POR GRACIELA AZCÁRATE
Humboldt, fue considerado en su época como un pensador moderno. Sigue vigente dos siglos después, al sentar las bases de la ecología moderna y hacer de su paso por el continente americano una gran reflexión en torno a los derechos humanos.
Su objetivo final fue donar, con altruismo y dignidad al continente americano la mirada ?del otro?, ?del extranjero?, ?del diferente? pero con sentimiento de respeto, de lucidez, y de admiración por la cultura descubierta. Su verdadera y única finalidad fue investigar cómo se entretejen las fuerzas de la naturaleza, para reverenciar a la Madre Tierra y a los derechos inalienables de los seres humanos.
Coleccionaré plantas y animales, / estudiaré la temperatura, / la elasticidad, la composición / magnética y eléctrica de la atmósfera, la descompondré, determinaré las longitudes y los paralelos / geográficos, mediré montes, pero, en / realidad, este no es mi objetivo final.
Mi verdadera y única finalidad es / investigar cómo se entretejen todas / las fuerzas naturales.
ALEXANDER VON HUMBOLDT
En el libro ¿Viaje a las Regiones Equinoccionales del Nuevo Continente?, el geógrafo alemán Alejandro de Humboldt describió los lugares que visitó con Aime Bompland en Venezuela desde que llegaron a Cumaná el 16 de Julio 1799.
El asombro y la curiosidad abarcó los indios Guaqueries de Coche, el río Manzanares, los castillos cumanenses de Santa María y San Antonio, la alfarería de Manicuare, los manantiales de mana, las salinas de Araya, la Fortaleza Santiago Arroyo y la vegetación tropical que casi les causó la locura.
Después en la ruta Cumaná ? Caripe, Humboltd y Bompland apreciaron la misión de San Fernando, la iglesia de Arenas, el fértil valle y templo de Cumanacoa, la Cueva de Cuchivero, el fresco pueblo de Cocollar, el verdor de El Turimiquire, la iglesia de San Antonio de Maturín que calificaron como la maravilla del país, el Valle de Caripe y la Cueva del Guacharo que los dejo perplejos. Posteriormente pasaron por Santa María, Catuaro, Cariaco y Cumaná donde fueron sorprendidos por un terremoto, una lluvia de estrellas, un eclipse de sol y un atraco en el cual Bonpland resulto herido.
Después de viajar por Caracas, los llanos, el Amazonas y el Orinoco, Humboldt y Bomplant cruzaron el territorio de Anzoátegui. Admiraron la estatura de los indios de El Cari y Cachipo, los espejismos del llano cuyo cielo señalaron como el más bello del mundo, visitaron el Fortín de la Magdalena de El Morro cuya vista los extasió y fueron atacados por piratas ingleses en Mochima antes de partir para Cuba, con lo cual culminaron 16 meses de viaje por el místico oriente venezolano.
Alexander von Humboldt era apenas conocido en Alemania como el hermano de Wilhelm von Humboldt, destacado filósofo y diplomático de la Prusia Imperial y fundador de la Universidad de Berlín.
No obstante, la gloria y el reconocimiento de este viajero por América llevaron al gobierno alemán a emprender un programa de investigación sobre la vida y obra del barón von Humboldt, que cristalizó en una serie de exposiciones en cada uno de los países que visitó en nuestro continente.
El proyecto invitó a investigadores de Venezuela, México, Cuba, Colombia, Perú y Ecuador a conmemorar los 200 años de la llegada de este alemán a América.
Hasta el momento se han llevado a cabo exposiciones temporales en Ciudad de México y La Habana, en 1997; en Caracas, Berlín y Bonn en 1999 y en el 2001 se realizaron las muestras de Bogotá y Quito.
En la actualidad el Museo Nacional de Colombia conmemora los 200 años de la llegada de este viajero singular al Nuevo Reino de Granada con una exposición temporal organizada conjuntamente con el Ministerio de Cultura, la Embajada de la República Federal de Alemania, el Goethe-Institut Bogotá, el Centro de Artes y Exposiciones de Alemania (Kunst-und Ausstellungshalle der Bundesrepublik Deutschland, Bonn) y la Asociación de Amigos del Museo Nacional, patrocinada por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, Aventis CropScience Colombia, Bayer, Boehringer Ingelheim, CAR (Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca), Colseguros, Faber Castell, Fichtner, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, LOWE-SSPM, Lufthansa, Pizano S.A., Schering y Siemens, con la colaboración de la Oficina de Cultura y Prensa de la Embajada de los Estados Unidos de América en Bogotá.
La descripción de todos los organismos nacionales e internacionales que se han unido para conmemorar la llegada de ese viajero extraordinario da la magnitud de su calidad como pensador, como intelectual y como científico de la ciencias naturales.
En Argentina, Domingo Faustino Sarmiento decía que la historiografía argentina tenía una deuda de por vida con el barón Humboldt, con Amado Bondpland y con Mauricio Rugendas porque habían sacado a la luz con sus mediciones, observaciones, grabados, dibujos y pinturas la historia natural, sociológica, etnográfica, y el patrimonio cultural de un continente como el americano sumido en la oscuridad, el ostracismo y la negación.
