Al presidente

Al presidente

[b]Señor director:[/b]

Cuando usted fue electo candidato por su partido, me permití escribirle una carta pública en la que le señalaba algunas cosas que entendía usted debía evitar, tanto en la campaña como si ganaba la Presidencia de la República.

Ahora lo hago cuando una abrumadora y confiada mayoría de dominicanos le han vuelto a elegir como su Presidente, convencidos algunos de que usted tiene en sus manos, y en su fina inteligencia, todos los problemas que han de solucionar los grandes males nacionales resueltos.

Se le ha visto en un periplo desde el instante mismo en que fuera proclamado ganador de las pasadas elecciones, y se anuncia que ya hay por lo menos promesas de mucha ayuda para el país.

Pero hay preocupación Presidente porque la austeridad en nuestro país siempre comienza por los de abajo, y ahora tiene que ser por los de arriba, por los del gobierno, y por los empresarios, negados, aunque digan lo contra río en su mayoría a sacrificios en beneficio de la ya inexistente clase media y la paupérrima clase baja que voto por usted porque necesita ayuda urgente.

No me interesa que algunos de sus allegados ni siquiera la digan que un infeliz mortal, que se ha creído siempre su amigo, le escribiera la presente, mas quiero que sepa que existe preocupación, desasosiego, miedo, entre los menos favorecidos, los que tienen un infeliz empleo público, y que se amenaza en muchos sitios, puedo mencionarle por ejemplo a Cultura.

Se habla de la necesidad de que usted salga a las calles, vaya a los hospitales, se haga acompañar de su esposa, una dama según me dicen de altos merecimientos intelectuales y morales para que ella sea sus ojos y sea su voz para que no sigan sucediendo las cosas que están pasando.

Hay componendas políticas, que pueden serle negativas en menos de seis meses a su gobierno, gente desfasada, fuera de control, borrachas de poder, que quieren ir al gobierno a utilizarlo para dañar.

El fortalecimiento y el respeto de los partidos, y usted lo sabe es la base de la fortaleza de la democracia, aunque nadie quiere que partido alguno crea que con astucias y jugadas pueda ahorrarle la obligación de responderle al país por lo que hicieron en los cuatro años de gobierno, eso no es lo que se quiere, pero que las cosas no vuelvan a ser circo para dejar de lado la necesidad de pan de los dominicanos.

Habemos Presidente un grupo grande de dominicanas y dominicanos dispuestos a ayudar en lo que sea posible por el triunfo de un gobierno suyo.

De usted depende Presidente si no e lleva del consejo de mandar fuera del país a unos cuantos indeseables que gobernaron con usted y le desayudaron, o sigue con ellos y corre la misma suerte del pasado.

Usted tiene que sentirse orgulloso, satisfecho, mas no envanecido, porque en países como el nuestro como dijera la hiena purpurada como era llamado Monseñor Meriño por Vargas Vila, en países como el nuestro es tan fácil pasar de las barras del Senado al solio, que del solio a las barras del Senado.

Nadie quiere su fracaso, pero tampoco nadie quiere chupetas, para dormirnos dos o tres de los cuatro años con acusaciones y contraacusaciones que no llevan a ninguna parte porque aquí solamente ce preso el que se roba una gallina, con todo y el pichirrí.

Ayúdenos Presidente, firme con todos, hable con los ricos, siembre para el engrandecimiento de la patria, que suya sea la gloria, y nuestra la alegría de poder ser la nación que soñaran Duarte, Luperón y Caamaño.

Atentamente,

Germán Martínez

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