Alcances de los planes de estímulo

Alcances de los planes de estímulo

Las autoridades económicas de muchos países han entendido hoy que la economía global evidencia los lastres de la recesión más importante desde la Segunda Guerra Mundial. Debido a ello han decidido lanzar importantes paquetes de estímulo fiscal para tratar de salvar la caída de los niveles de actividad económica.

En su momento, la transmisión de una mayor liquidez monetaria y el consiguiente aumento de los flujos de capitales han ofrecido perspectivas de crecimiento mucho más sólidas. Pero se destaca que, aparte de unas condiciones de liquidez más flexibles, poner suficiente dinero en la calle ha podido plantear desafíos de política económica a muchos países, causando presiones a la apreciación del tipo de cambio y un aumento de las valoraciones de los activos. Aun así, el mayor problema para las economías ha sido que las cuentas del gobierno permanecen en rojo. Por tanto, el dilema que se plantea hoy es si retirar ya los estímulos fiscales con el consiguiente riesgo de frustrar los cimientos de una recuperación o, por el contrario, si habría que mantenerlos pese al peligro de que las cuentas públicas puedan empeorar.

Hasta no hace mucho, existía cierto consenso en considerar que la utilización de políticas discrecionales no contribuía a la estabilidad económica. Sin embargo, la alarma por la recesión global y el agotamiento de las políticas monetarias pareció justificar un cambio de enfoque. Desde 2008, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomendó que todos los países adoptaran paquetes de estímulo fiscal lo antes posible y lo más ambiciosos que se pueda. El Fondo recomendaba además que dichos paquetes debieran ser sostenibles, esto es que no llevaran a que en algún momento la deuda pública pudiera “llegar a explotar”. De esta forma, buena parte de las economías del mundo “se la jugaron” y lanzaron importantes paquetes de estímulos fiscales. En general, hoy sabemos que muchos países han puesto en marcha paquetes de estímulos discrecionales de por lo menos el 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB). La pregunta que viene al caso es si en 2010 las economías que han mostrado más adelantos podrían empezar a reducir o a renovar algunas de las políticas discrecionales, siempre y cuando la recuperación muestre cierto vigor.

El debate

Ante el creciente deterioro de los déficits públicos se plantea ahora  el interrogante de si debemos retirar los estímulos fiscales para así contener los números rojos de las finanzas públicas. El mensaje de los organismos internacionales es de mantenerlos hasta que la recuperación se haya afianzado, lo cual, en español, significa seguir con ellos durante 2010. Sin embargo, en una coyuntura como la actual, mucho menos dramática que la de años anteriores, cabría revisar con mayor sosiego las acciones adoptadas y previstas a la luz de la experiencia inmediata. Se trataría de discriminar según su aportación en términos de costos y beneficios a corto y largo plazo y contemplar, a la vez, la posibilidad de, en los casos oportunos, sustituirlas por medidas que puedan ajustarse mejor a un escenario posterior a la crisis, como incentivos a la inversión privada, a la creación de empresas, a la innovación o a la adaptación y flexibilidad de empresas y mercados.

La pregunta básica del debate vigente hoy es si un país necesita más estímulos. Y esta duda surge porque la falta de puestos de trabajo sigue deteniendo las economías, justo cuando los efectos de los paquetes de estímulos han comenzado a desvanecerse. Por ello, algunos economistas recomiendan inyectar mucha mayor liquidez. Otros opinan que más liquidez genera nuevos y distintos problemas. Aquellos que piden más estímulos, como el economista ganador del Nobel 2009 Paul Krugman, dice que no deberíamos cometer el mismo error que en la década de los 30’s, cuando se decidió prematuramente terminar con la política de apoyos gubernamentales, asumiendo erróneamente que la economía ya había superado la adversidad. Ya el FMI advirtió que, como la demanda del sector privado sigue siendo débil, los países corren el riesgo de volver a caer en una recesión, si retiran el dinero prematuramente. Del otro lado del debate, los críticos del estímulo creen que la economía merece una oportunidad para corregirse a sí misma. Consideran que es hora de dejar que el sector privado intente recuperarse solo, aunque lo haga de una forma lenta.

