Al PLD y al gobierno

Al PLD y al gobierno

Frente al PLD triunfante en la primera vuelta electoral con el 57% de los votos válidos y al gobierno que asumirá el poder a partir del próximo 16 de agosto, me voy a permitir la osadía de formular algunos señalamientos, con la esperanza de que sean tomados como simples sugerencias, nunca como consejos. Un consejo supone cierta ascendencia, otorgada o asumida, por quién lo formula sobre la persona a la que se destina.

Implica la intencionalidad en quien lo expresa que se acepte como lo conveniente o adecuado. Una sugerencia, por el contrario, es, simplemente, la indicación de lo que se estima más apropiado que se interprete, decida o ejecute. No recurre a ninguna ascendencia para que lo sugerido sea positivamente acogido. Es un señalamiento con la pretensión de que se tenga en cuenta, para beneficio del propio destinatario y de quienes reciben las consecuencias de sus decisiones o ejecutorias. Con algunas de las autoridades que asumirán el poder, así como con algunos dirigentes del PLD, solo tengo relaciones profesionales y de amistad, por lo que no puedo, ni debo, pretender ninguna ascendencia. Por eso lo que formularé a continuación son simples sugerencias, no consejos.

La candidatura del PLD logró en las pasadas elecciones una impresionante victoria al obtener mucho más de la mayoría absoluta en la primera vuelta electoral.. Sin embargo, conviene hacer, al menos, dos precisiones y una recomendación.. La primera precisión es que la votación obtenida por el PLD, como partido individual, no llegó al 50%. Fue del 49%. Para llegar el 57% necesitó el aporte del 8% de los partidos aliados. La segunda es que parece que hubo más votos en contra de Hipólito Mejía que a favor de Leonel Fernández, advertencia ya formulada por Carlos Dore. La recomendación es que el PLD no debiera asumir que la cantidad de votos recibidos representa la militancia del partido. Una parte apreciable de la votación recibida pertenece a ciudadanos y ciudadanos no comprometidos partidariamente que en las urnas decidieron expresar el rechazo a las ejecutorias del gobierno y del PRD, a la prepotencia y desfachatez del PPH y al desempeño del ingeniero Hipólito Mejía como Jefe del Estado.

El PLD llega al gobierno en medio de la peor crisis económica de las últimas décadas. Los desafíos son enormes, tanto los inmediatos como los que deben enfrentarse a mediano plazo. Pero la atención, al igual que la mayor parte de las expectativas, están centradas en las urgencias. El nuevo gobierno tiene la obligación, y el compromiso asumido en la campaña, de tomar decisiones para impedir que se profundice más el deterioro de la economía y el nivel de vida de los ciudadanos y ciudadanas. Pero es necesario no confundir lo urgente con lo importante. Las urgencias de la coyuntura hay que enfrentarlas como el requisito indispensable para poder luego dedicar esfuerzos y recursos a restablecer el crecimiento económico, acompañado de la distribución de la riqueza socialmente generada, vía políticas sociales, que procuren el bienestar de la ciudadanía. Se esperan soluciones a corto plazo, cuando las circunstancias presionan para simples salidas. En una situación como esa conviene que las salidas se orienten hacia soluciones y que, desde el primer momento, el gobierno ofrezca señales claras de sus propósitos ante la dificultad de presentar resultados a corto plazo.

Experiencias recientes en algunos países demuestran que gobiernos surgidos con más del 50% de la votación, a solo algunos meses en el ejercicio del poder ven drásticamente disminuido el favor popular por fracasar en la solución de los problemas urgentes, sin haber señalado tampoco cómo se abordarían los importantes. El PLD y, sobre todo el Presidente electo, deben estar conscientes de que se pueden ganar las elecciones y perder el gobierno. En la difícil tarea de «hacer posible lo deseable» hay que prestar atención especial a los llamados «poderes fácticos», internos y externos. Siendo parte de los problemas quieren participar en las soluciones, protegiendo sus intereses, no siempre coincidentes con los de la mayoría de la población. Tienen todo el derecho a intentarlo, y el gobierno la obligación de impedir que las medidas para enfrentar esta profunda crisis afecten más a los sectores que más la han padecido.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas