POR INGRIS LEYBA
Higüey, La Romana.- La música puede transportarnos hacia historias remotas del devenir de nuestras vidas, pero cuando se trata de cantarle a la espiritualidad, a un ser supremo, poseedor de la gracia divina, entonces nos alejamos mágicamente de lo terrenal y, a nuestros pensamientos le surgen alas para volar hacia el cielo.

Emociones como éstas se vivieron en la Basílica de Higüey, donde el Obispado de esa región y el Banco Popular Dominicano presentaron por novena ocasión el concierto a Nuestra Señora de la Altagracia, durante una velada en la que la Orquesta Sinfónica y el Coro Nacional combinaron una variedad de obras y composiciones europeas con una enorme carga de intensidad.

Al concierto asistieron destacadas personalidades, encabezadas por Alejandro E. Grullón, presidente del Consejo de Directores del Grupo Popular y de la Comisión de Remozamiento y Mantenimiento de la Basílica, acompañado de su esposa, Melba Segura de Grullón; Nicanor Peña, obispo de Higüey; Alejandro Santelises, vicepresidente ejecutivo de Negocios de la entidad y su esposa Katingo de Santelises, así como autoridades civiles y militares de la región Este.

El programa de este año, bajo la dirección del maestro Iván del Prado, inició a las 9:00 de la noche con la interpretación de la obertura de la Caballería ligera, caracterizada por la alegría, y en este caso por la emoción de reunirse nuevamente en un encuentro que se ha convertido en una verdadera tradición altagraciana, y que reúne cada año a cientos de espectadores.

Los asistentes disfrutaron de hora y media de concierto, el cual incluyó piezas populares y de inspiración religiosa, conquistando en múltiples ocasiones la admiración y el aplauso de los presentes.

Una vez concluida la participación musical, monseñor Nicanor Peña pronunció unas emotivas palabras en las que agradeció al Banco Popular Dominicano por sus continuos aportes a la cultura y al arte, a la Orquesta Sinfónica, al Coro Nacional y en especial al director musical.

Gracias porque este acto ha sido como una medicina para el alma, porque en el complicado transcurrir de los días necesitamos espacios como éste, en el que nos acercamos más a nuestras almas y nos alejamos espiritualmente de la temporalidad, concluyó.

La música…

A las interpretaciones de apertura le siguieron populares piezas como: Aragonesa, Habanera, Canción del toreador, de la célebre ópera Carmen, de George Bizet; Va penseiro, sull ali dorate, del compositor Giussepe Verdi; Air de la suite, de Johann Sebastian Bach, Ave verun corpus, de Wolfgang Amadeus Mozart y finalmente los coros de la ópera de cierre El Mesías de Haendel.