Al rescate urgente y sin demora del balneario de Boca Chica

Al rescate urgente y sin demora del balneario de Boca Chica

Boca Chica fue, tempranamente, una joya para el esparcimiento de dominicanos y extranjeros cuando aún faltaban muchos años para que flamearan al viento los éxitos de la hostelería turística a la vera de muchas playas dominicanas.

Luego, la placidez de conservadas zonas adyacentes a las aguas fue agredida desastrosamente por la incursión caótica de mercaderes, rodantes y atrincherados generadores de laberintos intransitables.
Los márgenes playeros, hoy confusamente congestionados, deberían estar reservados para tiendas y restaurantes bajo riguroso ordenamiento territorial para hacer honor a la gastronomía y la artesanía en vez de hacer trizas el paisaje. Un perfil antiturístico que avergüenza.

Un balneario pionero gratamente valorado por generaciones por sus condiciones, debe ser sacado de su postración como ha anunciado el Ministerio de Turismo, un rescate al que la opinión pública ha de poner atención.

Un saneamiento que deberá quedar protegido con permanencia por autoridades de la localidad para evitar que corran la misma suerte de anteriores rehabilitaciones barridas después por una anarquía que, por suerte, no ha sido extendida a otras cercanías mejor desarrolladas para el turismo por el mismo precioso litoral oriental.

Una vez, por la firme voluntad del doctor José Francisco Peña Gómez, entonces alcalde de Santo Domingo, el suave baño de las aguas de Boca Chica dejó de ser, por efecto de mandarrias, para exclusivo disfrute de potentados adueñados de sus bordes con mansiones veraniegas.

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