Alberto Granado:
“El Ché no es mito, era un hombre muy duro”

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BUENOS AIRES, EFE.- El bioquímico argentino Alberto Granado, amigo y compañero de Ernesto Guevara en un extenso viaje por Sudamérica, sostuvo que “el Ché no es un mito”, sino que era un hombre “muy duro” que “hizo y pagó las consecuencias”.  En una entrevista al diario Clarín, Granado, de 82 años, recordó a Guevara como un hombre “sarcástico, drástico y muy firme en sus convicciones”.

“Cuando venía un tipo que él creía que iba a adularlo, me hubiera gustado que fuera más suave. Pero no, hubiera dejado de ser Ernesto Guevara”, manifestó el bioquímico argentino, quien actualmente reside en Miramar, una localidad cercana a La Habana, junto a su esposa, sus cinco hijos y tres nietos.

Según Granado, Guevara era un hombre “muy duro, consigo mismo más que con nadie” y aunque “se daba cuenta si se le había ido la mano, no dejaba por eso de ser duro”.

La peripecia por Latinoamérica que Guevara, con entonces 23 años, y Granado, con 30, iniciaron en diciembre de 1951 a bordo de una moto Norton de 1939, fue rememorada este año con el estreno de la película “Diarios de Motocicleta”, del brasileño Walter Salles.

Las vivencias por la región también fueron recordadas en el documental “De viaje con el Ché Guevara”, dirigido por el italiano Gianni Miná, estrenada también este año.

 Tras nueve meses de recorrido por Argentina, el sur de Chile, las minas de cobre de Chuquicamata, el desierto de Atacama, los Andes, el bosque amazónico peruano y Colombia, ambos se separaron en Venezuela, cuando el Ché volvió a Buenos Aires para dar sus últimas materias de Medicina.

Cuatro años después del mítico viaje en el que germinaron las ideas revolucionarias del joven Guevara, el Ché estaba en México con los opositores cubanos y seis años después era el Comandante Ché Guevara.

En aquel momento, los dos amigos se reencontraron en Cuba y Granado aceptó la invitación de sumarse a la reconstrucción de la isla, donde fundó la Escuela de Medicina y se convirtió en el padre de la biotecnología cubana.

“En octubre de 1964, la última vez que vi al Ché, abrí una botella de ron y le dije que de mis vicios burgueses, el deseo de viajar y el gusto por un buen trago, no me los podía quitar. Y él me respondió que el trago nunca le interesó y, en cuanto a los viajes, si no era con una metralleta tampoco le interesaba”, señaló.

Granado relató que cuando asesinaron en Bolivia a Guevara, lo llamaron para “identificar” las fotos de su muerte.

“Los cubanos no podían creer que lo hubiesen matado. Uno me decía que con esos brazos flacos, cómo iba a ser el Ché, con la fuerza que tenía. Pero yo sabía que él tenía esos bracitos, lo cachábamos (bromeábamos) de joven por eso. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida”, resumió el bioquímico.

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