Muntazer al Zaidi es el periodista iraquí, 30 años, que el 14-12-08 lanzó sus dos zapatos al entonces presidente George Bush jr. en Bagdad, durante una rueda de prensa y por lo cual fue privado de su libertad con amenaza de hasta 30 años de prisión.

Fue liberado el 15 de este mes conforme sentencia de un tribunal iraquí que lo absolvió de culpas, decisión jurídica que alabó al Zaidi como una prueba de que la judicatura en su país, diferente a muchos otros, inclusive el nuestro, no está contaminada.

Durante su cautiverio injusto, al Zaidi reveló que fue torturado con apaleaduras inclusive con barras de hierro, simulamiento de ahogo por inmersión y todas las prácticas luciferinas que riñen con los postulados elementales de respeto hacia la persona humana, recetas todas que tienen su “acta de nacimiento” de la proterva CIA estadounidense, que de un centro original de informaciones ha devenido en un antro de carniceros.

Abundan las palabras y el espacio del regocijo es chico para festejar este triunfo de la libertad de expresión, el libre albedrío del ser humano y la garantía de su integridad física que empezó el 14-07-1789 en París con el asalto por el populacho de La Bastilla, donde solo estaban recluidos tres presos, pero que marcó un hito, un principio y un precedente en materia de derechos humanos.

Hay júbilo, jamboree, kermese, con abalorios de panderetas y palmas, cánticos a Alá por los muecines desde el cojollo de los minaretes, de cómo reditúa bondad y justicia para quienes cortejan las suras del Corán.

Acompañadas las plegarias y cánticos por quien ha convertido a Iraq, Afganistán y Palestina en un infierno de bolsillo, en un charco de sangre e ignominia para cuyo castigo dos zapatazos no son más que un símbolo mediático de condena.