A diario somos bombardeados por miles de informaciones a medias, medias verdades, mentiras, a través de los teléfonos móviles. Parece que todos esos mensajes son falsos, no me atrevo a decirlo, pero hay un gran porcentaje de opiniones que ocultan fines inconfesables.
Hay que ser muy selectivo y conocer al ciego de lejos y al cojo sentado, para sobrevivir a la maledicencia, a la recomendación malévola. Toda esa maraña de comunicaciones, se produce para inducir al error. Tenemos, pues, que ser muy selectivos para separar la paja del grano.
Tengo para mí que al país le interesa, más que saber quiénes van a ser los candidatos de los partidos mayoritarios, si ciertamente la Junta Central Electoral está en condiciones de garantizar unos comicios libres, democráticos, con igualdad de oportunidades, y, definitivamente limpios. Eso es más importante, pero nos tiran una corta y una larga, intentando desviar lo prioritario para conseguir ganancia de causa de manera artera.
Tengo para mí que al país le interesa que el año escolar no sea un dolor de cabeza para los padres que pagan libros cada día más caros y sufrir maestros repitiendo, de manera borreguna, el contenido de los textos, sin ningún análisis, sin ningún aporte que induzca los alumnos en la preocupación por la investigación científica.
Tengo para mí que al país le interesa más la reparación, mantenimiento y adecuación de los planteles escolares existentes, que la inauguración de dos o tres edificios destinados a escuelas que, aún, no tienen alumnos.
Tengo para mí que al país le debe interesar más la creación de empleos de calidad, que contemplar indolente los viajes de dominicanos que se aventuran en el cruce del canal de La Mona hacia Puerto Rico, en frágiles yolas.
Tengo para mí que al país le debe interesar, más que deportar dos o tres haitianos ilegales, la invasión pacífica, constante e indetenida, aunque no indetenible, de ciudadanos del país vecino que aprovechan la blandenguería de autoridades temerosas de actuar, que permiten el ingreso a la nación de nadie sabe cuántas haitianas preñadas para que alumbren aquí y luego dos o tres, afiebrados y trasnochados izquierdistas, aboguen porque se les conceda la nacionalidad automática a los recién nacidos y a sus padres.
Han quemado la Bandera Nacional, se han meado sobre otros lienzos destinados a ser honrados con nuestro respeto y nada, no hacemos nada.
Esperamos que Estados Unidos, Francia, Canadá y cualquier otro país poderoso nos digan qué hacer y si no lo hacemos nos condenan de una y otra manera.
Siempre me pregunto, si son tan humanos y sensibles, ¿Por qué no se llevan un millón de haitianos hacia los extensos territorios salvajes y vírgenes de esas naciones? ¡Ahhhh, es que el gas pela!