JUPITER, Florida (AP).- En una era de deportistas ruidosos, problemáticos e indisciplinados, el dominicano Albert Pujols sobresale como una especie de anomalía. Reservado, religioso y apegado a su familia, el primera base de los Cardenales de San Luis deja que su bate hable más que sus palabras. Y en sus primeros tres años en las mayores, el madero de Pujols grita a todo pulmón.

Desde que ganó el primero de Novato del Año en el 2001, Pujols lleva un paso histórico, acumulando 114 jonrones, 381 empujadas y promedio de 334 en sus primeras tres campañas.

Los Cardenales recompensaron esos números este año con un contrato de 100 millones de dólares por siete años.

«No me cambia de ninguna manera. Ahora lo que tengo que pensar es jugar mi pelota y olvidarme del contrato», dijo el joven de 24 años a la AP en el campo de entrenamiento de los Cardenales.

«Uno nunca puede pensar en el contrato y tener una buena temporada», agregó.

El carácter de Pujols es evidente a primera vista.

En la caja de bateo es todo concentración, estudiando cada swing y todavía molesto por un mal batazo el día anterior.

«Por eso es tan especial, porque tiene unas metas más altas», comentó el dirigente Tony La Russa. «Si hizo algo mal, va a estar molesto por eso».

Luego, rodeado de cerca de una docena de familiares dominicanos que lo visitaron desde Miami, Pujols es todo sonrisas y bromas. Tan pronto se le acerca un periodista, su semblante cambia y se muestra reservado.

Aunque muchos piensan que pudo haber conseguido más dinero en grandes mercados como Nueva York o Boston, el dominicano asegura que le gusta vivir en San Luis, una ciudad en el medio oeste estadounidense donde la prensa no asedia tanto como en la Gran Manzana.

Allí dice sentirse más tranquilo para criar a sus dos hijos y vivir la vida privada y recatada que le gusta.

«Hasta ahora no tengo ningún problema, me gusta vivir ahí», sostuvo.

Agregó que sus prioridades están claras: «El Señor primero y mi familia, y después mi carrera».