Al fotógrafo  Pablo Morel, in memóriam

Al fotógrafo  Pablo Morel, in memóriam

La carretera ha segado la vida de un gran ser humano: Pablo Morel ya no está entre nosotros. Magnífico padre, esposo y familiar, compartimos el dolor de su querida Françoise, de sus hijos Béatrice y Rainer, de sus parientes.

Profesional escrupuloso y entregado, él dio un ejemplo permanente de competencia, de dedicación y de rigor. Como amigo y miembro de la sociedad civil, él ha legado su sensibilidad y su altruismo, su firmeza y su discreción, su apego a lo decente y lo justo.

Arquitecto en la práctica diaria, Pablo era un artista que se distinguió también por la excelencia de su fotografía. Queremos reproducir parte de un texto escrito con motivo de su exposición del 2006 en la Alianza Francesa –de la cual por cierto él era miembro del Comité. 

Pablo Morel y la religiosidad.  “La fotografía contemporánea en Santo Domingo evoluciona en plena libertad: imagen analógica o digital, programas computarizados manipulación de la escena o del objeto a retratar, multiplicación de efectos especiales. En fin, se manifiesta la creatividad que encontramos en los demás lenguajes artísticos, ya no se trata de la confrontación entre adeptos del color o guardianes del blanco y negro. Si Pablo Morel, también intelectual y arquitecto, acepta todas las opciones, en su propio léxico él prefiere mantener la exploración de un escenario, y particularmente de un paisaje humano, que busca o descubre, y luego enriquece con su maestría en el oficio.

Así sucede en su serie de la religiosidad popular dominicana, en su diálogo espiritual entre catolicismo y vudú, en la compenetración con los ritos y el ambiente místico.

 No obstante, de ambos modos de celebración, él saca el común denominador de la fe, del fervor, de la intensidad del momento. Procediendo en los recintos sagrados y también en la calle, Pablo no opone a creyentes y creencias. En fotografías, frutos de un trabajo de varios años, él compara, muestra, aproxima.

Si elegimos algún componente y tiempo particularmente fuerte  en la riqueza expresiva del artista, nos concentraremos en la luz, a menudo elemento constructivo de la imagen, aparte de conferirle una espiritualidad particular. Le gusta, a Pablo Morel, captar rostros en la noche o el “crepúsculo” de un templo, y sobre todo organizar su campo fotográfico en base a la llama del velón o de la candela. La atmósfera vudú es prioritariamente oscuridad; la  católica, preeminentemente contraluz y claroscuro. De ahí se determina la elección del blanco y negro para la primera, del color para la segunda.

Aunque sería absurdo retornar al pictorialismo, y lejos de nosotros está emprender ese camino comparativo, cuando disfrutamos los ámbitos sacros, nocturnales y amarillentos, de Pablo Morel, evocamos la iluminación de los cuadros de Georges de La Tour, maravilloso pintor francés del siglo XVII.

 Por pura coincidencia, y probablemente inspirado por el claroscuro eclesial, el fotógrafo dominicano obtiene los mismos efectos de contemplación, recogimiento y paz interior. Pablo Morel no recurre a la anécdota ni a la descripción. Su documento se fundamenta en los valores de la estética, la emoción y la sociedad, según dos comunidades de creyentes, tratadas con igual afecto, deferencia y consideración”.

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Algo más de Pablo  del Morel

Arquitecto con amplia experiencia académica en el campo de la teoría y el urbanismo, su interés por la fotografía se inició a partir de su ejercicio profesional, integrándose al colectivo Fotogrupo y participando en múltiples exposiciones y talleres. Su obra ha sido difundida en publicaciones de arte  nacionales e internacionales, y su atracción por el tema mágico-religioso surgió a partir de trabajos interdisciplinarios con sociólogos y antropólogos.

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