Al mal tiempo… buena cara

Al mal tiempo… buena cara

Los buenos propósitos pueden mejorar su vida. Basta que se disponga a lograrlo sin importar el día o época del año. Pero sin duda, entre el final y el comienzo de un nuevo año, es casi inevitable plantearse planes, promesas y buenos propósitos.

Unos con la intención de corregir actitudes negativas; otros con el objetivo de responder de una forma positiva a las adversidades, emprender proyectos, asumir retos…

El problema está en convertir esas buenas intenciones en realidad. Y para ello, nada más importante que replantear nuestras metas desde una perspectiva posible.

Ciertamente, ¡soñar no cuesta nada! Pero entre sueño y sueño es esencial dar pasos, por pequeños que sean, bien concretos y siempre hacia arriba, siempre un peldaño más. Y si en algún momento es necesario detenerse, que esa pausa sea para repasar lo transitado, medir cuánto se ha avanzado y cómo ha sido posible.

Con la llegada de otro año aparecen nuevos desafíos, nuevas oportunidades, bríos y ánimos renovados. Es importante trazarse metas individuales para que en suma se conviertan en realidades colectivas y que al final se traduzcan en beneficios positivos para el país.

Las situaciones difíciles que envolvieron el 2003 y que sacudieron todos los estamentos del Estado, por ningún motivo, pese a ser una realidad, deben de seguir estremeciéndonos.

Cada persona debe de poner un granito de arena y contribuir, sin esperar nada de nadie, en la búsqueda de un mundo mejor. Y la mejor forma es ante el mal tiempo poner buena cara.

Para ello se recomienda no dejar que el modernismo se “trague” las tradiciones. Éstas que por años le han dado razón de ser a los pueblos. Es vital contribuir para que las tradiciones se mantengan vivas y, por ende, las personas, en cierto modo, continúen siendo auténticas.

[b]Tradiciones de fin de año[/b]

Durante el fin de año, algunas personas con el propósito de traer buena suerte para ellas y los suyos, así como convertir en realidades metas aún inconclusas realizan una serie de rituales.

Una de las costumbres más populares para los dominicanos consiste en lavar la casa. Por lo general, se acostumbra sacar las cosas viejas y lavar con esmero la casa y los pisos. Botar las escobas viejas, además se aprovecha para limpiar los armarios y guardarropas, deshacerse de las ropas viejas y sí se puede, sustituirlas por nuevas. Pintar la casa para el nuevo año también se dice que trae buena suerte.

Haciendo acopio de la religiosidad católica algunas personas queman incienso para purificar el espíritu. Mientras otras, toman baños de hojas para purificar el cuerpo.

El 31 de diciembre del año viejo los dominicanos tienen por tradición elaborar una rica cena que comparten con familiares, amigos y allegados.

El año que entra es recibido con un gran alboroto. Los sonidos de los montantes, patas de gallina, tumba gobierno, mito y basuca se convierten en el “opening” para la llegada del nuevo año. Esto acompañado de las insistentes 12 campanadas de los templos y la chillona sirena de los carros.

Justamente con la explosión del cañonazo (que cada vez menos gente escucha) las personas se confunden en abrazos y felicitaciones.

Posteriormente, los más viejos de la casa, encienden mirra e incienso (para que todo lo malo se vaya), lanzan agua de arroz por la ventana (para lavar todo lo negativo del año) y perfuman las habitaciones (para hacer florecer todo lo que hay en la casa).

Tiempo atrás también era tradición que el 1 de enero, o “Año Nuevo”, las mujeres lucieran un traje nuevo y amarillo y los hombres camisas blancas. Estos colores, según la leyenda, llenan el nuevo año de alegría, gracia y esperanza.

[b]Otras creencias[/b]

Otras tradiciones que aún algunas personas toman en cuenta la noche del 31 de diciembre:

Comer las doce uvas. La tradición cuenta que comerse doce uvas a medida que suenan las campanadas de medianoche es una manera de empezar con buena suerte el año nuevo.

También se saca una maleta a la puerta principal de la casa para que el año que viene traíga muchos viajes.

Se usa ropa interior amarilla para que atraíga prosperidad.

Algunas mujeres que no tienen pareja se ponen la noche del 31 de diciembre una ropa interior roja para encontrar un amor en el nuevo año.

Se encienden velas y cirios pascuales, los cuales simbolizan el nacimiento de la luz y la nueva vida con Cristo.

Se pone la ropa interior al revés para que no caígan las cosas malas.

Algunas personas se bañan en el mar entrando de espalda y saliendo derecho para que el año le entre con prosperidad y buena suerte.

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