¡ALBERTO CRUZ: EL ARTE PÚBLICO COMO APUESTA TRANSFORMADORA!

¡ALBERTO CRUZ: EL ARTE PÚBLICO COMO APUESTA TRANSFORMADORA!

El espacio público impacta profundamente el desarrollo colectivo e individual. De ahí que su concepción tenga que ser inteligente y que su proceso transformador se desarrolle atento y sensible a las necesidades de la ciudadanía. Así como en el pasado los espacios públicos no sólo cumplen una función determinada dentro del perímetro de las ciudades, adquiriendo gran relevancia como conjuntos arquitectónicos, urbanísticos o ámbitos de esparcimiento, en las sociedades avanzadas de nuestro tiempo se establece una relación altamente significativa entre espacio público, arte público y vida urbana.
Cuando el espacio urbano se vuelve “paranoico”, resulta asfixiante, árido y maquinal. Y es que no puede funcionar “desnudo” ni aislado ni apagado. Razón por la que se torna urgente un tipo de intervención que recupere su funcionalidad sensibilizadora, tornándolo más humano, más edificante y más atractivo.
Tal como ya he advertido, el arte público tiene la capacidad de transformar el espacio urbano en escenario estético, lúdico, reflexivo, divertido y recreativo, constituyéndose en una opción propiciadora del desarrollo espiritual al que aspiran, tienen derecho y se merecen los distintos sectores y sujetos que fundan, viven, significan, re-significan y “deconstruyen” la ciudad.
En la República Dominicana, la garantía de los derechos culturales, así como la disposición de recursos para el desarrollo de iniciativas que permitan a los ciudadanos un acceso mayor, libre y amplio a los bienes culturales y las diversas manifestaciones artísticas, devienen en dos de las más complejas y retadoras tareas pendientes, tanto para las instancias oficiales y municipales como para el sector privado.
Entonces, ante la inquietante precariedad de las propuestas artísticas a escala cívica en nuestro país, especialmente en la ciudad de Santo Domingo, debo reiterar mi observación de que la incapacidad de estos sectores para asumir tales desafíos, les ha imposibilitado advertir a tiempo el potencial reactivador, integrador y transformador del arte público.
La desinformación y la negación de los criterios curatoriales, siguen desfigurando la desconcertante realidad actual del arte público en la República Dominicana. ¿Podría estar cifrada la clave de tal desconcierto en las tétricas añagazas de la mediocridad y la pudrición ética que traspasan el folclore y la consciencia nacional o en el “espectacular” extravío de la estrecha relación que debe existir siempre entre las obras artísticas a escala cívica y los espacios designados o consagrados para las mismas?
El diálogo sobre las distintas respuestas que desataría esta inflamable interrogante, implicaría varias entregas y diferentes contextos. Mientras tanto, en esta ocasión se impone registrar uno de los más recientes y significativos aportes al arte público en Santo Domingo. Se trata de la excelente escultura «Ventanas al Tiempo», realizada en Acero Corten (acero, níquel, cromo, cobre y fósforo) por el reconocido artista Fernando Varela y la cual ha sido instalada estratégicamente a la vista del público en el entorno del edificio de Excel Group, empresa especializada en banca de inversión y consultoría en servicios financieros con oficinas corporativas localizadas en la calle Max Henríquez Ureña #78 del sector Piantini.
Sin dudas, «Ventanas al Tiempo» resulta un nuevo aporte de Fernando Varela y Excel Group al acervo del arte público contemporáneo dominicano. La escultura resiste mediante una factura impecable y una estética rotundamente abstracta de líneas, formas y planos geométricos “cortados” que se trasponen e interpenetran perpetuamente, adquiriendo una sólida, elegante y sugestiva fluidez estructural. La misma se desprende de su serie «Forma y Vacío», iniciada hace dos años y a través de la cual Varela explora, reflexiona y juega con los conceptos de unidad, dualidad, espacio, tiempo, sincronicidad y espiritualidad.
La obra fue develada la tarde del pasado lunes 18 de julio, durante un emotivo acto con la presencia del artista, algunos invitados especiales y los principales ejecutivos de Excel Group, encabezados por su presidente, Alberto Y. Cruz, quien no sólo es uno de los principales coleccionistas de arte de nuestro país y un entusiasta admirador de la obra pictórica, dibujística y escultórica de Fernando Varela, sino que ahora también se nos revela como un apasionado estudioso, promotor y protector del arte público.
Precisamente, al referirse a sus motivaciones, Alberto Y. Cruz enfatiza en que esta iniciativa forma parte de las acciones de responsabilidad social corporativa que viene desarrollando la entidad que preside desde hace más de una década: “En Excel Group nos sentimos responsables de reciprocar el apoyo recibido y nos esforzamos para retornarle a la comunidad parte de lo mucho que nos ha dado, actuando con excelencia en todas nuestras actividades y a través de nuestros programas de responsabilidad social”…

Y agrega: “El primer capítulo de esta responsabilidad lo dedicamos a brindar oportunidades de crecimiento a niños y jóvenes a través de la educación y el segundo a apoyar el desarrollo y la difusión de las artes visuales dominicanas… Como coleccionista de arte apasionado y amante de las artes plásticas, disfruto mucho esta iniciativa que nos une hoy, pues constituye un paso importante en el desarrollo local de lo que se conoce como arte público. Al poner en marcha esta iniciativa no dudamos en seleccionar el artista. El maestro Fernando Varela es una persona a la que me une un afecto muy grande, le tengo mucha admiración, mucho respeto, es un extraordinario artista”…

Así que se impone agradecer sinceramente a Fernando Varela, Excel Group y Alberto Y. Cruz por esta resuelta, oportuna, esperanzadora y valiosa apuesta, ya que el arte público en tanto alternativa multidisciplinaria y/o manifestación estética capaz de combinar y asimilar la imaginación, la ingeniería, la arquitectura y el urbanismo, adquiere en la actualidad unos niveles de efectividad potenciadora y transformadora que justifican su valoración como una necesidad cultural de vital importancia, tanto para los individuos como para la misma ciudadanía.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas