Al rescate de las casas antiguas

Al rescate de las casas antiguas

La Subsecretaría de Patrimonio Cultural ha iniciado gestiones para lograr el rescate de las casas antillanas, llamadas victorianas, que definen el perfil caribeño de la ciudad de Sánchez. El arquitecto José Enrique Del Monte aclaró que Sánchez tiene todas las posibilidades para convertirse en una ciudad de turismo cultural, «Sánchez es un futuro sostenible».

Del Monte, acompañado de los arquitectos Emilio José Brea, director general de Planificación y Desarrollo del Patrimonio y Risoris Silvestre, encargada de Turismo Cultural, ambos de la Secretaría de Cultura, realizaron un recorrido por Sánchez y Samaná con el interés de conocer el estado de las casas en peligro que allí existen.

Los tres profesionales recorrieron las diversas calles y barriadas afectadas por el abandono, analizaron los recientes deslizamientos de tierra que han derribado por lo menos tres viviendas, tomaron notas y fotografías, entrevistaron a residentes y discutieron estrategias inmediatas para intentar subsanar el problema, para ellos grave, que sería la pérdida de las valiosas casas antillanas antiguas en peligro de desaparición, que representan el tesoro patrimonial de la histórica localidad ferroviaria.

Realizaron como parte de su trabajo un experticio relámpago de emergencia, ante las denuncias de los derrumbes recientes, y porque además tienen en carpeta un proyecto de rescate de una de las edificaciones más emblemáticas de la localidad. Se trata de la señorial casona de doña Trina de Moya.

«Aunque desde antes de la guerra civil de 1965 Sánchez no tiene ferrocarril, las instalaciones físicas del mismo han sido, sino destruidas, ocupadas y desvirtuadas en su esencia, pero la localidad todavía conserva muy precariamente, muchas casas conocidas como victorianas y el poblado muestra, en su fisonomía urbana, una composición articulada que se sustenta en su irregular topografía, aterrazada y sobreelevándose frente a la Bahía de Samaná», lo que lo hace un asentamiento único en su configuración urbanística para toda la región del Caribe», agregó Del Monte.

Dijo que Sánchez, el pequeño asentamiento al borde suroeste de la península de Samaná y muy cercano a la desembocadura del caudaloso río Yuna, está densamente urbanizado y ciertamente es una villa de características muy peculiares que se relacionan con su trama urbana y su arquitectura histórica. Con 119 años de haber sido formalmente fundada como «Las Cañitas», fue precisamente la poderosa sedimentación del Yuna lo que empezó a mermar la capacidad de calataje del puerto de embarque y desembarque que tuvo gran actividad comercial hacia principios del siglo XX. Allí, entre otras primacías, se iniciaron las relaciones de negocio del «Bank of Canada», primero en operar en territorio nacional, y se exportaba e importaba por el activo puerto marítimo, cuyas líneas ferroviarias llegaban hasta el mismo borde del muelle.

«Sin embargo, todo esto ha cambiado con el tiempo y es producto del abandono y la pobreza, elementos que han impedido un desarrollo sostenible provocando el deterioro ambiental urbano del patrimonio construido», manifiesta.

En el caso de los derrumbes dijo que se han dado porque «son casas de bloques, hormigón y columnas sin zapatas adecuadas ni cimentaciones de muros lo suficientemente profundas. Se pueden ver sus bases a flor de superficie.

LOS DERRUMBES

Con respecto al derrumbe de las tres casas a la entrada de Sánchez, aclaró que «están caídas las tres, una al lado de la otra, alineadas sobre la acera suroeste y de espaldas a una barranca que evidentemente, por el peso propio de las mismas, se presiona y debilita produciendo un deslizamiento de las capas superficiales del suelo como reclamo territorial de la naturaleza, en una pendiente que no debió colonizarse nunca por su proximidad a la correntería de aguas entre dos laderas».

Añadió que en esa debilidad estructural del suelo, la mala calidad de las construcciones, realizadas sin controles técnicos ni tecnológicos y el hecho de que las tres sean de bloques, hormigón, columnas y muros sin zapatas, en contraposición a las adecuadas casas antillanas de madera, que se acomodan por su poco pesos al suelo, por poroso que este sea, ha provocado y seguirá provocando caídas y deslizamientos de terrenos en los zonas escarpadas no sólo de Sánchez sino también en Samaná.

 

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