Al echarse la paloma

Al echarse la paloma

De regreso a mi querida media isla después de disfrutar de una breve y deliciosa estancia en la ciudad de Albany, donde fuimos para acompañar a nuestra hija Ancell a la entrega de su premio a la excelencia internacional otorgado por la Asociación de Alumnos de dicha Alma Máter, como egresada en Educación (PHD) de la Universidad de Albany, luego de un riguroso examen del desenvolvimiento profesional, académico y social de los egresados reconocidos, quise ponerme al día y enterarme de lo acontecido en ese lapso, de los sinsabores y aciertos relativos de nuestra atípica campaña electoral, comparada, al menos con lo que percibimos y comprobamos mientras permanecimos en la capital del Estado de New York, donde en ninguna vía publica, en carros, calles, avenidas y carreteras, en árboles, parques y postes eléctricos, en escaparates de tiendas, edificios y viviendas, se vislumbraba una sola señal, símbolo, o mensaje como diría don Pedro Mir en el Lapicida de los Ojos Morados” (por pura casualidad) que no fuera apenas un esparcido anuncio tamaño 12 x 36 pulgadas de Hilary (“Hilaryclinton.com” con una flecha dividiendo la H) y menos frecuente otros de Bernie Sanders; ninguno de Trump, a no ser que acaparara los medios sonoros, por no haber bocinas vocingleras en parte alguna y la televisión apenas la encendí para ver partidos de béisbol.
Para economizar tiempo y estar mejor edificado, opté por leer de cabo a rabo a mis colegas columnistas del periodico Hoy que analizan y dan sus pareceres sobre este importante tema, y otros periódicos. Puse atención a lo dicho por los noticieros y, naturalmente tomé partido, disintiendo de otros pareceres que pretenden ser “objetivo” pero no imparcial. “Todo depende del color del cristal con que se mire”. Y qué bueno es el papel que lo aguanta todo.
Me entero que al echarse la paloma (No Francina, que parece estar bien acomodada) el Gavilán, demuestra cómo se hace buen uso de los recursos colocando una página de portada en periódicos mostrando su rostro angelical, y un video le traiciona “Hay Razones para Confiar” cuando muestra cómo los párvulos usados en su campaña quedan alfabetizados con solo una esclavina en su cuello. Y leo admirado que “JCE prohíbe a partidos políticos que acaparen emisoras al final de la campaña”. Es decir, al echarse la paloma.
Así, quedo informado y convencido del futuro inmediato. Con un simple muestreo, tal hacen las célebres encuestas de opinión que vaticinan con mayor o menor precisión quién será el ganador, sin importar las incoherencias de los encuestados, su limitada capacidad de discernir, ni los mecanismos y recursos utilizados para persuadir al votante, “harina de otro costal”, que no deja de ser contaminante para apreciar la legitimidad y pureza del proceso. Pero al parecer eso poco importa. Lo que importa es votar. Que la gente deposite su voto en las urnas porque se estima que eso y solo eso constituye la esencia misma de la democracia. Por tanto se asume que no se debe desperdiciar el voto aunque las cosas que quisiera cambiar no cambien o empeoren.

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