A continuación copio el comentario de Claudio Cohén a mi artículo anterior sobre René del Risco como compositor de canciones:
“EL BUEN COMPOSITOR AJUSTA EL VESTIDO SOBRE EL CUERPO
No hay orden ni prioridad en el compositor de música, como no lo hay en el escritor de letras.
Sin embargo, componer música para letras y viceversa, tiene algunas normas que hacen más armonioso y trascendente el producto final: la canción.
El escritor debe saber que si escribe sin métrica, como vaso de agua derramado, al músico le será más difícil (pero más creativo) el proceso de musicalizar.
Daré un ejemplo:
Juan RAMON Jiménez escribió su memorable “Platero y yo”, libro que debería ponerse nuevamente en boga por reivindicar con amor a esos seres clasificados como irracionales y que llamamos animales. Está escrito en prosa poética.
Del mismo, musicalicé “El Pozo”, y la música no permite advertir que es prosa poética.
He musicalizado a Neruda, Borges, Benedetti, Del Cabral, Mir, Lebrón Saviñón y al mismo René del Risco, entre otros, y cada encuentro con la literatura es una experiencia diferente para el compositor.
CANCIONES COMERCIALES
La estructura comercial de una canción da los siguientes pasos en sentido general: introducción; melodía baja; estribillo o melodía alta; vuelta a melodía baja; “divertimento”, que es una música y estructura armónica distinta; puente musical; y estribillo nuevamente.
Pero el poeta escribe fluido, sin repetición, y ahí está la labor -no obligatoria- de repetir una estrofa con las mismas letras o creativamente reordenar los versos, para crear un estribillo.
Borges, por ejemplo representó un grandioso reto porque en el texto elegido ( “Límites”, poema cumbre, donde reconoce las limitaciones que acompañan al ser humano), concatenaba la idea de una estrofa con la próxima, por eso extendí melódicamente la ultima palabra del cuarto verso de la estrofa para que quien escucha la canción sepa que la idea no ha concluido con el cuarto verso.
Y es que así como hay estrofas de cuatro versos, también la música -que es el vestido de la mujer o cuerpo- tiene su medida o métrica para concluir los sentidos literarios. O sea, la música tiene, como la ropa que usamos, una “talla”, por así decirlo.
MUSICALIZAR TEXTOS ES COMPLEJO, INESPERADO Y CREATIVO
En “Laberinto”, del mismo Borges, me sobró música, y decidí repetir la primera estrofa (“No habrá nunca una puerta estás adentro y el Alcázar abarca el universo y no tiene ni anverso ni reverse, ni externo muro ni secreto centro”).
Luego y con auto-licencia de compositor, devolví el poema, al cantarlo desde el último verso al primero.
Así, de manera creativa encerré su poema en un “Laberinto” porque regresé al verso inicial: “No habrá nunca una puerta”.
En publicidad aprendí que la creatividad debe de ser pertinente y llegarle al público objetivo por dos vías: razón y emoción. Buscar palabras para rimar es ejercicio intelectual que muchas veces nada aporta al contenido. Y haciendo analogía con el poema, las formas literarias deben ceñirse a la misión de comunicar ideas. Mientras más creativas sean estas, más poesía contendrán.
CASO PEDRO MIR
Cuando en su poema cumbre “Hay un país en el mundo” exige: “Dadme tiempo, coraje para hacer la canción”, la escribe en versos de 10 sílabas y con predominancia de rima asonante. Luego, en el desarrollo los mantiene en 11 sílabas, que para fines musicales no hace mayor diferencia. Y todas las últimas palabras, con su honrosa excepción, son graves o llanas. Por eso fue fácil musicalizarlo.
CON RENÉ DEL RISCO
…pasó algo similar: me faltó letra. Recompuse el texto respetando el sentido y sentimiento en poema musicalizado “Han empezado”, con arreglo de Juan Luis Guerra y Manuel Tejada. Es un texto cargado, de ambiente pesado y descriptivo. Por eso, la música da espacios para que respire el silencio que dejan las palabras, o responde con el arreglo y los tonos menores o mayores a lo expresado, cuando es preciso.
LA POESÍA REGULADA ES MÁS FÁCIL DE MUSICALIZAR
Poetas como Neruda son de muy fácil musicalización por la regularidad de los versos.
Pero a cada texto hay que buscarle su música, “porque cada cuerpo tiene un vestido”, respetando los significados y acentuando correctamente, sin deformar palabras.
¿Qué es deformar las palabras? Cambiarles la acentuación.
Un símil de esto (que ya lo comparé con el cuerpo) es como querer vestir un cuerpo con una talla que no le ajusta.
Como en el habla, en la canción acentuar mal cambia el sentido y la sintaxis.
Les doy un ejemplo, de manera respetuosa.
La canción que Juan Luis Guerra -genio de la armonía y la melodía, dos de los tres elementos de la canción- canta junto a Enrique Iglesias está mal acentuada en el estribillo, con la intención de privilegiar el ritmo del fraseo literario.
“Cuando me enamoro” versa sobre lo que ocurre a una persona al enamorarse.
“Cuando me enamoro
A veces desespero
Cuando me enamoro
Cuando menos me lo espero, me enamoro
Se detiene el tiempo
Me viene el alma al cuerpo
Sonrío, cuando me enamoro”.
Al leer esos versos, vemos que “enamoro” es una palabra grave o llana, que está en rima con las terminaciones verbales de las últimas palabras de los siguientes versos. (enamoro, desespero, tiempo, cuerpo)
Sin embargo al cantar la canción la pasan de grave o llana a agudas, y en vez de decir “Cuando me enamoro”, dicen “Cuando me enamoró”, cambiando el tiempo verbal, y alterando el contenido y la sintaxis.
¿DE QUE HABLAN LOS VERSOS?
Sugieren lo que pasa cuando dos personas se enamoran. Les pasa “esto o aquello”.
Así la cantan para mantener el fraseo rítmico:
“Cuando me enamoró
A veces desespero
Cuando me enamoró
Cuando menos me lo espero, me enamoró
Se detiene el tiempo
Me viene el alma al cuerpo
Sonrío, cuando me enamoró”.
En ALERTA del próximo domingo, seguirá lo escrito por Claudio Cohén.