Alarmante debilidad

Alarmante debilidad

La apreciación sobre  la realidad nacional sostenida por algunos observadores, en el sentido de que este es un país de leyes  rígidas pero de aplicación maleable y acomodaticia parece confirmarse con lo que acaba de admitir la Secretaría de Estado de Medio Ambiente.

El citado organismo del Estado dice confrontar serias dificultades para aplicar la Ley Sectorial de Áreas Protegidas.

Sucede que el marco legal en cuestión necesita de definiciones territoriales claras a lo largo y ancho del país. Y en los hechos se está demostrando que las fronteras para permitir o no permitir el uso de suelo son una pura vaguedad o no existen.

Por tal  razón hasta las propias autoridades de demarcaciones  abusan de la confusión y respaldan o toleran la desnaturalización de las áreas de la naturaleza que deberían ser preservadas. Los daños al ambiente  avanzan por doquier.

La permanencia de los recursos no renovables de la República Dominicana está amenazada. Las reservas de agua, las lluvias y el aire que respiramos corren gran peligro con el paso del tiempo.

Las leyes que sirvan de base a una efectiva política y a programas de contundente protección de bosques, capa vegetal y  ríos deben ser adecuadas con prisa a la realidad.

Los poderes del Estado deben actuar en consecuencia aunque  ha de quedar  en claro que con medidas administrativas, reglamentos y procedimientos ordinarios enérgicos, podría comenzarse a imponer un buen grado de  respeto a los parques nacionales.

Seria deficiencia

El sistema  dominicano de  la educación en sentido general no solo está dejando insatisfechas a organizaciones internacionales y de observación que cuestionan la baja inversión local en la materia y la insuficiente preparación del magisterio, entre otros aspectos.

También existe gran frustración en el seno mismo de esta  sociedad y de manera particular en los entes productivos y demás sectores clave.

Ya sabemos, por lo que continuamente expresan los liderazgos empresariales y los empleadores en sentido general, que en este país es harto difícil contratar personal medianamente preparado para las tareas que emergen de las nuevas formas que toman las  estructuras económicas y sociales.

Miles y miles de jóvenes que acuden a la búsqueda de colocación muestran en los formularios que les ponen a llenar que ni siquiera salieron bien alfabetizados  de las escuelas y liceos.

Las masas juveniles fallan cuando se les pone a prueba en  el conocimiento elemental de ciencias que deben ser parte de su formación integral.

La titulación de técnicos medios alcanza solo  un sector minoritario; un numeroso sector poblacional no completa la enseñanza y el índice de  ciudadanos que llegan a las universidades sigue estando por debajo del promedio de los países que sí están creando la infraestructura de recursos humanos que el porvenir demandará.

Todo esto cuestiona seriamente  al Estado dominicano; al de ayer y al de hoy; y particularmente a los muchos y diversos políticos que durante más de medio siglo han estado en la Cosa Pública.

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