontradas y éramos de partidos diferentes tenía plena confianza en los socialcristianos.
Es más, con los ojos aguados dijo que él sabía que Yuyo estaba más cerca de Balaguer que de él y Guzmán, sin embargo confiaba en su discrecionalidad y sabía que con los socialcristianos su vida estaría garantizada.
Muchos conocieron a Peña Gómez más que yo. Un gran dirigente y líder, pero en intimidad tenía un trato que en ocasiones lucía un muchacho grande.