A finales de la década de 1960 el paraíso tropical de Las Terrenas comenzaba a conocerse en la región nordeste del país con la terminación de la carretera desde Sánchez. Eran 20 kilómetros de peligroso trazado, brindando a los viajeros las mejores vistas panorámicas de la bahía de Samaná y parte del Océano Atlántico cuando se llegaba al tope de la sierra.
Antes de esa apertura al país, Las Terrenas era más conocida por ser el refugio de un grupo de personas “curiosas” o brujos. Allí acudía mucha gente incauta, que se embarcaba en yolas en las costas de Nagua e iban en búsqueda de salud o conocer su suerte.
Pero al mismo tiempo iban llegando los forasteros que encontraban en la zona las mejores playas vírgenes sin contaminación. Se construyeron las cabañas por parte de los forasteros. En un momento dado la presencia de bonaeros dominaron el mercado inmobiliario, convirtiéndose en el Bonao del Mar que en la década de 1970 poseían los mejores espacios frente a las playas. Todavía Punta Popi no se había desarrollado y Portillo comenzaba a surgir.
Los europeos, en especial los franceses, descubrieron Las Terrenas a partir de los 80 en aprovechamiento de la zona muy anárquica a la libre voluntad de los residentes. El Pueblo de Pescadores creció como un embudo al lado del cementerio, obstaculizando libremente el paso hacia la parte más hermosa de la playa que se vio invadida por varios alojamientos hoteleros.
Todavía Playa Bonita y Cosón permanecían como grandes plantaciones de coco. Era una hazaña llegar a esa parte para disfrutar de las mejores playas de la región. El Pueblo de Pescadores con sus restaurantes boutiques fue reconstruido después que un voraz incendio lo destruyó en mayo de 2012. Esos pequeños restaurantes se han convertido en el principal atractivo para los visitantes, en especial en las noches, por la amenidad que se disfruta en el sector. Allí los franceses, con algunos italianos y dominicanos, dominan la elaboración de los mejores platos gourmet, incluyendo sabrosa pizzas.
El crecimiento desordenado continuó hacia la playa de Cosón y Playa Bonita. Allí se han establecido decenas de extranjeros que han hecho buenas inversiones y en donde está ubicado a muy bajo perfil un cocinero francés que trabajó en el Palacio del Eliseo para el presidente francés Mitterand.
Una empresa privada de generación y distribución de electricidad se estableció en la zona para brindar un servicio de calidad que se convirtió en la envidia de los empresarios estatales como Edenorte que obligaron a una interconexión con lo que los apagones hicieron su aparición en Las Terrenas.
El desarrollo de Las Terrenas ha sido anárquico pero tenaz. Los inversionistas extranjeros han tenido que luchar en contra de ese estilo de hacer las cosas a la dominicana o la brigandina. Con el deseo de echar para delante, han tenido que luchar contra el principal escollo que son las marrullas inmobiliarias que interponen los agentes inmobiliarios y sus abogados cómplices. Pero el principal dolor de cabeza que persiste es lo referente al tratamiento de las aguas, tanto la potable como la ya servida o cloacal.
La sierra de Samaná posee un recurso inagotable para el agua potable, por las numerosas fuentes que conservan esas montañas como es el Salto de El Limón. Las aguas negras o servidas se ha convertido en un dolor de cabeza su disposición final que se resolvería cuando se construya una planta de tratamiento que con un emisor marino de unos tres o cuatro kilómetros de longitud, anclado en el fondo del mar, deposite su descarga en el fondo, la cual ya ha sido tratada previamente en la planta y es inofensiva para la abundante vida marina de la zona.
Con la visita sorpresa del Presidente Medina el pasado domingo a Las Terrenas y que él se designó como presidente de la comisión que va a desarrollar el plan para enfrentar las dificultades, demuestra la importancia que tiene ese polo turístico para el país, en especial para un turismo francés que ha encontrado en la zona un enclave para vivir por las bellezas que una vez atrajeron al afamado pintor francés nacido en El Limón, Teodoro Chasseriau.
Con la intervención del presidente Medina conocido por su tozudez para empujar sus proyectos preferidos presidenciales, esenciales para el desarrollo y también para aumentar la llegada de turistas por el aeropuerto de El Catey. Ya los problemas de Las Terrenas no pueden postergarse y más con la moderna vía del Bulevar del Atlántico, que acorta la distancia. El cuello de botella más severo es poner en orden los negocios espurios que se han hecho en torno a titularidad de los terrenos de la zona.