Al filo de la navaja

Al filo de la navaja

El poder político y económico del Presidente de la República, en cualquier país del mundo semejante al nuestro, donde tradicionalmente ha primado el autoritarismo y el patrimonialismo de un “Jefe Único”, “Benefactor de la Patria” o “Padre de la Democracia” o cualquier otro título asignado al predestinado o mesías que ocupa la “La silla del Águila” y puede proclamar a plenitud: “El Pueblo soy Yo” ante las carencias de un sistema de gobierno auténticamente democrático y de un pueblo educado para vivir en democracia, sin las degradantes desigualdades sociales, políticas y económicas que marginan su soberanía, siendo la Constitución “un pedazo de papel” no la “norma suprema y fundamento del ordenamiento jurídico del Estado” que determina las atribuciones, facultades y limitaciones de los poderes públicos y la total independencia de los tres poderes en el ejercicio de sus respectivas funciones al servicio de progreso de la nación y el bienestar general del pueblo dominicano.
Tales carencias han de tener como resultado previsible el caos institucional que padecemos y nos coloca en los más bajos niveles de las encuestas sobre gobernabilidad, consecuencia del aparatoso clientelismo y desorden administrativo que descuida los servicios vitales puestos a su cargo, la irrupción de escandalosos actos de corrupción, soborno, cohecho, dispendio, sobrevaluaciones que enflaquecen las arcas del Estado ante la indiferencia, complicidad o ineficacia que garantiza la impunidad de estos señorones de “fina estampa”, a lo que se suma la creciente ola delincuencial, la inseguridad ciudadana, el fraude provisto como la cosa más natural, al igual que los hechos vandálicos y criminales de bandas mafiosas organizadas y conocidas de narcotraficantes multimillonarios que manejan negocios ilícitos, lavan dinero, asesinan a la luz del sol, y exhiben impúdicamente su bienestar a costa de la economía, el prestigio y encanto de nuestra nación produciendo un malestar social y político de difícil recuperación, cuando vemos con espanto menores de edad, de ambos sexos, que colectivamente se drogan en un motel matando su inocencia, hija de una sociedad en descomposición por carencia de valores éticos y morales atrapada por desmedidas apetencias de poder y riqueza de un capitalismo deshumanizante, merecedora de un mejor destino.
Es una ilusión, un tanto ingenua pensar que con tantos factores adversos que afectan al PLD y la integridad de los principales líderes como la falta de carisma de pre candidatos improvisados del gobierno “danilista”, ante la Inhibición del presidente Medina, la mayoría de ellos sin arrastre popular, marcados con el sello indeleble de la corrupción, es ingenuo que ese partido participe dividido a un certamen electoral vital para su supervivencia, que es lo que en definitiva les importa por igual. Con lo mucho que arriesgan de mantenerse el antagonismo absurdo que ha dominado el escenario político y puesto en vilo a la nación, el PLD se unirá. Y se unirá en torno de la única figura, no sin tacha, que suma votos suficientes en las urnas: el expresidente Leonel Fernández. Cuando la guillotina asoma, nadie quiere exponer la cabeza.

Más leídas