Alegra a libaneses retirada siria

Alegra a libaneses retirada siria

BEIRUT (EFE).- Los libaneses acogieron ayer jueves con una mezcla de alegría e inquietud el anuncio de la nueva reorganización del Ejército sirio, que podría constituir el último paso antes de la retirada definitiva del Líbano anunciada por Damasco.

El ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid al-Muallim, reveló ayer que su país está decidido a replegar los cerca de 14.000 soldados que mantiene en territorio libanés y expresó la disposición de Damasco a colaborar con la ONU en este proceso, al que sin embargo no puso plazos.

Al-Muallim se limitó a repetir la cláusula del acuerdo de Taif, suscrito en 1989, a la que Damasco ha recurrido todos estos años para obviar su obligación.

Las tropas saldrán cuando «existan garantías de que el Ejército libanés es capaz de asumir plenamente las responsabilidades de seguridad», dijo el ministro.

Escasas horas después del anuncio, su colega libanés, Abdel Hamid Murad, confirmó que las tropas sirias comenzarán a concentrarse «en breve» en el valle de la Bekaa, como paso previo para su retirada del Líbano.

«Sería una buena noticia que salieran, pero yo tengo aún mis dudas de que vaya a ser así», declaró Mazen al-Buri, un joven libanés perteneciente a la oposición cristiana.

«Hay que poner fin a esta dictadura. Queremos un gobierno que no sea nombrado por Rustom Ghazale (director de los servicios secretos sirios) o por Yamil Sayyed (jefe de la Seguridad General libanesa)», explicó el diputado Maruan Hamade, quien sufrió el pasado octubre un atentado con coche bomba en el que resultó herido.

Gracias a los términos ambiguos del acuerdo de Taif, que puso fin a la larga guerra civil libanesa (1975-1990), Siria logró evitar el compromiso hasta 2001, año en el que realizó su primera «reorganización» militar en el Líbano.

Desde entonces, Damasco ha ordenado otras cuatro operaciones similares, la última de ellas el pasado 22 de septiembre cuando trasladó a la mayoría de los soldados destacados en Beirut y el norte del país.

Aún quedan militares sirios en el norte del Líbano y en las cumbres montañosas más estratégicas, que dominan el este y centro del país, además de los concentrados en el valle de la Bekaa.

Esta presencia militar no es, sin embargo, tan controvertida como la de los servicios secretos sirios, acusados por la oposición de ser los verdaderos gobernantes del país.

Esta denuncia fue, en principio, patrimonio exclusivo de los grupos cristianos, a los que poco después se les unió la comunidad drusa.

A esta oposición se ha sumado gran parte de la comunidad suní tras el atentado que el pasado 14 segó la vida del ex primer ministro libanés, el suní Rafic Hariri.

La oposición contraria a la injerencia de Siria ha señalado al régimen de Damasco como el instigador del atentado y a sus todopoderosos servicios secretos.

Todos ellos han exigido ya la renuncia del Gobierno pro sirio que lidera el primer ministro suní, Omar Karame.

Queda por saber cual será la postura de la influyente comunidad chií, dominada en la actualidad por los grupos Amal y Hizbula, ambos considerados favorables a Siria.

Así, la jornada parlamentaria del próximo lunes, en la que el Ejecutivo hará frente a una moción de confianza, debe ser crucial para el futuro de un país donde el poder está dividido de forma confesional desde el 1943, y que por ello ha sufrido dos guerras civiles.

Pocos esperan que la oposición salga victoriosa en el Parlamento, ya que los partidos considerados pro sirios dominan dos tercios de la Cámara.

Por eso, la oposición está convencida de que sus opciones pasan por la continuación de las presiones internacionales.

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