Esa plazoleta con la solemne estatua de la poeta nacional de la República Dominicana, Salomé Ureña de Henríquez, más arriba su imponente escalinata y cuesta abajo está el trayecto, que como por arte de magia tiene el poder de sumergir a sus transeúntes a un viaje al pasado, con su alineación oblicua e irregular, embellecida con sus edificaciones blancas y lámparas muy al estilo español colonial.
Este llamativo panorama urbano define a Las Reales Atarazanas, una parte importante de la Zona Colonial, que al norte tiene el Alcázar de Colón, primer palacio fortificado del nuevo mundo.
En esta dirección también está la Puerta de Las Atarazanas por donde entraban las naves que debían ser reparadas y calafateadas en la Atarazana que era la edificación destinada a la reparación y avituallamiento de los barcos, tal parece que la función de la misma no fuese decorativa, sino que tuviera una labor más importante: Las Atarazanas eran los almacenes del antiguo puerto de Santo Domingo, propiedad de la Corona española.
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Es prácticamente imposible relatar la maravillosa historia de la Zona Colonial sin tener como referencia el libro “Monumentos Coloniales” de María Ugarte, quien explica que en los siglos XIX y a comienzos del XX la Cuesta de La Atarazana se había convertido en una arteria comercial importante. “En ella tuvo una ferretería el padre de Juan Pablo Duarte, Juan José Duarte Rodríguez, ubicada en la casa número 2, Ya en el siglo XX abundaban las tiendas de ropa propiedad de comerciantes árabes que la gente llamaba -Apéame uno-”.
En torno a sus primeros habitantes Ugarte narra que vivieron gente de oficio de toneleros, guardas del río, pescadores, candeleros, herreros, sastres y zapateros.
Alcázar de Colón
La historia de América se resume en cada una de sus piedras. Es una edificación en forma de palacio próximo a los farallones con vista al río Ozama, también se conoce con el nombre de Palacio Virreinal de Don Diego Colón.
Según relatos históricos, El rey Fernando el Católico, concedió este solar a Diego Colón, hijo primogénito de Cristóbal Colón, para que edificara una morada para él y sus descendientes en la isla La española, a la cual llegó en 1509 en condición de gobernador.
Fue construido entre 1511 y 1514 con estilo gótico mudéjar especialmente, tiene también algunas características renacentistas, destacado en sus arcadas, también un estilo isabelino que podemos contemplar en las borlas que lo adornan, este edifico fue edificado utilizando mampostería de rocas coralinas. En sus inicios la residencia tenía 55 habitaciones, de las cuales se conservan solo 22.
La construcción fue elaborada en piedra de cantería local, con el uso del ladrillo en el interior.