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Lima (EFE).- El presidente peruano, Alan García, abogó ayer por «bombardear» las pozas de maceración de hoja de coca y los aeropuertos de los narcotraficantes dentro del territorio nacional, al reconocer que la producción de droga es uno de los problemas más graves que afronta su país.
«Use usted los aviones A-37, bombardee y ametralle esos aeropuertos, esas pozas de maceración», dijo García ante su ministro del Interior, Luis Alva Castro, durante la inauguración del II Foro Interamericano «Seguridad y convivencia ciudadana: ciudades por la paz», que comenzó hoy en Lima. El jefe de Estado expresó que, si bien el cultivo de hoja de coca data de hace varios siglos, Perú no debe rendirse ante «su expansión delictiva», tras instar a sus compatriotas a distinguir entre el uso «tradicional» y el ilícito.
Y es que Perú ocupa el segundo lugar como productor de hoja de coca, materia prima de la cocaína, con una producción anual de 100.000 toneladas, de las cuales sólo 9.000 pueden ser utilizadas en el consumo legal y tradicional. García también instó a las autoridades peruanas a buscar a los barones de las drogas y a evitar la penetración del narcotráfico en las instancias civiles, así como el lavado de activos y el uso de insumos químicos legales en la elaboración de cocaína.
«Si no matamos ahora el peligro», Perú podría afrontar «una insurgencia tan grande como ocurrió en un país hermano», manifestó en alusión a la vecina Colombia.
Por ello, reiteró que no está «dispuesto a ser objeto de chantaje», en referencia a las amenazas de reanudar las protestas por parte de los cocaleros en la selva peruana, al vencer este fin de semana la suspensión por 15 días de la erradicación forzosa de estos cultivos.
El gobierno acordó el pasado 15 de marzo con los campesinos de la localidad de Tocache, en el selvático departamento de San Martín, la suspensión de las erradicaciones forzosas para poner punto final a un paro y bloqueo de caminos.
El ministro de Agricultura, José Salazar, fue duramente criticado por la oposición y por expertos de aceptar todas las condiciones de los cocaleros, incluido el empadronamiento de los campesinos y el pago de indemnizaciones por los sembrados erradicados.
