Al rescate del parque de Las Praderas

Al rescate del parque de Las Praderas

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
No hay dominicano que no haya oído hablar del parque del Mirador del Sur y su avenida de la Salud, frecuentada cada mañana y cada tarde, por cientos de caminantes que así mantienen a sus corazones en buen estado, evitando posteriores percances a tan importante órgano. Sin embargo, permanece al margen otro parque que es frecuentado por decenas de caminantes, que residiendo en el oeste del Distrito Nacional, lo frecuentan diariamente en un sector paradisíaco de Las Praderas.

El Parque de Las Praderas está circundado por decenas de residenciales en apartamentos de varios pisos, que son una especie de muro elevado que oculta el parque, por tanto, pocos se dan cuenta de su existencia, al menos que no vivan en las cercanías. Su primera parte, y más antigua desde los años 90, se extiende desde la calle 27 oeste hasta la calle Palacio de los Deportes en las cercanías de la iglesia del Divino Niño Jesús.

Esa primera parte se habilitó cuando se construyeron los primeros residenciales en la avenida Núñez de Cáceres, se le dotó de varios gazebos, canchas de tenis y de basket ball; sus sendas para caminar estaban asfaltadas. Desafortunadamente, el descuido y falta de mantenimiento lo han arrabalizado, la basura y las malezas cubren lo que era un sector del parque muy atractivo por sus grandes árboles nativos de esa zona, que fueron respetados por los constructores de la urbanización.

La segunda parte del parque se inicia en la iglesia del Divino Niño Jesús y se extiende hasta la avenida Gustavo Mejía Ricart donde hay un pequeño túnel, que por debajo de la vía, le da acceso a otra sección del parque, sin tener el peligro del fuerte tránsito de la avenida. Esta segunda parte está llena de árboles, nativos unos y otros sembrados en el proceso de arborización del parque con la construcción de los senderos. Esta segunda parte se mantiene en buenas condiciones, pero se inunda de desperdicios ya que casi todos los fines de semana es visitada por decenas de familias que van almorzar y a jugar con sus hijos, beben y preparan parrilladas, pero a la hora de la partida, la limpieza es descuidada y los terrenos del parque no quedan como estaban antes de llegar los visitantes.

La tercera sección de parque se extiende desde la avenida Gustavo Mejía Ricart hasta la calle Guarocuya o Presa de Tavera. Es la más pintoresca por sus pequeños cerros, cruzados por sendas en buen estado y una avenida de palmas real muy llamativa, sólo se enturbia por los malos olores de aguas negras que permanecen estancadas en una pequeña zona del parque frente a los residenciales que rodean ese hermoso lugar. Existe un anfiteatro estilo griego muy original que permanece en desuso pese al atractivo de su concepción.

La última parte del parque llega hasta el colegio Serafín de Asís, desde la calle Presa de Tavera. Esta parte del parque está ocupada en más de un 70% por una laguna recolectora de aguas lluvias, pero que por alguna razón se ha convertido en receptora de aguas negras, ya que algunos de los constructores de los residenciales, o de las viviendas de lujo de la zona, conectaron las descargas cloacales a las tuberías colectoras de agua lluvia y no a la de aguas negras.

Hay un común denominador a las condiciones del parque, se trata de su falta total de iluminación en donde todas sus luminarias han ido desapareciendo por robo, vandalismo y oxidación de los postes. Sólo por el interés de algunos de los residentes vecinos al parque se le han colocado luminarias de mercurio en las partes traseras de los condominios, evitando que la oscuridad sea la mejor aliada de los antisociales, ya que otras zonas son peligrosas para los caminantes.

El parque de Las Praderas es compacto y hermoso; las autoridades municipales debieron ponerle más atención. Ahora existe cierta vigilancia de la policía municipal en las horas diurnas, ya que desde las ocho de la noche todo es una soledad y es peligroso aventurarse por algunos de sus senderos sin iluminación.

Las autoridades municipales deberían preocuparse en recuperar la primera sección del parque que una vez estuvo bien cuidada e iluminada adecuadamente, pero carece de limpieza y de luces. Así mismo deben repararse todas las acometidas de agua destruidas por los vándalos y eso impide irrigar las matas y hasta la grama. Por el empeño de algunos residentes hay zonas con jardines muy hermosos que debe ser imitado por los vecinos al parque, que sin las dimensiones del Mirador del Sur, es compacto, hermoso y es un orgullo para Las Praderas pese a las precariedades presentes.

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