Administrar una empresa como Baltimore Dominicana (BalDom) es un desafío día a día. La entrega, dedicación e innovación han hecho posible que esta empresa familiar especializada en materias primas y productos alimenticios arribe ya a cincuenta años ininterrumpidos latiendo junto al corazón de los dominicanos y supliendo calidad a la canasta familiar.
Lo que al principio fue un sueño emprendido por su fundador y visionario Hart- mut Otto Knupper, de origen alemán, hoy día es un legado que con ahínco y pasión asumen y sacan adelante sus hijos Hartmut Rainer Knupper, director general; Jorn Oliver Knupper, director de Operaciones, y Peter Eckart Knupper, encargado de la planta de fabricación de vinagre y de la planta de impresión de materiales de empaque para la industria cárnica, contando ellos con la presencia semi-activa de su presidenta Eunice Rodríguez, su madre.
“Me siento muy agradecido y feliz de estos 50 años de labor incansable”, confiesa con una sonrisa Rainer a “Rostros”. Este incansable empresario de 45 años, de una personalidad grata, con apenas 25 años ocupó el cargo de director y hoy destaca como segunda generación. “Hemos podido llevar sobre nuestros hombros la gestión de mi padre que inició en los años 70 (14 de septiembre).
Es una satisfacción inmensa asumir este compromiso, honrando su trabajo, su memoria, con un crecimiento continuo y sostenible para nuestros colaboradores, empleados y para nuestro país, porque contribuimos con el desarrollo de la economía”.
Historia y desafíos. Sobre la historia de la empresa dice que don Otto llegó al país por un contrato de trabajo en una compañía local. Este extranjero enamorado de las bondades de esta isla, y que además tenía algunas sociedades en otros países, no solo prefirió fijar residencia en Santiago en el año 1962, sino que logró identificar una necesidad imperante para la época: el suministro de materia prima, empaques y equipos para los fabricantes de embutidos.
De esta manera fueron los inicios de Baldom, junto a otros dos pilares también de procedencia alemana, Ralph Brunn y Gottfried Bruhn, este último vicepresidente semiactivo, y su hijo mayor, Klaus Peter Bruhn, quien es gerente nacional de Ventas de la compañía.
“Con el tiempo también desarrollaron productos que las amas de casa necesitaban, como los sazonadores en polvo, en 1972; sazonadores líquidos, en 1978, y la mayonesa, en 1982. Actualmente contamos con una amplia gama de productos, nuestro catálogo debe sobrepasar los 250 ítems”.
Rainer indica que uno de los principales retos que la empresa ha enfrentado en el trayecto ha sido poder estandarizar los procesos administrativos y productivos para hacerle frente a la globalización, “porque nosotros luchábamos con competidores internacionales que pagaban impuestos para entrar en nuestro país y bueno, ya ahora las fronteras son libres, los impuestos han caído y por lo tanto la competencia es un poco más igualitaria y más agresiva”.
Expresa, además, que “hemos adoptado un esquema de mejoramiento continuo en nuestros recursos humanos con la capacitación, la actualización de equipos, implementación de un manual de gestión de calidad que nos ha permitido conseguir certificaciones internacionales”.
La marca en otros países. Entre los objetivos de Baldom está seguir traspasando fronteras. Aproximadamente un 15% de sus productos son exportados a todas las islas del Caribe, y a también a Norteamérica, Sudamérica y Europa.
Son los sazonadores en polvo y líquidos, mayonesas, gelatinas y aderezos más vendidos.
Aunque fundada por alemanes, “Baldom es una empresa totalmente criolla y su producto insignia es el sazón Ranchero líquido, que se hace a base de vegetales frescos cosechados y comprados en el mercado local, a la agricultura dominicana” afirmó Rainer.
La planta de producción principal se encuentra en Santiago; tiene dos centros de distribución en Santo Domingo y dan empleo a unas 1,300 personas a nivel nacional y “gracias a Dios, seguimos en crecimiento”.
Baldom ¿pasión o compromiso familiar? “¡Pasión! Es la respuesta entusiasta del alto ejecutivo, quien no duda en agregar: “mis hermanos y yo la llevamos en la sangre”. Don Otto se trazó la meta de que a su empresa sus hijos la consideraran como suya y fue un deseo cumplido porque sus hijos están inmersos en continuar con el legado de su padre.
“Me corre por las venas, me encanta trabajar aquí. Crecí conociendo y viendo lo que se hacía”. Además, agrega, “observaba la forma como mi padre protegía y cuidaba su empresa; eso hizo que tuviera ese sentimiento de preocupación, de dedicación, a lo que nosotros hoy hacemos”.
Vida familiar. La familia es la principal empresa de todo hombre, y de esto Rainer está claro. Por un lado, lleva una vida de aventura deportiva con sus hermanos y por el otro dice estar felizmente casado y con hijos.
Su lugar de nacimiento es Santiago, al igual que el de sus hermanos y el de su madre, a quien ama con inmensa ternura. Nació el 28 de junio de 1975, es de sus hermanos el que más dominicano parece y quien habla menos fluido el alemán. “¡Hasta mamá lo habla muy bien!”, aclara.
Su plato favorito es la bandera dominicana, acompañado de plátanos maduros y, aunque no se considera un chef experimentado, dice: “se me da muy bien todo lo asado, de cocinar en barbacoa”.
De su infancia recuerda los viajes a la playa de Sosúa con la familia. Rememora que su mentor disfrutaba mucho de la gastronomía dominicana, que fue un padre estricto que en un momento decidió que él y Peter estudiaran en una escuela militar en los Estados Unidos, con el fin de que pudieran mejorar su inglés y adquirir un mejor sentido de la disciplina. “Gracias a eso, puedo lavar, planchar, fregar, cocinar” –ríe-.
De niño era bastante activo y de su juventud cuenta que él y sus hermanos corrían a nivel profesional en el país. Luego, en áreas como carreras de automóvil, Jet Ski y motores enduro, llegaron a participar en competencias. Estas actividades ahora forman parte de sus “hobbies”.
Esposa e hijos. En casa procura que sus hijos Rainer Niklas, de 17 años, y Kai Otto Knupper, de 13, reciban la educación, el respeto y los buenos valores, tal como lo aprendió de sus padres. “Ambos son versátiles, despiertos y juegan al soccer, practican la natación y, lógicamente, los deportes acuáticos y motorizados, como su padre”.
Con la madre de sus hijos, Katiuska Cecilia Llenas, va camino a cumplir 20 años de unión matrimonial. Su esposa, destaca, es hija del legendario pelotero dominicano Winston “Chilote” Llenas. “Toda relación tiene sus altas y bajas, en nuestro caso son más altas que bajas. Espero continuar junto a ella el resto de mi vida”.
Además de compartir junto a Katiuska viajes con amigos y familiares, dice que lo que más aprecia es llegar en horas del almuerzo y de disfrutar ambos algo ya cotidiano “ella degustando un vinito y yo de una cervecita”.
Planes comunitarios. Conscientes de la realidad de su entorno en Santiago, Rainer afirma que en Baldom se desarrollan planes comunitarios promoviendo el deporte, limpieza de cañadas, la mejora de infraestructuras, apoyo a comedores, casas de asilos, ofreciendo oportunidades de empleo a jóvenes, facilidades de pasantía y el apoyo económico a empresas sin fines de lucro de esa localidad.