EEUU, asiduamente acusa a China de haber lanzado ciberataques poderosos contra ese país. Washington, ha optado, convenientemente, por satanizar a China y a lo chino. Como cualquier cosa que a cualquiera se le ocurra endosarle a China resulta conveniente dentro del objetivo mayor, pues se acepta.
Demostrarlo no hace falta, resulta suficiente suponerlo.
Desde toda la manipulación anticientífica sobre el coronavirus se ha sembrado un gran sentimiento anti chino en la sociedad norteamericana dando espacio a crímenes de odio contra lo chino y, en general, contra lo asiático. Tal ambiente dificulta alcanzar un entendimiento entre ambas superpotencias. En EEUU, como siempre, una vez creado un monstruo geopolítico hay que tener una actitud intransigente porque puede resultar políticamente incorrecto y peligroso mostrar “debilidad”. En el mundo real hay mucho que investigar cuando de ciberseguridad se trata. Recuérdese cuando en junio 2019 se produjo un gran ataque contra los ordenadores de la ciudad de Baltimore encriptando miles de archivos. El New York Times reportó que se uso una herramienta creada por la Agencia de Seguridad Nacional -NSA- llamada Eternal Blue diseñada para ser utilizada sin ser descubierta. En 2017 un grupo llamado Shadow Brokers destapó online herramientas de uso por Washington para objetivos en el ciber espacio. Se considera un destape más grave del que hizo el exagente de la CIA y de la NSA Edward Snowden. En 2016 el FBI detuvo a Harold Martin, empleado de la NSA al encontrarle información clasificada incluyendo instrumentos norteamericanos para hackear al “enemigo”. Armas cibernéticas de la NSA están en el espacio y EEUU tiene muchos enemigos internos. Múltiples estudios han demostrado que EEUU es la potencia más poderosa en materia de ciber agresión y utiliza todo ese poder, para rodear a China y Beijing lo ha denunciado repetidamente a través de su Alianza de la Industria de Ciberseguridad. Assange demostró como Washington hackeaba incluso a líderes mundiales aliados. China ha denunciado el despliegue de “fuerzas cibernéticas” en países cercanos para lanzar ataques contra ella. Usualmente acusaciones contra “hackers chinos” son un buen elemento para crear tensiones y sanciones. China ha denunciado miles de ataques contra sus instituciones incluyendo universidades.
Las acusaciones contra China sin investigar tienen un doble propósito: encasillarla como “peligroso enemigo” y crear buen ambiente para que se aprueben fondos para que las empresas de inteligencia investiguen nuevos instrumentos de “ataque” y “defensa”.