Al Dr. Ney B. Arias Lora, in memoriam

<p>Al Dr. Ney B. Arias Lora, in memoriam</p>

JOSÉ A. SILIÉ RUIZ, FRSH
La medicina dominicana está de duelo. La sociedad que agrupa a los neurocientistas del país está de luto, pues ha fallecido un pionero, un maestro, un ejemplo de entrega en el ejercicio médico en nuestro terruño y quien no solo salvó muchas vidas, sino que formó la escuela de neurocirugía dominicana. Plasmar en el papel la historia de un hombre o de sus acciones, no tiene como fin primordial la erudición que muchas veces se acerca a la petulancia; no se trata de retener en la memoria nombres y fechas con el objeto de repetirlos con la palabra o la pluma, conquistando la candidez de un auditorio o de un lector. El valor de la historia no está en un nombre o una fecha, sino en saber a costa de cuántos esfuerzos, de trabajo, y sinsabores, llegó éste hombre superior a conquistar el derecho de ser recordado siempre. Leer su historia es recibir enseñanzas, consejos, ejemplos saludables, que la más de las veces, sirven de estímulo a nuestra labor, animándonos a imitarlo y a proseguir su buen ejemplo sin desmayar ante la incomprensión ni la injusticia.

Siendo aún un mozalbete, conocimos al Dr. Ney B. Arias Lora, en razón de que en la ocasión cortejaba a su hoy viuda Dona Elizabeth, hay un nexo familiar con la familia Scheker Vallejo por nuestra línea materna. Recuerdo aquel tiempo juvenil de Gazcue, aquel médico prestigioso, un señor muy formal, que sonreía más de lo que hablaba, siempre impecable con su chaqueta inglesa “Bleu Navy”, y sus lentes de concha, que se desmontaba de un Jaguar. Luego me tocó ser su alumno y más tarde un buen amigo, fue de los que nos motivó a estudiar en Inglaterra.

En las honras fúnebres realizadas en la más alta casa de estudios, el rector Roberto Reyna, señaló: “que el fenecido catedrático constituyó un ejemplo de armonía y conciliación porque siempre respetó las opiniones políticas de los demás y fue un ejemplo ético en el servicio público. Asimismo pidió a sus familiares que se sintieran con la satisfacción del reconocimiento máximo de la sociedad toda y de la UASD, ante un cuidando que cumplió plenamente con sus obligaciones sociales, personales, profesionales y políticas”. En la UASD llegó a ser Profesor Meritísimo en el año 2003, laborando en ella desde el 1966 al 1998.

El Dr. Arias Lora, nació en San Pedro de Macorís, el 30 de diciembre del 1928, era parco de palabras, pero grande en la acción y en las obras realizadas. Se recibe de médico en la Universidad de Santo Domingo en el 1950, realizó postgrado de cirugía y neurocirugía en el Bellevue Medical Center de Nueva York y en el Lahey Medical Center de Boston; pero es en Oxford donde completa su carrera de neurocirujano, de lo que siempre se sintió mas que orgulloso. El maestro de la neurocirugía dominicana, tiene para nosotros la estatura de otros grandes de la neurocirugía, de un Balado, de un Asenjo y porqué no de un Cushing o un Lasargil.

En Inglaterra ser egresado de Oxford o de Cambridge, es lo máximun para cualquier profesional inglés. La neurocirugía dominicana, tuvo en el Dr. Arias, el antes y el después, El antes de él tiene buenos ejemplos, en los años cuarenta temprano el tirano Trujillo, trajo al país a el Dr. Jonathan William, neurocirujano norteamericano, para evaluar la escoliosis de su hija Angelita, e hizo cirugías neurológicas en la capital. Operó por igual el Dr. W. Freedman, quien realizo lobectomías transorbitarias, que para la fecha eran realizadas por los cirujanos generales y ortopedas.

De una de las cuatro obras publicadas por el Dr. Arias, “Apuntes hacia una historia de la neurocirugía en la República Dominicana,” extraigo y cito la información de los antecedentes de la cirugía neurológica en el país: “durante la década de los 40 el eminente cirujano general Dr. Francisco Moscoso Puello, quien fuera el director del hospital Padre Billini, efectuó la primera Laminectomía, para drenar un absceso tuberculoso; al igual que los Dres. Francisco Hernández Álvarez, el maestro Féliz Goico y el Dr. Carlos Mejía Feliú, realizaron en su momento cirugías relacionadas.

Con nuestra llegada al país a mediados del 1959 y con el historial quirúrgico ya descrito, se inicia el ejercicio formal de la cirugía neurológica en la República Dominica. Para esa época el Dr. Mario Tolentino había regresado de París un par de años anteriores y trataba de implementar la Neurología como una especialidad. La primera cirugía intracraneal, la realizamos en el hoy Hospital Robert Read Cabral, en la niña Esther N. Feliz, de 7 años de edad a quien le extrajimos un papiloma del plexo coroide del 4o ventrículo. Pero fue en el Hospital Salvador B. Gautier donde nos desarrollamos”. El Dr. Ney Arias durante muchos años fue el único neurocirujano del país, imaginémonos la labor, el trabajo, la dedicación a tantos y tantos pacientes.

Su actividad política esta ahí, la hizo siempre con gran respeto a los demás, fue Secretario de Salud en dos ocasiones, Embajador en Japón, Director del IDSS. Pero de algo doy fe, y es de que se tomó empeño en su gestión como Secretario de Salud, en que todos los neurólogos y neurocirujanos del país, ocuparan una plaza en los hospitales públicos, logrando que la mayoría de los hospitales del Estado, tuvieran un adecuado servicio de la especialidad. En ocasión de nuestra presidencia en la sociedad que agrupa a neurólogos y neurocirujanos, de la que el Dr. Arias estuvo entre sus fundadores, nos cedió un local para los neurocientistas; pero luego por razones puramente políticas y revanchismos baratos, no se concretizó. En lo personal las veces que acudí a solicitar los servicios del Departamento que el dirigía, para un paciente del hospital o de escasos recursos, tanto él como sus herederos en la carrera, Sonia Fermín, Fernando Sánchez, Nelson López, Alfredo Fernández y otros mas, nunca hubo un minuto de duda o de descortesía, todos muy atentos y solícitos, lo que agradecemos.

Somos de la creencia que corresponde a la Sociedad de Neurología y Neurocirugía, en conjunción con el Consejo de Gobierno de la UASD, iniciar de inmediato las gestiones frente al buen amigo el Síndico Roberto Salcedo, para que una calle cerca del Hospital Gautier (su casa de años) o en Los Ríos donde vivió, lleve el nombre de éste insigne ciudadano que todo lo que hizo fue servir a su país con devoción y alta entrega, con rectitud y en lo que muchos admiraron en el , con la elegancia sobria de un “ Lord ingles”. Paz a sus restos.

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