Alejandro Nieto en Santo Domingo

Alejandro Nieto en Santo Domingo

EDUARDO JORGE PRATS
Es la segunda vez que nos encontramos y su última visita al país desde que lo entrevistamos para una revista jurídica especializada. Como siempre, hace galas de un sentido del humor y de una humildad que nos hacen olvidar que se trata de una de las cabezas mejor montadas del Derecho Público español.

Hablamos de Alejandro Nieto, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid, miembro numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y doctor honoris causa por las Universidades Carlos III de Madrid y Nacional de Buenos Aires.

En esta ocasión, nos visita invitado por la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS) que celebra su décimo séptimo aniversario. FINJUS ha organizado un seminario internacional sobre «Justicia, democracia y sociedad: retos para la consolidación del Poder Judicial» y Nieto ha disertado sobre el gobierno judicial. Nadie mejor que él para este tema: su libro «El desgobierno judicial» ha conmocionado España y puede ser útil en la República Dominicana para evitar la dependencia vertical de los jueces y la excesiva burocracia que viola los derechos de los justiciables.

Conversar con Nieto es un privilegio. Ya los estudiantes de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra disfrutaron su genialidad y espíritu crítico en un conversatorio el año pasado. Y los que ven el programa en televisión de FINJUS podrán darse banquete el próximo domingo con un preclaro jurista que no se anda con rodeos a la hora de decir las cosas como son en el Derecho y la judicatura. Es un conversador y polemista de primera: sólo hay que leer «Las limitaciones del conocimiento jurídico» (escrito con el gran iuspublicista argentino Agustín Gordillo) y «El Derecho y el revés» (con Tomás Ramón Fernández) para darnos cuenta de la capacidad dialógica inagotable de esta eminencia jurídica.

Nieto no teme criticar la justicia, ese oficio de dioses. Ya lo ha dicho en «Crítica de la razón jurídica»: «En la carrera judicial real no son infrecuentes los individuos que responden a un estereotipo (…): en las Salas de lo Contencioso Administrativo hay magistrados que indefectiblemente se inclinan a favor de la Administración; en las Salas de lo Penal hay maníacos que castigan con rigor los delitos sexuales, como hay otros singularmente benévolos con los de drogas; existen jueces civiles que están siempre a favor de los arrendatarios y magistrados de trabajo que jamás dictan una sentencia en contra de los empleados. Y nada digamos de los que miran siempre con buenos ojos las causas de un partido político concreto. Sin olvidar a los que indefectiblemente están del lado del Poder, cualquiera que sea éste».  El jurista es iconoclasta e irreverente. Pero es un técnico de agudo olfato: se puede decir que ha fundado toda una rama del Derecho en España que lleva como nombre el título de un libro suyo («Derecho Administrativo Sancionador»). Es un acucioso historiador además: su obra «Los primeros pasos del constitucionalismo español» no puede dejar de ser leída si se quiere saber algo del origen del constitucionalismo en la Madre Patria. Es un teórico del Derecho original: sólo hay que leer «El arbitrio judicial» para darse cuenta que se mueve como en casa a pesar de estar entre gigantes (Kelsen, Hart, Dworkin). Nieto conoce a profundidad las normas, de hecho ha sido un gran litigante, pero no ignora la distancia entre el deber ser y el ser. Es un gran observador del Derecho, en la tradición sociológica de Carbonnier.

Nieto es un realista. Él mismo lo confiesa: «por realista me tengo y el realismo obliga a mirar las cosas de frente». Es, por demás, un escéptico y un relativista: «tanto valen nuestras opiniones como las contrarias y en consecuencia aceptamos la existencia de los demás, sin perjuicio de que razonemos en discordancia. Los relativistas no pueden, por definición, ser inquisidores y mucho menos martillo de herejes, sino, todo lo más, críticos apasionados». Destructor de paradigmas y de mitos, quizás su mayor aporte a la ciencia jurídica ha sido desnudar la realidad oculta de la discrecionalidad judicial y enseñarnos los límites del conocimiento jurídico. Gracias, profesor Nieto por iluminar a los dominicanos en este difícil y largo camino de la reforma judicial.

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