Nuestra simpar Mayra Johnson Depratt, apasionada enferma por la fotografía, una verdadera fotópata (valga el invento del vocablo) publicó en facebook imágenes “tomadas en 62 viajes por Metro en la ciudad de NY en unos 17 días, desde la estación 181. Nunca pude mirar por el visor ya que esta prohibido hacer fotografías en el Metro por asuntos de seguridad, después del fatídico 11 de Septiembre”. Además, la gente puede enfurecerse porque la fotografíen.
Me inspiró a escribir este cuentensayo:
Ella, como la Maga de neocortazariana, deambulaba en la París occidental. Me siento su Horacio Oliveira persiguiéndola de vagón en vagón, preguntando: ¿Encontraré a la FotoMaga, en ese torbellino donde nos buscamos para no encontrarnos y nos encontramos solo para despedirnos en un encuentro-despedida interminable, casual causal, a mor del “El último Tango en París” bertolucino, donde el Brando ignora el nombre la Schneider; solo quiere su cuerpo.
Me regresa a mis viajes en el Metro neoyorquino desacompañado de anónimos seres anodinos, exóticos para uno como uno para ellos. Estropicio humano en movimiento, soledades colectivas, escandalosos silencios. Cada uno murmura a los que van al lado o de pie adheridos al tubo, maldiciendo interiormente alto, escupiendo mentalmente cada cara, cada hedor, cada cuerpo, cada indumentaria, feos pelos ensortijados, horribles cabellos lacios como espaguetis colgantes, arrugados, enjutos, burdos obesos, ásperas rubicundas, crudas negras, pintarrajeados indígenas, malapalabrosos latinoamericanos, alfombrados caucásicos pelo de paja, febriles amarillos, irlandeses rojos cual tomates caducados, en atuendo de obrero o traje ejecutivo, estola, mitra, pañuelo, poncho, cadenas, vulgares anillos, multicolor ciudad andante, variopinta de humanos sueños y destinos diversos y dispersos.
EN EL METRO, NO MIRES DE FRENTE
Vuelvo al “No mires a la gente a los ojos, pues se enojan”, del escritor Pedro Antonio Valdez cuando con él recorrí por primera vez el bulloso tren neoyorquino. Anónimos callejeros de todas las clases sociales y países, son –o somos- como los locos, que cuando los miran sienten que les descubrieron esa carencia de razón que todo loco se niega a aceptar. Trotamundos, duermen muchas veces en el tren. Van de estación en estación cargando su desatino entre oreja y oreja. No lo aceptan, pero saben en sus adentros que son humanos; es decir, locos, y les avergüenza saber que lo sepan. Piensan que calladamente nos burlamos, y la idea les molesta y te amenazan.
Las fotos me hacen inventar la tensa historia, terrible, agresiva de que un gigantesco negro del Congo Belga o un viking de Irlanda Norteña, grandulotes y bien alimentados por cupones, malparidos por la madre welfare unen sus voces y apartan momentáneamente su apartheid racista y le dirigen a la intrépida Mayra cada un mismo índice disparador mortal, y la espetan a coro: «Hey, tipeja, ¿por qué nos fotografías? Danos la cámara o te la desbaratamos ahora mismo en la cara y luego te despedazamos a ti, y suapeamos el tren con tu cuerpo arrastrándote de cabeza, desperdigando dientes, nariz, labios, ojos, hígado, pulmones, corazón, estómago, tripas sobre el piso, descamarándote y desmujereándote».
VIKING Y CONGOL SE MATAN PERSIGUIENDO A MAYRA
Cuando los gigantes van ráudos hacia la Maga Mayra, el tren se detiene. La intrépida mujer corre como no ha corrido nunca y se les desaparece entre vagones. Congol y viking, gordos, con afecciones cardíacas, caen varias veces y se hieren rodillas, codos, hombros, cabeza, hasta que ruedan por el andén muertos de inmediato por sendos accidentes de tránsito sanguíneo entre cerebro vasculares.
Mientras, los pies ligeros llevan lejos a la fotópata, y sorprende a las gentes del vagón que aborda, que no saben por qué corre y de quién.
Me invento que al otro día, ella lee en Usa Today la información de que a la misma hora de su huidero un nordiamericano y un afroamericano cayeron en el andén luego de ser vistos bajar del tren huyendo uno tras el otro, con la sospecha de que empezaron una pelea en el tren, en la estación 181. La Policía los lleva al hospital de la Amsterdam Ave., y allá va Mayra a hacer las últimas secretas fotos del viaje.
Ahora me sueño que la FotoMaga Mayra expone las fotos secretamente hechas aquí en su Foto Imagen. Ella está temerosa de que la Policía de New York se entere de que ella y su cámara son la causa de la muerte del viking y congol, y la extradite.
¿Apresarán a Mayra por esas muertes?
Lo veremos en la próxima entrega.