Al encarar reforma fiscal empresarios piden
que no maten la manufactura al nacer

Al encarar reforma fiscal empresarios piden <BR>que no maten la manufactura al nacer

POR CLAUDIO CABRERA
Si la República Dominicana se arriesga en acudir a un acuerdo de libre comercio sin disponer de mecanismos de competitividad propiciados por una reforma fiscal integral, la economía corre el riesgo de ser estrangulada por competidores que disponen de condiciones y costos tan reducidos que constituyen verdaderos incentivos a su producción.

De acuerdo con las ideas vertidas por la presidenta del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), licenciada Elena Viyella, al comparar la posición de los productores dominicanos respecto a la de países centroamericanos y de otros de la región, prevalecen muchas diferencias en los costos de producción.

Por eso, República Dominicana, aún ante las presiones del momento, tendrá que asumir una reforma fiscal que la adentre a un proceso de integración, pero nunca siendo un país carente de competitividad.

La dirigente empresarial habló en tales términos, al momento de iniciar la primera reunión donde representantes y técnicos del sector privado y gubernamental abordaron el problema de acoger el Tratado de Libre Comercio (TLC) en la recta final, pero sobre la base de un compromiso para asumir la nueva reforma fiscal.

En la reunión, que probablemente inicia la última ronda de profundos debates para decidir el inmediato «ser o no ser» de la producción e industria criollas, estaban presentes todos los representantes de asociaciones y entidades que agrupan al sector productor de bienes y servicios del país.

También, los delegados técnicos del gobierno, a nivel del Secretariado Técnico de la Presidencia, de la Secretaría de Finanzas y de otros asesores económicos de la Presidencia.

«El país necesita una reforma fiscal integral. Tenemos una preciosa oportunidad para hacerlo de manera consensuada ante las presiones y las necesidades de eliminar la Comisión Cambiaria y de adecuarnos para que los sectores productivos puedan competir en un mundo más globalizado», expresó la presidenta del Conep, en medio de un ambiente cargado de mucho nerviosismo y expectación ante lo inesperado del viraje para colocar como agenda de debate el tema que apenas semanas atrás se pensaba postergado para varios meses.

La licenciada Viyella considera que «por lo menos, hay que colocar al productor nacional, aún acercándolo a la condición que tienen los respectivos productores de cada uno de esos países».

Debido a que la nación tiene problemas estructurales, es preciso situarla lo más igual posible a fin de que no vayamos a un acuerdo de libre comercio que nos puede dejar muy rezagados, en vez de mejorar nuestra postura económica y habiendo expuesto nuestro sector productivo en todos los órdenes.

Comisión Cambiaria, un escollo

Al referirse a la necesidad de los nuevos cambios, la presidenta de Conep sostiene que este instrumento constituye un impuesto «distorsionante» que están pagando todos los consumidores, incluyendo en la compra de sus alimentos y de sus medicinas, aquellos que tienen menos recursos.

Eso significa que, primero, la reforma fiscal debe eliminar de alguna forma la Comisión Cambiaria y producir una reducción en los precios de los productos de la canasta básica.

«El reto es cómo hacerlo», sostiene la líder empresarial del sector privado, puesto que hoy en día se está pagando.

Estima que en esencia hay que lograr convertir a los sectores productivos nacionales mucho más competitivos y en esencia hay que lograr una reducción de los productos de la canasta básica mediante la reforma fiscal integral básica que tome en cuenta esos principios.

Destacó que a pesar de la urgencia de los cambios que el país enfrenta, también hay que recordar que la nación está sumida en una situación muy restrictiva porque está imbuida en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y eso hace que definitivamente nuestro abanico de opciones para ser más competitivo, sea más limitado.

De aquí que, realmente, «los sectores todos estamos trabajando para ver de qué forma nos insertamos con éxito, preservamos empleos y a la vez creamos más empleos, en tanto también creamos las debidas condiciones para que haya mayor crecimiento que inclusive nos permita ir disminuyendo el efecto de la deuda pública externa e interna en nuestras cuentas fiscales».

Entre los factores que cita la presidenta del Conep como escollos que todavía se interponen para que los productores no sean competitivos, señaló el elevado costo de la energía y las deficiencias del servicio.

«El país -según la presidenta del Conep-, continúa hoy con un costo de la energía eléctrica alto e ineficiente», señala. Agrega que hay dificultades de acceso a financiamientos para pequeños y medianos productores y empresarios, en particular, pero de todas las empresas en general hacia el financiamiento de mediano y largo plazos.

