Alemania, tierra de fútbol fanáticos abarrotarán estadios

Alemania, tierra de fútbol fanáticos abarrotarán estadios

POR MARIO ARVELO, HÉCTOR MOLINA Y ARTURO PEÑALÓ
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Ubicada en el corazón de Europa, Alemania es el país más poblado del llamado Viejo Continente, con unos 82 millones de habitantes, casi diez veces la población criolla. Su territorio abarca una masa terrestre de 350,000 kilómetros cuadrados (siete veces el tamaño de nuestra de isla), tiene fronteras con nueve países vecinos, y figura entre las principales potencias económicas del mundo.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los aliados dividieron el país en dos naciones autónomas a partir de 1949. La parte occidental fue bautizada República Federal Alemana (Bundesrepublik Deutschland en alemán) y adoptó un sistema de libre mercado que le abrió las puertas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea. La República Democrática Alemana (Deutsche Demokratische Republik), en la parte oriental del país, siguió ideales socialistas y formó parte del ya fracasado Pacto de Varsovia.

Desde la reunificación alemana que coronó la caída del oprobioso Muro de Berlín, los germanos se han ocupado en relanzar su proyecto nacional bajo las banderas de la paz, la confraternidad y el respeto a los derechos humanos.

Amantes del balompié, los alemanes lo practican con determinación y lo siguen con frenesí. La Asociación Alemana de Fútbol (Deutsche Fußball Bund, DFB), fundada en 1900, cuenta con más de seis millones de miembros agrupados en cerca de 27,000 clubes. Por su parte, la Bundesliga, la liga de fútbol profesional, atrae una media de diez millones de espectadores por temporada. Los equipos más importantes, como el Borussia de Dortmund, el Schalke 04 y el Bayern Múnich, registran una asistencia media de 60,000 almas por cotejo.

Por segunda vez en su historia, a la DFB se le ha otorgado la responsabilidad de organizar una Copa Mundial, la primera vez en 1974, cuando la parte occidental del país entonces dividido asumió el reto de hospedar la contienda deportiva global. En esta ocasión, un total de 32 seleccionados nacionales diputarán en Alemania el codiciado trofeo, en medio de un desafío logístico que en palabras del Presidente de la UEFA, el sueco Lennart Johansson, “Posiblemente sólo hubiesen podido afrontar cinco países europeos: Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y España”.

A diferencia de Alemania 2006, en 1974 sólo compitieron por el trofeo un total de 16 combinados. En aquella cita, casi dos millones de espectadores presenciaron los 38 partidos en nueve ciudades, lo que dio una media de 46,685 parroquianos por encuentro. Luego de tres décadas, casi todos los alemanes con edad suficiente conservan en su memoria la clase, el estilo y la visión de juego del glorioso líbero Franz “El Káiser” Beckenbauer, así como el gol de la victoria del sensacional  Gerd “Torpedo” Müller sobre Holanda en la gran final, que se resolvió con pizarrón de 2-1.

Los teutones cuentan con un moderno y eficiente sistema de transporte público, partiendo de una avanzada red de carreteras, ferrocarriles y aeropuertos, lo cual garantiza viajes eficientes a todos los visitantes de la Copa del Mundo. El gigantesco aeropuerto Rin-Meno de Fráncfort supera los 40 millones de pasajeros al año, y registra más despegues y aterrizajes que cualquier otra pista de Europa. Un rápido desarrollo de las líneas de ferrocarril, especialmente el ICE (Inter-City Express) y de las autopistas Autobahn, augura una experiencia placentera para todos los amantes del fútbol que visiten a Alemania durante el gran clásico cuadrienal.

Las ciudades y los estadios de Alemania 2006

Este espacio es dedicado a los estadios de fútbol, que para este deporte son, más que un lugar donde se realiza su práctica, una especie de templo pagano donde los hinchas profesan sus más profundas devociones a sus ídolos deportivos y adoran a sus equipos de preferencia. No en balde estadios clásicos como el de San Mamés, en el País Vasco español, o el de Old Trafford, sede del Manchester United inglés, reciben apelativos de una fuerte carga emotiva como “Catedral del Fútbol” o “Teatro de los Sueños”, respectivamente.

No se conoce otra actividad deportiva en la cual la cancha y las graderías que la circundan tengan una dosis tan alta de protagonismo. Sus nombres aparecen en los encabezados de los periódicos como si se tratara de jugadores que han saturado las redes con goles de antología, y sus apodos se murmuran en las calles en la misma medida que los de porteros de grandes hazañas o entrenadores de férrea voluntad.

Para los lectores de la prensa especializada no es extraño ver impresos titulares así: “Tiembla el Mestalla” (cuando el Valencia cae por goleada a domicilio), “Ballack conquista el Allianz Arena” (cuando el delantero del Bayern Múnich hace de las suyas) o “Madrid derrumba el Montjuic”, cuando los merengues se imponen de visita al Espanyol. Estas moles de concreto viven las victorias y lloran las derrotas de sus equipos, profesan odio a sus contrarios, se embriagan con el frenesí de sus inquilinos y entristecen enormemente a todos los aficionados cuando éstos se encuentran ausentes.

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