Al fin admiten crisis energética

Al fin admiten crisis energética

Por Jude Webber
En Buenos Aires

Al fin, Argentina admitió que el sector de la energía -el talón de Aquiles de su política económica- está en problemas. Por primera vez, el presidente Néstor Kirchner empleó la palabra “crisis” para describir la severa escasez que ha obligado al gobierno a racionar el gas a las fábricas para garantizar energía suficiente para calentar los hogares.

El bajo régimen de lluvias causó problemas a las presas con hidroeléctricas. Los industriales, que ya han ejecutado despidos temporales, han empezado a advertir que tendrán que empezar a reducir empleos en breve.

Las tarifas ultra-baratas de la energía en Argentina han alimentado una demanda desmedida, y ayudaron al rebote de la economía de la ruina en 2002, a cuatro años de un crecimiento espectacular de más del 8%.

“Hemos tenido que recortar [los suministros de gas] donde duele menos”, reconoció Alberto Fernández, jefe de gabinete, el mes pasado, en una referencia al deseo del gobierno de evitar afectar los suministros domésticos cuatro años antes de las elecciones presidenciales.

Kirchner dice que el sensacional crecimiento del país ha creado cuellos de botella. Sin embargo, culpó en gran medida a las compañías de energía por no invertir suficiente para impulsar la producción de gas, y a las compañías de transporte por no distribuir energía suficiente.

La contracción se siente ahora en el centro del “boom” económico -Kirchner ha llamado a los fabricantes de autos una “espina dorsal” del crecimiento, y la industria está liderando el incremento en la producción manufacturera. Sin embargo, las fábricas de componentes se han visto golpeadas fuertemente por el racionamiento del gas. El gobierno, que ahora está obligando a las factorías a desplazarse al diesel o fuel oil más caros, en lugar del gas, ha dado pasos para ampliar la capacidad. No obstante, el problema se produce cuando la demanda de calefacción o aire acondicionado se dispara.

Los problemas de la energía se han multiplicado desde que una ola sumamente fría en mayo obligó a Argentina a detener sus exportaciones de gas a Chile. Cuando las temperaturas volvieron a aer unas semanas más tarde y regresaron las restricciones de gas, los airados taxistas paralizaron el centro de Buenos Aires, en protesta por la retirada súbita de su combustible, que es un tercio más barato que la gasolina.

Ahora, el gobierno ha designado al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, su anterior policía de precios, para que extraiga más gas del sistema.

Según un informe de la semana pasada, él incluso amenazó a las compañías de energía con ocupar sus campos durante 180 días, si no lograban suministra gas suficiente, algo que generó paralelos con el comportamiento intervencionista de Venezuela y Bolivia. También el gobierno multó a Shell este lunes por lo que dice son suministros insuficientes de diesel.

No obstante, los analistas dicen que en lugar de ponerse a rogar porque llueva para garantizar que las hidroeléctricas puedan seguir trabajando, el gobierno debería subir las tarifas.

“Usted no puede negar que el gobierno siempre ha tenido una solución para cada uno de los problemas”, dijo Dante Sica, un ex secretario de Industrias.

 “Pero son solo soluciones parciales, no una reorganización del sector. Ahora se está viendo obligado a buscar una solución integral, que incluirá el problema de las tarifas”, añadió.

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