Prohibir la exportación de huevo hacia Haití parece una medida contraria a lo que aconsejan las circunstancias.
Es una decisión que parece nadar contra la corriente, pues si algo necesita la República Dominicana es consolidar una tradición, una cultura exportadora que nos certifique como suplidores seguros y confiables.
Ahora que la tormenta Noel ha dejado maltrecha la economía por haber causado serios daños a la producción, no parece tener asidero una prohibición de esta naturaleza.
Aunque los productores de huevo no hayan resultado afectados directamente por la tormenta, su mercado interno tiene que haber sufrido alguna contracción, entre otras cosas por las dificultades de comunicación terrestre causadas en gran parte del país.
El huevo ha mantenido un precio estable en el mercado local, pero si se mantiene la prohibición de la exportación podría ocurrir que los precios internos se depriman en perjuicio de los productores, pues lo más probable es que haya que vender aquí los huevos que no vayan a parar al mercado haitiano.
Si los productores no han resultado afectados por la tormenta y si la producción es normal, no hay, entonces, razones para temer un desabastecimiento local y sería atinado mantener el volumen de exportación acostumbrado hacia Haití.
Hasta prueba en contrario, el país lo que necesita es exportar cada vez más.
Chito Henríquez
El fallecimiento del historiador Francisco Alberto Henríquez Vásquez -Chito Henríquez, como se le llamaba con cariño- constituye una pérdida muy sensible para el mundo académico y un negro crespón en las páginas reservadas a la lucha contra la tiranía de Rafael Trujillo, en la cual se destacó.Complicaciones cardiovasculares que le mantuvieron recluido segaron su vida a los 83 años.
Nació en Santo Domingo en 1924, en el seno de una familia de grandes intelectuales y académicos que en su mayoría debieron ir a vivir y destacarse en el extranjero, por las persecuciones de que fueron objeto debido a su participación política activa.
Desde muy joven, Chito Henríquez enfrentó con arrojo la tiranía trujillista, corriendo los riesgos que semejante actitud acarreaba a la juventud de entonces.
En la década de los 40 estuvo entre los principales protagonistas de la fundación de la Juventud Democrática y el Partido Socialista Popular, organizaciones que aportaron significativamente a la lucha contra la maquinaria de oprobio encabezada por Trujillo.
La incompatibilidad entre la intolerancia de la dictadura y sus convicciones le hicieron ir a parar al exilio, del que regresó en 1961, una vez desarticulado el régimen. Gran parte de su vida transcurrió en Cuba.
Se destacó en el mundo académico como profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y uno de los fundadores de la escuela de Historia de esa academia.
Fue director del Museo del Hombre Dominicano y autor de varios libros.
De su matrimonio con la señora Angélica de Henríquez nacieron cuatro hijos: Alberto, Quisqueya, Iván y Alma.
En los últimos años encabezaba una tertulia sobre temas políticos y culturales en uno de los restaurantes de la calle El Conde al que frecuentaban intelectuales, estudiantes y dirigentes políticos.
Realmente el país ha perdido uno de sus grandes valores.