Hoy 
NACIONES UNIDAS (EFE).- El endeudamiento que tienen muchos países y que socavan los esfuerzos de desarrollo, fue ayer uno de los temas destacados por los presidentes latinoamericanos en la 59 Asamblea General de la ONU.
En el caso de Panamá, la preocupación se tradujo en una propuesta que formuló el presidente Martín Torrijos, de que los programas de crédito de las instituciones financieras internacionales incluyan una cláusula de alivio de los intereses que se paguen en el futuro, si se cumplen las metas pactadas de reducción de la pobreza.
Torrijos, quien con su visita a Nueva York efectúa su primer viaje oficial al extranjero desde que asumió la Presidencia panameña en agosto pasado, indicó que ésta sería una manera de compensar los esfuerzos que realicen los gobiernos que necesitan aliviar la deuda y al mismo tiempo cumplir sus obligaciones financieras.
El presidente de Nicaragua, Enrique Bolaños, también abordó el problema de la deuda para reconocer la importancia de las iniciativas de ayuda que han presentado ante la ONU países como España.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, propuso canjear deuda externa por iniciativas de desarrollo social.
Hoy también subió a la tribuna el presidente de Paraguay, Nicanor Duarte, quien estimó necesaria una nueva política realista para el pago de la deuda con condiciones razonables, que no impida un desarrollo sostenido y equitativo de los países ni les suma en la miseria.
El jefe del Estado de Bolivia, Carlos Mesa, recordó que Bolivia es uno de los países que por su elevada deuda y sus ingresos se beneficia de la HIPC (iniciativa de alivio de deuda para los países pobres altamente endeudados), lo que «en teoría daba ventajas» para el servicio de su deuda.
Sin embargo, la iniciativa ha limitado el acceso a créditos para llevar adelante proyectos de infraestructura que interesan no solo al país sino a toda la región.
En su opinión, hay que empezar a trabajar en «la interpretación» que se da a este tipo de iniciativas, porque sería «una paradoja» que lo que en principio era «una ventaja, se convierta en un dogal».
En la tribuna han sido frecuentes los llamamientos a la reflexión lanzados al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional para que formulen políticas de reformas económicas y sociales para los países pobres conformes a la características de cada país.
Un argumento común defendido por los países latinoamericanos fue la necesidad de que la globalización se convierta en un fenómeno que de oportunidades a todos y no «un sinónimo de marginación, exclusión o conquista, y de sometimiento de mercados y empleos baratos», según palabras de Duarte.
La mayoría han recordado los vínculos entre los problemas de pobreza y exclusión que afrontan los países y la paz y seguridad internacional.
Entre ellos, figuraba el presidente de Perú, Alejandro Toledo quien invitó a la comunidad internacional a comprender que la paz y la seguridad tiene que ver con otros aspectos que no son políticos, militares o estratégicos.
Para algunos presidentes, las negociaciones que sus países desarrollan en diferentes frentes para reforzar las relaciones comerciales abren una ventana de esperanza para mejorar la situación y afrontar los grandes desafíos sociales que tienen por delante.
Así lo apuntó, por ejemplo, el presidente de Guatemala, Oscar Berger, quien hoy se estrenaba en esta Asamblea, tras tomar posesión del cargo en enero pasado.
Berger señaló que Guatemala está inmersa en un amplio proceso de colaboración comercial, que le ha llevado a firmar acuerdos de unión aduanera con El Salvador, Honduras y Nicaragua, a lo que se unen el acuerdo de libre comercio que Centroamérica ha suscrito con Estados Unidos.
Varios mandatarios, como el presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca, recordaron la necesidad de disponer de un sistema de comercio multilateral, abierto y equitativo, que complemente la cooperación internacional al desarrollo.EFE
