Cuando mi amigo Raúl Bartolomé Reynoso me llamó para invitarme a una actividad navideña en su casa, me pasó por la mente el estruendo musical que siempre acompaña a las fiestas navideñas, con merengues, salsas, boleros, rock, y ahora dembow, rap y otras novedades musicales de finales del siglo XX y principios del XXI en nuestro país. Confieso que la música alta no me agrada, a excepción de la estilizada o clásica -me gusta oírla no en los grandes teatros, sino en la maravillosa intimidad de mi habitación, en sublimes videos de mi pantalla gigante-.
Imaginando la bulla de la fiesta, tuve mis dudas sobre si ir a no. Pero luego me acordé de que él nos había invitado en otras navidades a encuentros de amigos escritores y no habían sido con el ruido de las fiestas de fin de año. Decidí ir, y me entusiasmé más cuando me llamó Miguel D. Mena para que le explicara dónde era la cita. Aproveché para decirle que pasaría a buscarlo para que fuésemos juntos.
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La trilogía de Juan TH
La pasé muy bien allí, y quiero destacar haberme encontrado con mi amigo Juan Taveras Hernández, más conocido como Juan TH, distinguido periodista y poeta, quien me obsequió los libros de su trilogía “En tres tiempos”, compuesta por los títulos “En tiempo de nostalgia”, “En tiempo de amor”, “En tiempo de tempestad”, y otra de sus obras: “De amores y otros dolores”. Le prometo que dedicaré una o varias de mis próximas columnas ALERTA a analizar los versos contenidos en dichos libros.
Fue encantador, porque encontrarse con personas con las que tenemos una amistad de largos años, de décadas de armonioso compartir, es una maravilla. Y si uno ama la literatura y va a encontrarse con amigos escritores, muchísimo mejor. Es como un remanso de paz, que es la mejor forma de empezar las fiestas navideñas.
Digo todo eso a propósito de esa excelente celebración realizada el pasado jueves en la noche en casa del poeta, cuentista y publicista Raulín (nombre que le decimos sus amigos más cercanos a Raúl Bartolomé Reynoso) y su simpatiquísima esposa Jacqueline. El patio se llenó de buenos amigos. Nos apoltronamos sobre cómodas sillas en su hermoso patio engalanado con el verde de los árboles, en su casa de la calle José Contreras.
Vino, whisky, coñac, cerveza, comida, son compañeros indispensables de las reuniones de poetas, y no faltaron en este encuentro, cálido por las efusivas muestras de amistad y fresco por la brisa fría de la temporada decembrina.
Disfrutamos de una maravillosa cena-buffet que, a pesar de que la gente de nuestra edad ya no debe comer pesado a esa hora, nos “sacrificamos” para no decepcionar a nuestros estómagos ni a Raulín y Jacqueline.
También aprovechamos para celebrar el cumpleaños cuchumil del director de la Biblioteca Nacional, poeta, cuentista, novelista, nativo de Miches, Rafael Peralta Romero.
Surgieron recuerdos de los viejos tiempos estudiantiles en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, de afinidades y diferendos políticos, graciosas anécdotas del Colectivo de Escritores Y Punto. De aventuras juveniles en bares de buena y mala muerte, como el ya extinto llamado El Almendrón, que era una boîte cuya absoluta oscuridad me hizo decir una vez: “Aquí la gente viene, y si no se siente bien, se pone su ropa y se va”. Estaba bajo un árbol de almendra, en la calle Juan Sánchez Ramírez, próximo a la entrada de la UASD.
Escritores presentes y lectura de poemas.
Aquiles Julián, David Pérez, Miguel D. Mena, Tomás Castro, Pedro Pablo Fernández, Juan TH, Denis Mota Álvarez, Wilfredo Rijo y su esposa la pintora Kirsys Ángeles, Luis R. Santos, Ramón Saba, Antoliano Peralta Romero, Menoscal Reynoso, Rafael Peralta Romero, Alejandro Paulino Ramos, Tony, hermano de Jacqueline, junto a su esposa alemana Dagmar y quien suscribe este artículo.
Disfruté plenamente de la lectura de poemas de todos, entre la gracia de los versos de humor y de amor de Raulín, el poema político de Aquiles, los versos sobre temas deportivos de Tomás Castro, el poema con una sintaxis y metáforas tan originales de Pedro Pablo Fernández, quien, como siempre también nos agradó con sus buenos y malos chistes. Con la ventaja que tiene uno de que cuando no puede reírse del chiste se ríe del chistoso.
Gracias al viejo amigo Raúl Bartolomé Reynoso y a su esposa Jacqueline Pérez, por abrirnos su casa para regalarnos unos instantes en el paraíso de su hermoso patio y su maravilloso brindis.