Última publicación del diálogo ideado y conducido por la escritora Rosa Silverio con sus colegas Carmen Imbert –cuyas ocupaciones no le permitieron participar de los últimos diálogos- Manuel Llibre y yo. Ojalá algún día volvamos a tener una conversación tan respetuosa, seria y de buen humor sobre el oficio de escribir. Gracias, Rosa, por inventar esto.
ROSA: Ahora les lanzo otra pregunta: ¿Hasta qué punto debe importarle a un escritor la crítica?
JUAN FREDDY: Mucho porque ha de ser su guía, orientación y valorización.
LLIBRE: Pues quizás hasta el mismo punto que le importe la técnica; es decir, servirte de ella, pero sin que te estorbe o te frustre o te haga sentir vanagloriado.
ROSA: El miedo a la crítica puede ser paralizante para un escritor. Por eso no debe darle más importancia de la que pueda tener.
JUAN FREDDY: Si el escritor quiere hacer una obra que trascienda su tiempo, debe oír al crítico, pero cuando está trabajando, debe ignorarlo y dar rienda suelta a sus instintos e intuiciones, ignorando también al lector, aunque conozca y se interese por sus impresiones.
ROSA: El escritor puede leer la crítica, e incluso aprender de ella, crecer gracias a ella, pero tampoco puede vivir por ella, detenerse por ella, ni nada parecido.
LLIBRE: Lo que más presiona al artista es el aspecto comercial o la búsqueda de éxito inmediato, de aceptación a corto plazo.
ROSA: La labor del escritor es escribir, y punto. A otros les corresponderá juzgar
LLIBRE: Así es, Rosa, pero cuando mandas a 10 concursos y no ganas ninguno, empiezas a mirar lo que escriben los que ganan. Entonces hay gente que se sube al aparejo de la mula de la crítica. Lo cual suele ser obviamente un gran error; es bueno ir con la corriente, pero mucho mejor es ser quien la creó originalmente.
ROSA: No desdeño la crítica. Todo lo contrario, pero creo que tampoco esta debe ser la que determine los pasos de un escritor. Porque entonces se convertiría en un corsé. Y un escritor puede ser desdeñado hoy por los críticos y venerado dentro de cien años.
JUAN FREDDY: Correctísimo, Rosa. Así pasó con Whitman, Moreno Jimenes.
NUESTRA POESÍA DE AYER Y HOY: ¿BUENA, MALA O MALÍSIMA?
ROSA: El destino de un escritor y su obra no se determina a corto plazo. Toma su tiempo. Sabrá Dios si cuando nosotros estemos muertos, dentro de cien años, alguien se acordará de nosotros, de lo que fuimos y escribimos. Pero, bueno, ya dejemos la crítica a un lado y pasemos a la última pregunta que les tengo. ¿Qué piensan ustedes de la poesía dominicana? La pasada y la contemporánea.
JUAN FREDDY: Creo que nuestra poesía queda bien parada frente a las mejores del continente. Sobre todo la pasada: Domingo Moreno Jimenes -padre fundador-, Avelino, Mieses Burgos, Mir, Cabral, Gatón Arce, Rueda, Hernández Franco, Rafael Américo Henríquez, Carmen Natalia, Aída, pueden ponerse de tú a tú con los grandes. De la actual digo que hay buenos poetas: Morrison, Martha Rivera Garrido, Jovine Bermúdez, Andrés Mateo, Mármol, José Enrique García, García Cartagena, Sánchez Beras, ustedes: Rosa y Llibre. Pero estos últimos todavía no les llegan a los viejos mayores.
LLIBRE: Me limitaré a decir que coincido con la idea, no por un tonto chovinismo. Basta leer y comparar; las comparaciones son odiosas, pero inevitables. Mieses Burgos, por ejemplo, es un cántaro que todavía anda rodando pendiente abajo y cada vez es un sonido nuevo. Como en todas partes, hay de todo, pero el nivel es bastante aceptable y así lo demuestra el interés en nuestra literatura de países como España e Italia.
ROSA: Pero según Juan Freddy hace falta más trabajo y más escritura de los poetas contemporáneos.
LLIBRE: Y también más trabajo serio de críticos y comerciantes. Es como dijo Juan Freddy hace un rato: si no se dan a conocer obras y autores, nadie sabe qué aportaron.
ROSA: Entonces, ¿creen ustedes que actualmente se está haciendo buena poesía en el país?
JUAN FREDDY: Yo lo creo. Pero no muy buena ni excelente. Hace falta un impulso que permita alcanzar a los venerables maestros.
LLIBRE: Hasta cierto punto, siento que estamos en una especie de tránsito entre un período y otro, entre una gran generación de autores y otras. No te puedes inventar el vedrinismo ni la poesía sorprendida, no te puedes inventar ningún ismo que te catapulte a la historia. Ya no hay colinas sacras y la cafetera es un lugar para turistas y duendes de los parques. Como dice Juan Freddy, hay que apretar el paso; no sé si para darle alcance a los maestros, pero sí para darle caza a los conflictos de este tiempo. Un escritor vive de conflictos, los consume, los transmuta, y si no puede escribirlos enloquece. La poesía de este tiempo, como la de cada tiempo, refleja los conflictos de su momento, pero cuidando de que estos no la conviertan en himnos o panfletos.
¿CÓMO ALCANZAR A LOS MAESTROS?
ROSA: ¿Y qué deben hacer los poetas actuales, los de mi generación, para «apurar el paso»? ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos llegar a la altura de los grandes?
JUAN FREDDY: Para apurar el paso lo importante es leer y escribir mucho. Y sobre todo, trascender nuestra tradición hispánica: Estudiar bien a ingleses, alemanes, chinos, japoneses, buscando nuevas formas. Y volver a los clásicos, porque lamentablemente hay mucha ignorancia de ellos. Y además, conocer mejor nuestra idiosincrasia y mitología nacional.
LLIBRE: ¿Qué debemos hacer los poetas actuales? Si lo supiera escribiría un libro, me haría rico y no les hablaría más ninguno de ustedes.
JUAN FREDDY: ¡Adió, vea! Cierre con boche de oro, Llibre.