BAGDAD (EFE).- Tras el traspaso de poder ayer en Irak, el primer ministro, Iyad Alaui, ha instado a los iraquíes, sean suníes, kurdos o chiíes, a que se unan para afrontar juntos el futuro, combatir el terrorismo y lograr la prosperidad del país.
Alaui también pidió a los líderes tribales y religiosos, muy en especial al clérigo Ali Sistani, la máxima autoridad de los chiíes, mayoritarios en Irak, que colaboren con su Gobierno para luchar contra los «terroristas extranjeros» activos en el país.
«Continuaremos para lograr la seguridad y prosperidad de Irak», dijo el primer ministro en un discurso pronunciado tras jurar su cargo en una ceremonia celebrada en Bagdad, horas después de que el Administrador Civil de Irak, el estadounidense Paul Bremer, le hubiera entregado formalmente el poder.
Después de comprometerse a derrotar a los terroristas, a los que calificó de «una minoría injusta, que ha tomado como blanco al pueblo iraquí», Alaui afirmó que la prioridad de su Gobierno es trabajar por la unidad y por un Irak donde impere la tolerancia.
«La unidad nacional será un asunto sagrado de mi Gobierno», subrayó el primer ministro y pidió a los iraquíes que «no tengan miedo a los que están fuera de la ley, los enemigos del Islam y los musulmanes».
«Advierto una vez más a las fuerzas del terror que no olvidaremos quiénes nos han apoyado y quiénes actuaron contra nosotros», agregó.
Asimismo, instó a terminar con los ataques contra las fuerzas de seguridad iraquíes, decenas de cuyos miembros han muerto en ataques de la resistencia, que aumentaron según se acercaba la fecha para el traspaso del poder.
Por otro lado, exhortó a los baazistas, seguidores del antiguo partido único Baaz, que lideraba Sadam Husein, a alejarse de los «mercenarios extranjeros».
«Pero les aviso de que los tenemos en el punto de la mira, por lo que los derrotaremos y los llevaremos ante la Justicia».
También se refirió al antiguo Ejercito iraquí, del cual dijo «no era de Sadam, sino de Irak», por lo que procurará formar otro nuevo que sirva los intereses del país.
Alaui agradeció a los países de la región, especialmente Irán, Arabia Saudí y Turquía, por haber contribuido a derrocar al régimen dictatorial de Sadam, y dijo que su Gobierno «extiende la mano de la paz y la hermandad a todos los estados vecinos».
Subrayó, asimismo, la importancia de estrechar las relaciones con EEUU, la Unión Europea, la ONU, la Organización de la Conferencia Islámica, el Fondo Monetario Internacional, la Liga Arabe, los países del Golfo Pérsico, la India y Pakistán y otros países y organizaciones internacionales.
Además, Alaui agradeció a las fuerzas de la coalición por su contribución a la hora de extender la seguridad y la estabilidad de Irak.
Por otra parte, el nuevo primer ministro iraquí señaló que otras de sus prioridades será la reactivación de la economía, luchar contra el desempleo y reconstruir la infraestructura nacional.
La transferencia de la soberanía al Gobierno iraquí tuvo lugar dos días antes de la fecha fijada con anterioridad, aparentemente para evitar una posible escalada de violencia y ataques por los insurgentes.
En una ceremonia que terminó antes de que se anunciara, a las diez y media de la mañana, Iyad Alaui aceptó una carta de manos de Bremer, con la que terminaba formalmente la ocupación de Irak.
Sin embargo, las tropas invasoras permanecerán de momento en el país.
Pocas horas después, los miembros del Gobierno juraron colectivamente sus cargos.
El primero fue el presidente Ghazi al Yauar (suní), al que siguió su vicepresidente Ibrahim Yaafari (chií), el primer ministro (chií) y el viceprimer ministro Barham Saleh (kurdo).
En una breve declaración tras su juramento, Yauar llamó al nuevo Gabinete a trabajar unido para resolver los problemas del pueblo iraquí.
También apeló a lo que llamó el «espíritu de una sola casa» entre el pueblo y el Gobierno, al tiempo que pidió dejar atrás las heridas del pasado.