De otro lado, citó la gran distorsión que prevalece en el país desde hace años y que afecta a productores y empresarios privados y lo es la prevalencia distorsionante de aranceles e impuestos a la importación y a la fabricación.

Sostiene que esta situación es bastante distorsionante, ya que no se puede gravar la actividad productiva «al inicio», porque se afecta con grandes impuestos a la importación a la fabricación en el país de productos que usan materiales traídos del exterior.

«No debemos gravar al inicio de la producción, pues debemos gravar aplicando impuestos a los beneficios de rentas de fuentes dominicanas».

Matando lo que nace

Sobre el tema de la reforma fiscal que se ha comenzado a discutir nuevamente, el ingeniero Ernesto Vilalta, presidente de la Asociación de Empresas Industriales de Herrera (AEIH), sostuvo que uno de los aspectos más preocupantes para los productores nacionales lo constituye el hecho de que el Estado está gravando el proceso productivo en el origen, contrario a las modernas prácticas arancelarias e impositivas.

«Desde que tú le pones impuestos al inicio del proceso de producción, lo que está es encareciéndolo», tal como lo hace, entre otros impuestos, la Comisión Cambiaria. Asegura el ingeniero Vilalta que de todos los instrumentos impositivos actuales que gravan la producción, la Comisión Cambiaria es la peor, porque al menos los aranceles discriminan cuando una materia prima tiene más o menos valor agregado.

El presidente de los industriales de Herrera aspira a que por lo menos «nos den las mismas condiciones de que disponen los de Centroamérica para pelear en igualdad de condiciones».

Plantea que se aspira igualmente a aranceles consonantes con la realidad de los países que pasarán a integrarse, donde se pagan aranceles del orden del cero por ciento para las materias primas que pagan el 3% y el Recargo Cambiario de cero por ciento.

Además, citó las grandes diferencias con Centroamérica en que disponen de precios de la energía mucho más baratos que los dominicanos, en tanto que en los intereses, el problema no son las tasas, sino el acceso al crédito.

«Ahora mismo nos dan una tasa de un doce por ciento, pero no nos permiten acceder, y entonces: ¿De qué nos sirve?», cuestiona el ingeniero Vilalta.

Cambios

«geoeconómicos»

A contrapelo de que algunos funcionarios y representantes del sector privado a menudo pierden de vista la actual dinámica del ambiente geopolítico mundial, en un mundo en que cada vez más pasan a competir por inmensos mercados de bienes y servicios grandes naciones del globo, la realidad se ha ido volcando más y más sobre una realidad que obliga cada vez más a la internacionalización económica.

Esto implica mayores esfuerzos para mantener bien seguras áreas de influencias económicas bajo el regazo de los países ejes en la división mundial del trabajo, como es el caso de los Estados Unidos, cuya hegemonía económica está al filo de decisiones trascendentes que podrían minar su postura global, si no cuentan con la labor del «retacero» que hacen las economías pequeñas como la de República Dominicana y de toda América Latina.

Tales cambios «geoeconómicos» ponen ahora sobre el tapete los impulsos geopolíticos de las grandes naciones que como los Estados Unidos están decididas a no dormirse en la carrera por efectuar los ingentes cambios tecnológicos y productivos que son propiciados en el mundo actual.

Según avizoran desde ya los analistas de la teleología económica de las grandes naciones, el proceso de globalización no tardará a partir de este momento más de un lustro sin que sea una realidad ineludible.

Para países como el nuestro, de economías en vías de desarrollo, con graves desfases tecnológicos y mayores deficiencias en la conformación de un personal con capacidad sico-motora y habilidades insuficientemente desarrolladas para asimilar los violentos cambios técnicos que se avecinan, estas transformaciones económicamente revolucionarias, constituyen un verdadero reto, ya que desde el punto de vista social, en lo inmediato se prevén abismales diferencias de inserción de grupos sociales con poca capacidad para adentrarse a la nueva situación.

Con una economía arrastrando una crisis desde hace casi cuatro años y sin perspectivas de superar los daños más recientes en los niveles apetecidos por los sectores dirigentes a nivel del aparato estatal, donde se ha previsto la necesidad de un crecimiento sostenido sobre un dígito en la producción nacional, las perspectivas de corto plazo no son nada halagüeñas.

No obstante, no se dejan de ponderar los buenos efectos que la conciencia y el dominio que el nuevo grupo dirigencial inspira sobre los destinos del país, traduciéndose en una mejoría y estabilidad macroeconómica evidente y sustancial al compararse con los restos de una crisis muy reciente.

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