Sri Lanka.— Los rescatistas trabajaban hoy entre las capas de barro y basura que se derrumbaron sobre viviendas cerca de un vertedero en Sri Lanka, matando a al menos 29 personas y sepultando posiblemente a docenas más.
Cientos de personas vivían en el vecindario de clase obrera al borde del basurero de Meetotamulla, una localidad en las afueras de Colombo, cuando una enorme montaña de desperdicios colapsó el viernes por la noche durante las celebraciones del Año Nuevo local, dañando al menos 150 casas.
Hasta el lunes por la mañana, las autoridades habían sacado 29 cuerpos de entre los restos, según el abogado Nuwan Bopage, que trabajó con residentes en protestas contra el vertedero. Los funcionarios desconocen el número de personas que podrían estar atrapadas, pero al menos 30 siguen desaparecidas, apuntó Bopage.
Los soldados manejaban retroexcavadoras y palas mientras los familiares de los desaparecidos señalaban el lugar donde se levantaban sus viviendas, en medio de cocoteros, árboles de mango y bananos. Las construcciones quedaron reducidas a pilas de concreto enterradas en una capa de lodo de hasta ocho metros (25 pies) de alto, mezcladas con bolsas de plástico, vidrios rotos y otras basuras. Bicicletas y carros de culí — los vehículos de tres ruedas empleados como taxis en la zona — estaban aplastados o tumbados.
El primer ministro del país, Ranil Wickremesinghe, prometió durante el fin de semana que las autoridades clausurarán el vertedero, a donde durante años llegó gran parte de la basura de Colombo mientras la capital se sometía a un exhaustivo proceso de renovación. A medida que los restos se acumulabas, comenzaron a amenazar a las pequeñas casas del entorno, lo que llevó a los residentes a realizar protestas frecuentes quejándose por los riesgos para la salud.
«Esta gente no eligió vivir junto a un vertedero. Pero ellos trajeron la basura e hicieron de este un lugar horrible», explicó Dilip Mirmal, de 34 años y que trabaja conduciendo un carro de culí, cuya vivienda quedó en pie. Las de alrededor se vinieron abajo matando a 23 de sus vecinos.
«Esto es un desastre creado por el gobierno», señaló. «Tengo una mezcla de sentimientos, de enojo, frustración y pena. Hemos intentado protestar y plantear estos problemas, pero nadie nos escuchó».
Otras 11 personas heridas en la tragedia seguían hospitalizadas.