En dos artículos anteriores, me he referido a las diversas y variadas razones por las que un lector, culto o no, genera un rechazo a las obras de algunos autor (las que llamo artefobias): choques personales entre biografías de lectores y escritores, y otras. Sin embargo, hay una importante causa que no aludí, y quiero tratar hoy. Los niveles de entrenamiento en el oficio de leer, la formación del buen gusto: no saber leer. Así como una persona puede no estar preparada para abordar buen cine o buena música, también puede no saber leer literatura de calidad.
Hay obras literarias de fácil descodificación, y receptores no avezados penetran sus fórmulas y disfrutan su placer estético. Otras exigen un lector entrenado, que haya saltado de aficionado a maduro, de neófito a iniciado.
CÓMO PASAR DE LECTOR AFICIONADO A ENTRENADO
Todo el mundo sabe que para conseguir que el musicófilo o cinéfilo pasen de novatos a experimentados espectadores son necesarios los cursos de apreciación musical y cinematográfica. Porque las obras de ambos géneros, desde el punto de vista de su factura creativa, se dividen en dos grandes grupos:
Uno es el de música y cine populares o sencillas, que recogen piezas de amplio comercio, buscadas por la gran masa de público, y cuya estructura interpretativa es de fácil acceso para cualquier persona.
Otro es el grupo de producciones musicales y cinematográficas sofisticadas o estilizadas, de estructura compleja, con códigos para cuya navegación interior requiere dominar ciertas claves para poder interpretar los símbolos que la componen.
Esa complejidad proviene generalmente del acervo o riqueza técnica educacional acumulados por ese arte a través de años de desarrollo, siglos, milenios, de trabajo por los grandes maestros, quienes han inventado elaboradas escuelas (clásica, renacentista, barroca, romántica, surrealista, modernista, impresionista y otras) que han de ser previamente estudiadas para entender sus principales componentes.
Son comprendidos fácilmente por personas que han estudiado de forma autodidacta, académica o profesionalmente música y cine, pero no por quienes no lo hayan hecho. No es que estos últimos sean ignorantes ( pueden ser personas con alto nivel educativo) sino que desconocen la evolución de los resortes profundos de estas artes. No forman parte de esa especie de logia, de masonería del conocimiento conocedora de escuelas, escuelas, piezas y autores del cine y la música en el tiempo. Esta bien formada élite es reducida en número pero muy necesaria en el avance de las artes.
NECESIDAD URGENTE DE CURSOS DE APRECIACIÓN LITERARIA
Para hacer posible el público para la música y cine complejos, se dan los cursos de apreciación cinematográfica y musical. Enseñan a interpretar complicadas piezas fílmicas de Passolini, Woody Allen, Stanley Kubrick o Fellini; o musicales, como las de Dvorak, Stravinsky, Mahler, Brahms, De Falla, Korsakov. Porque mientras más conoces sobre las claves de una obra de arte más preparado estás para entenderla y disfrutarla.
Pues bien. Con la literatura, al igual que en todas las artes y técnicas y hasta en la ciencia, debe hacerse lo mismo. Hay también dos grupos: unas letras sofisticadas o complejas y otras populares o sencillas.
Si una persona toma un libro con escritos surrealistas sin tener información básica sobre el proceso histórico que ha conducido hasta esa valiosa escuela creativa, puede que los considere textos disparatosos, a pesar de ser maravillosas piezas literarias.
Quizás obras como “Cuaderno de un retorno al país natal, de Cesaire; “Nadja”, de Bretón; Vlía, de Gattón Arce, no me hubiesen gustado si antes no hubiera ascendido a la calidad de lector que requieren.
Probablemente, la mayoría de los lectores del mundo han vivido un proceso como el mío: empecé leyendo paquitos o comics: Tarzán, Supermán, Red Rider, Chanot, Archie y otros. Luego, novelitas con mucho texto y algunas ilustraciones. Después, de vaquero y porno, sin imágenes. Posteriormente, en la Biblioteca Cultural de Hato Mayor aprendí a leer libros con más complejidad y calidad creativa.
¡ORGANICEMOS CURSOS DE APRECIACIÓN LITERARIA Y OTRAS ARTES!
¿Cómo interpretar y disfrutar cuentos, poema, novelas, ensayos, dramaturgia; metáforas, técnicas, escuelas literarias?
Sugiero al Ministerio de Cultura y al Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) organizar cursos de apreciación literaria para educar el gusto y desarrollar la inteligencia de gerentes y trabajadores en descodificar textos de alta creatividad.
También para enseñar a interpretar teatro, pintura, escultura. Y, obviamente, multiplicar los de apreciación musical y cinematográfica.
¿Qué importancia tiene este entrenamiento para el desarrollo industrial y comercial del país?
Lo responderemos el próximo domingo.