Al rescate de los excluidos

<P>Al rescate de los excluidos</P>

El presidente Danilo Medina ha lanzado su prometido Plan Nacional de Alfabetización, una iniciativa que en dos años procura sacar de la incultura a más de 700,000 dominicanos, excluidos de las luces del saber por nuestra ineficiente Democracia Representativa.

Medina ha dejado claro que el analfabetismo es una forma de reproducción de la pobreza y la exclusión social, una deuda con el pueblo que avergüenza y que debe ser saldada.

No hay que preguntarse quienes han contraído esa deuda durante los últimos cincuenta años,  pues la respuesta es obvia: La clase política y los privilegiados de la fortuna. Abochorna el índice de analfabetismo vigente  (14 por ciento, según cifras oficiales), una ridiculez comparada con el 68 por ciento heredado a la muerte del  tirano Trujillo, que pudo haberse saldado hace rato, sobretodo porque en este tramo histórico han surgido 49 de las 50 universidades que engalanan la educación superior, mismas que fueron convocadas por el Presidente Medina para integrarlas al proyecto alfabetizador.

La visión de Medina es de largo alcance. La educación sirve a un objetivo económico proporcionando mano de obra calificada y facilitando el emprendurismo,  pero también contiene  una función política y social más abarcadora, pues erradicar el analfabetismo implica asegurar la tranquilidad y la paz social; la educación proporciona el camino legítimo hacia el ascenso social, permite que las personas se gobiernen de forma inteligente, que disfruten de la vida sanamente.

Disminuir el analfabetismo hace posible la democracia, permite una población que comprenda las tareas públicas, crea una audiencia para las demandas de la nación, reduce el autoritarismo aposentado en la ignorancia. La democracia no son únicamente derechos inalienables, es consecuencia de la educación y del desarrollo económico.

Así debe entenderse el Plan Medina de Alfabetización.

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