¡Ay las “fashion bloggers”! Ayer, chicas simples y anónimas, y hoy el referente social y estilístico en el circuito de la moda.
Lo que empezó hace unos años como un hecho aislado es hoy un fenómeno expansivo. Valiéndose de su imagen y del alcance de las redes sociales, con el acto ingenuo y estilísticamente solidario de compartir sus “outfits” y estilo personal en plataformas como Instagram, Youtube, Facebook y bitácoras personales, las “fashion bloggers” son actualmente verdaderas influenciadoras.
Han definido un nuevo lenguaje visual a través de sus imágenes: una premeditada simplicidad en sus poses de las fotos, escenas casuales, “looks” atrevidos y situaciones rebosantes de optimismo reconstruyen la imagen de perfección que antes lideraban las supermodelos.
Traducción: sin subirse necesariamente a la pasarela son ellas las nuevas modelos de conducta, consumo y sinónimo de éxito alrededor del mundo. ¿Lo más curioso? Aunque se les denominen “fashion bloggers” el concepto no es necesariamente estricto: muchas de ellas ni siquiera tienen un blog o son expertas en asesoría de imagen, solo se visten según sus propios dictámenes y postean fotos. Y sus detractores dirían: “que saben de todo, pero no saben de nada”, pero es innegable la simpatía que generan y la gran legión de seguidores que tienen en sus cuentas en redes sociales.
Y esas mismas fans digitales son también fervientes imitadoras. La pregunta es: ¿por qué las adolescentes quieren ser como las “fashion bloggers”? Un estudio del “Fashion and Beauty Monitor” señala que el negocio de estas “influencers” es cada vez
más rentable.