Julio César Valentín, senador peledeísta por Santiago, nos acaba de recordar, sin querer queriendo, la forma en que fueron escogidos los actuales  miembros de la Junta Central Electoral (JCE). En su afán por defender la utilización del llevado y traído escrutinio electrónico, del que dijo constituye un avance que da certidumbre y rapidez al proceso y sus resultados, solo se le ocurrió intentar  descalificar a su principal crítico dentro de la JCE, el doctor Eddy Olivares, señalándolo como representante de los intereses del Partido Revolucionario  Moderno  (PRM) dentro del organismo colegiado. Olvida el legislador cibaeño, probablemente a propósito, que si vamos a tocar la tecla  de los intereses políticos representados  en la JCE, debemos empezar por el mas notorio y evidente:  Roberto Rosario, miembro “en licencia” del Comité Central del oficialista PLD, filiación partidaria  que  no siempre consigue disimular de manera apropiada. Y como ya es parte de nuestra “cultura” política, que se hizo extensiva por gravedad   a las llamadas Altas Cortes, que nacieron con ese pecado original, que la designación de los miembros de la JCE se la reparten los partidos políticos,   ha terminado pareciéndonos  normal ese baile de máscaras en el que todos fingen ser lo que no son ni podrán, dada su condición,  llegar a ser nunca: árbitros imparciales. Hasta que un día aparece un cínico como el senador Julio César Valentín  fingiendo ignorar que en ese reparto al PLD, el  partido al que pertenece,  le tocó la mejor parte, pero también para servirnos como recordatorio de las miserias institucionales en las que estamos empantanados por culpa de nuestra  envilecida clase política.