Mueve a pena y tristeza las reacciones hostiles de cierto segmento de la intelectualidad dominicana, es una reacción provinciana, un nacionalismo desfasado y pasado de moda la oposición a instalar un Museo Humbolt en el país.
Si de algo puede preciarse el Instituto Humboldt, el Instituto Goethe en el mundo es esa labor de difusión plural, de investigación, estudio y promoción de la cultura universal.
Sin ir más lejos, aquí, hace casi veinte años con Leopoldo Maler nos disputábamos las revistas Humboldt que repartía el Director de la Institución. Mario Bonetti, desde esa función patrocinó no solo el reparto de las revistas sino que promocionó exposiciones de grabado alemán, y muchas exposiciones y libros de los grabadores dominicanos, incluso en patrocinio conjunto con la Embajada Argentina en esa época con el embajador Jorge Vásquez, gran amigo de la Fundación García Arévalo y del Centro de Arte Nouveau con el inolvidable Porfirio Herrera patrocinaron revistas, folletos y el cuento de Juan Bosch, ?Fragata? ilustrado con xilografías.
Confieso que la noticia de la apertura de ese Museo en la zona colonial me agitó la memoria, el agradecimiento y la confianza, me dio una alegría y un respiro de esperanza pensar que se iba abrir un foco de cultura, de trabajo, de consecuente labor diaria y persistente. Como buena sudamericana, al igual que en Chile, Perú, Venezuela y Uruguay, largas generaciones de jóvenes concurrimos a las veladas del Instituto Humboldt o al Goethe no sólo para aprender idiomas, para seguir cursos de literatura, ciencias sociales, ciencias naturales, sino que accedimos a becas, a una biblioteca amplia y generosa, a una revista que inexorable sale cada tres o cuatro meses, una cinemateca donde personalmente me alimenté durante años. En el ánimo de aportar y sumar creo que no sólo debe auspiciarse el Meseo Humboldt y las casas de la cultura de distintos países. Ellas fueron una luz de enriquecimiento para el pueblo dominicano en la vieja zona colonial. Sin detenerme mucho a evaluar simplemente rememoro los largos años en que Casa de Francia nos regaló con exposiciones de pintura, de fotografía, con rutas de la cultura entre el Caribe anglófono y Francia, de la lengua, de la fotografía, con festejos en el inicio de cada verano en una calle de Las Damas cerrada al tránsito y abierta al encuentro del espíritu y la cultura, con una cinemateca que nos permitió no sólo recorrer la filmografía gala sino la internacional. En el mismo tenor la casa de Guayasamín nos abrió a lo mejor de la cultura ecuatoriana y los italianos no solo brindaron cultura, idioma en la Dante Alighieri sino el encuentro con los ancestros, la gastronomía, la música y el humor de los ítalos.
Es verdad, que nada reparará el bochorno en que quedamos sumidos los argentinos de la comunidad por el escándalo de la Casa Argentina bajo la dirección de Teresa Mecía de Palma.
Pero a riesgo de que me hagan callar por extranjera, el oprobio y el deshonor fue compartido entre los presidentes de ambos países. Porque partió de la ligereza e impunidad con que el presidente dominicano de ese momento premió el escarnio nacional que representó el gobierno de Carlos Saúl Menen y sus funcionarios obsecuentes, simples ladrones, estafadores y asesinos.
En todo caso el expediente de la casa Argentina con el gobierno dominicano es una prueba fehaciente de lo que trae como contrapartida la adulación, el premio a la inmoralidad y mediocridad de sus funcionarios, la falta de preparación profesional de los servidores públicos, tanto los de aquí como los de allá, y el enorme costo que tiene para la credibilidad internacional el silenciar las faltas éticas de sus subalternos para eludir el problema internacional.
Conmemorar los doscientos años del viaje de Humboldt al continente americano, recordar su biografía y los principios éticos y científicos que sustentaron su vida son un norte, una luz y una guía para sociedades tan violadas o maltratadas como la nuestra. Abrir un museo que guarde su memoria y divulgue su trayectoria es un enorme aporte a la sociedad dominicana de parte del embajador alemán y del secretario de Cultura. Si el barón Alejandro Humboldt quería coleccionar plantas y animales, estudiar la temperatura,
la elasticidad, la composición magnética y eléctrica de la atmósfera, las longitudes y los paralelos geográficos y medir los montes, en realidad su objetivo final fue donar con altruismo y dignidad al continente americano la mirada ?del otro?, ?del extranjero?, ?del diferente? pero con sentimiento de respeto, de lucidez, y de admiración por la cultura descubierta.
Su verdadera y única finalidad fue investigar cómo se entretejen todas las fuerzas de la naturaleza, para respetar a la Madre Tierra y para reverenciar los derechos inalienables de todos los seres humanos.