Lo cierto es que los economistas podemos argumentar la necesidad de un mayor paquete de apoyo por un tiempo indefinido. Aun así, al parecer, el paro de la economía podría llegar de cualquier forma. Analistas sostienen que la economía global va a experimentar otra recesión mucho antes de lo que mucha gente cree y es posible que ocurra antes de que la economía sane. Se sabe que los frenos en el crecimiento ocurren con mayor frecuencia cuando la expansión que les sigue es menor. Hoy se pone de manifiesto que la volatilidad en los ciclos del mercado ha crecido, lo que se traduce en cambios más radicales y más probables. En ese sentido analistas comentan, por ejemplo, que los cuatro años de recuperación que le siguieron a la recesión de 1937 fueron “los incitadores de la expansión”. El desempleo cayó a un promedio anual de 3%, cerca de 6 veces la proporción actual y la economía creció 10% al año. Pero la recesión ocurrió de cualquier forma. Por ello, la clave seguirá siendo en qué momento inyectar los estímulos y cuándo retirarlos.

Perspectivas. La región está experimentando una clara mejora de perspectivas económicas. Como resultado de todo ello, el PIB ha venido creciendo por encima de lo esperado, gracias a la clara aportación del sector externo de la economía que convive, eso sí, con una demanda interna todavía en retroceso. Esta evolución financiera y de la actividad, mejor de lo esperado meses atrás, ha inducido a revisar al alza las previsiones de crecimiento de algunos países. Así, tras un año 2009 alarmante, en el cual parecía que algunos países de la zona estaban abocados a suspender sus pagos internacionales y prácticamente todas las economías a entrar en graves recesiones, tres factores han permitido dar un vuelco a la situación: a) la caída global de la aversión al riesgo; b) el apoyo financiero internacional; y c) más recientemente, la recuperación de los mercados de exportación claves.

De entrada, conviene recordar que se trata de una recuperación desde niveles de caída inusualmente fuertes. Pero, más allá del “efecto rebote”, persisten otras dudas. Se pueden detectar persistentes riesgos en materia de sostenibilidad de la recuperación, de los sistemas bancarios y de la situación fiscal. A su vez, la consolidación de la recuperación va a depender de que se recupere  la zona del euro y que la demanda interna, aun débil, vuelva a crecer apreciablemente. De igual modo, la recuperación interna dependerá de que se normalice la expansión del crédito. Así, en un contexto de morosidad en crecimiento, la presión sobre los beneficios bancarios dependerán de la política fiscal, de cómo se asuma la deuda privada y de cómo marche la creación y expansión de empleos. Pero más que nada, la clave seguirá siendo cómo poder exportar mucho más. De entrada, está claro que los efectos de los impulsos fiscales discrecionales han contribuido a agravar unos déficits públicos ya de por sí muy deteriorados.

Por ello, el debate deberá más bien estar centrado en la propia naturaleza de las medidas de estímulo. 

La cifra

14.2 por ciento.  Es el porcentaje con respecto al PIB que ha dedicado China al paquete de estímulos fiscales de su consistente economía entre 2009 y 2010. Se espera que la economía china crezca a una tasa  10% en 2010 y  9.7% en 2011.

Zoom

Las opciones

Las autoridades económicas de un país pueden utilizar varias opciones de política económica para hacer frente a aumentos de la liquidez mundial y de las entradas de capital. El menú de respuestas ofrece la posible combinación de 5 opciones, dependiendo de las circunstancias específicas de cada país: a)  política cambiaria más flexible  que regule las presiones de valoración sobre los activos internos; b) acumulación de reservas internacionales (usando una intervención esterilizada); c) reducir las tasas de interés cuando las perspectivas de  inflación así lo permitan; d)  política fiscal más restrictiva cuando la orientación general de la política macroeconómica sea expansiva; y e) reforzar la regulación prudencial en el sistema financiero,  considerando la utilidad de liberalizar los controles de  salidas de capital.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas