Albert Camus: crimen emocional versus crimen racional

Albert Camus: crimen emocional versus crimen racional

Rafael Acevedo

El premio Nobel Albert Camus, magníficamente describe la mentalidad criminal propia de nuestros tiempos en su obra “El Extranjero”. Dedica un invaluable trabajo de sociología y filosofía social a “El hombre rebelde”, donde explica que toda la criminalidad humana se reduce a dos tipos: la emocional y la racional.
La primera es más de tipo primitivo, y viene de los instintos y las emociones; la segunda, la criminalidad racional, corresponde al crimen cuyos motivos u objetivos son de tipo lógico. Así, por ejemplo, el delito de un macho celoso, emocionalmente inmaduro, correspondería a la gama de delitos emocionales.
En cambio, lanzar una bomba en Hiroshima, o matar millones de judíos, es el resultado de cálculos muy elaborados y sofisticados, parte de una estrategia. Los familiarizados con el ajedrez y otros juegos de mesa que no dependen del azar, conocen perfectamente la serenidad del cálculo racional, “científico”, que acompaña el movimientos de peones y alfiles, cuales soldados de a pie y de caballería movilizados por sus comandantes, bajo estrategias y tácticas conocidas desde la antigüedad, como explica Sun Tzu en “El Arte de la Guerra”.
Modernamente ha aumentado asombrosamente la ciencia de derrotar al enemigo, o al competidor, en el frente bélico o en el mercado local o internacional. En ambos casos los perdedores mueren, son esclavizados o explotados por los vencedores. En el mercado laboral, por ejemplo, los perdedores se endeudan, o mueren de hambre en el anonimato y la marginación social; los pequeños productores suelen carecer de capacidad competitiva, suelen estar desactualizados tecnológica y mercadológicamente. Las clases medias se empobrecen mediante el proceso de pérdida de valor de la moneda corriente debido al creciente endeudamiento público: Un proceso en el que los ricos suelen hacerse más ricos; y los pobres, más pobres… o mueren de hambre y falta de salud.
La guerra económica es siempre ganada por los dueños del tablero y de los efectivos “militares o dólares”.
Es el crimen moderno, globalizado, planeado, autorizado; tan legal que apenas es perceptible, aunque casi no mueve a protesta o a auto defensa alguna. Es lo en gran parte explica que el 10% más rico de nuestros países captura el 70% de las riquezas. Los pobres callan mientras se someten al asistencialismo y el clientelismo que por años mantienen gobiernos corruptos que ven aumentar cada día las deudas sociales y la violación e incumplimiento de las leyes.
Los clase medias y aún gentes buenas de altos ingresos ni siquiera se dan cuenta de que las víctimas son nuestros compatriotas; personas que mayoritariamente comparten nuestra raza, tradición, cultura. Y la fe en Cristo, y los mismos valores de igualdad y fraternidad que el cristianismo le legó a la Revolución Francesa, a la Inglesa y a la bolchevique y, desde luego, a la gran democracia estadounidense; aunque muchos hoy pretendan descartarlos.
No percatándonos del inmenso sacrificio humano que ello implica, disimulado bajo una estrategia de dominación y opresión envuelta en los entresijos de la publicidad consumista e ideologías lógicamente estructuradas, racionalmente planeadas. Fríamente calculadas.

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