ALERTA. Comentando la novela Caléndula, de Kianny N. Antigua, I

ALERTA. Comentando la novela Caléndula, de Kianny N. Antigua, I

Juan Freddy Armando

El 6 de marzo de 2017 se puso a circular en el Centro Cultural Banreservas la novela Caléndula, de la poeta, cuentista, ensayista y novelista dominicana Kianny N. Antigua, residente en Estados Unidos. Me correspondió presentarla. Como siempre, busco ser objetivo, señalar virtudes y defectos en el libro del que escribo. A partir de hoy, publicaré en varias partes las palabras con que me referí a dicha obra.

1.DEFINICIÓN DEL NOMBRE Y EDITORA

¿Qué es Caléndula?

Lo mejor del estudio de una obra es lo que uno aprende mientras se la explica y la explica. Independientemente del propósito con que se estudie, ya sea para presentarla en un acto, dictar una conferencia o redactar una crítica.

En este caso, lo primero que aprendí fue qué significa la palabra caléndula, vocablo que, por su sonido, conjeturaba se refería a un tipo de fiebre alta o fuerte calentura; o quizás una de hervor erótico, ardiente; por su sufijo éndulami mente la asociaba también a algún fenómeno o estadio del almanaque, ya que recuerda a calendario; o, finalmente, imaginaba se trataba de algún tipo de carnaval, ya que se parece a carnestolenda, de donde se deriva esa palabra, y que, contrario al sonido de la voz carnaval, significa quitar el consumo de carne desde los tres días antes de la cuaresma.

Fui, como ha de hacer todo dudoso ignorante, al diccionario de las Academias de la Lengua Española –que así debería llamarse, puesto que ha dejado prácticamente de pertenecer a la llamada Real Academia de la Lengua Española y pasado a ser regido por la Asociación de Academias de la Lengua Española diseminadas en el mundo.

Allí encontré que caléndula significa muchas cosas, pero hay una en particular que es a la que alude nuestra autora: la planta también llamada maravilla, y, según la tercera y cuarta acepciones, significa:

  1. f. Planta herbácea de la familia de las compuestas, de 30 a 40 cm de altura, con hojas abrazadoras y lanceoladas, y flores terminales conpedúnculo hinchado, circulares y de color anaranjado, que, cocidas, se han usado en medicina como antiespasmódico.4. f. Especie de enredadera, originaria de América, que se cultiva en los jardines y tiene la flor azul con listas purpúreas.

¿Qué es Sudaquia?

El otro aprendizaje fue aproximarme al significado de la palabra Sudaquia, que identifica tanto a la Editorial como a la Colección a las que pertenece el libro. Pensé, como siempre llevándome del oído, que se refería a conjunto de sudores, ya que la terminación quia significa  colector, suplidor o conjunto, como en parroquia: grupo de vecinos de una demarcación religiosa a los que se suplen los sacramentos. Busco en el mataburros y me indica que la palabra sudaquia no está registrada, pero me informa que la más cercana es sudaca, y aprendo que esta significa un acortamiento irregular y despectivo y coloquial con el que en España se refieren a los sudamericanos. Sin embargo, Sudaquia puede que aluda a algún tipo de ave, ya que el logo parece ser un pájaro al alzar el vuelo.

Luego veo en la tapa frontal del libro la imagen de un pueblo casi campesino, de pocas casas, sobre el que cae una especie de rayo negro, diabólico, que lo atraviesa y podría interpretarse como que se pierde bajo la tierra o irrumpe en la esquina inferior derecha y cae casi quemando las manos del lector.

Luego, obvio falsa portada, créditos, índice, dedicatoria, epígrafes, y entro al libro.

  1. ANÁLISIS DEL CONTENIDO

El terrible Fermín Herrán Rodríguez

De inmediato, en la puerta misma del libro, me encuentro con un retrato escrito del protagonista: el terrible, mortífero, destructivo Fermín Herrán Rodríguez, protagonista o antihéroe de la obra.

Luego me encuentro con la frase “Yeya, yo me quiero i’ pero la Vi’gensita no me aber la pueita”, dicha por Fermín a su amante de turno. La misma contiene un elemento que jugará una importantes función en el desarrollo de la narración. Es decir, el hecho de que este señor quiere morir y no lo logra, posiblemente debido a unos resguardos que le puso una bruja para librarlo de todo mal. Pero también porque es un asesino contumaz, para quien la vida de una persona vale menos que una cucaracha en un gallinero, y mata por cualquier “quítame esta paja”.

Evidentemente, Fermín quiere morir porque está ya casi sin músculos, con la piel pegada a los huesos, dolores de todo tipo, y su orgullo de hombrón que doblegaba a todos ahora yace yerto en una cama con toda la debilidad, abandono de las fuerzas y sufrimientos insoportables para él.

Luego veremos que sus hijos son tal para cual, de tal palo tal astilla, pues ellos desean desesperadamente que muera, “porque ya el vivió to’ lo que iba a viví”, señala uno de ellos, quien ya le ha enviado su corona de flores como si ya hubiese muerto… o para que muera.

Que yo sepa, hay otra novela dominicana que trata este fenómeno con un enfoque distinto al de Kianny N. Antigua. Se trata de una versión novelada de la vida del expresidente Joaquín Balaguer, quien tuvo una vida tan larga, y el novelista fabula la idea de que al final estaba cansado de la vida, pero no podía morir debido a que le habían hecho un “trabajo” para que no pudieran matarlo, y quedó para siempre atrapado en un bolero. Me refiero a una novela a la que a mí, por cierto, me tocó sugerir el título que lleva: El hombre que no podía morir, del periodista y escritor Rafael Darío Durán.

La Virgen María lo protege

Un fenómeno curioso que se da aquí es que la autora hace acopio de una realidad que se da mucho en nuestros campos y ciudades: el malón, el criminal, el ladrón, el mafioso, mentiroso, malévulo profesional, de cuerpo entero, que, sin embargo protegido por una santa o santo.

Nos lleva esto a reflexionar sobre el hecho de que todo ser humano tiene su ética particular, de modo que un delincuente de uña en el rabo, en lo profundo de su alma no se considera malo, ni pecaminoso, sino que ve su conducta personal como algo natural, lógico y aceptado por su Dios o dioses, deidades, semi-deidades, sub-deidades. La persona que Kianny N. Antigua ha hecho un personaje, en este sentido considera que su vida ha sido justa, santa, y no ve como crímenes sus tropelías, sino como actos de justicia ante el que le ha quitado o le quita su “derecho” de apropiarse de todos los bienes habidos y por haber.

Siente que recibirá la protección, dinero y suerte absoluta y segura, si le prende velas o paga una misa a San José, San Antonio o cualquier otro santo, o al mismísimo Cristo, y particularmente si le hace a la Virgen María, las promesas de ir descalzo y vestido de alistado a la Basílica de Higüey podrá hacer todo tipo de fechorías y será premiado con que todo le salga bien. Su Santa siempre lo saca con bien.

Así las cosas, Fermín no tiene conciencia de que él es malo. Para él, él es bueno, y hasta buenísimo.

En la próxima entrega, continuaremos analizando otros aspectos de este y otros personajes de Caléndula, así como la trama con la que Kianny N. Antigua estructura su interesante y valiosa novela Caléndula.