¿POR QUÉ Y PARA QUÉ ESCRIBIR Y PUBLICAR?
“Escribir –dice el insigne poeta Ezra Loomis Pound en su libro “Arte de la Poesía”- es cargar la lengua de ideas”. Es decir, para ese maestro el principal motivo de ejercer la escritura debe ser porque se tiene alguna idea fuera de lo común que desea hacer común.
No sé si otros que escriben artículos se han preguntado cuándo escribir y cuándo no. ¿Qué los motiva? En mi caso, respondo esa cuestionante con la muy sencilla fórmula que cito del bardo norteamericano: no escribo ni publico si no tengo algo nuevo qué decir. Igual para cuando quiero plasmar un poema, cuento o ensayo. O una carta de amor, campaña publicitaria o planificar una actividad cultural.
En ocasiones, no soy comprendido o se me malinterpreta, porque, como señala Marshall McLuhan en su libro “Comprensión de los Medios”, la humanidad no asimila fácilmente ideas nuevas.
No obstante, corro el riesgo de pretender motivarlos a pensar, aunque quizás no llegue a pensador, y me pase como al cantautor Patxi Andión: “Posiblemente yo quiera ser camino, y posiblemente me quede en la vereda”. Pero ahí vamos.
¿ES VÁLIDO SER DIFUSOR DE IDEAS DE OTROS?
He visto autores que publican para difundir las ideas de personalidades famosas, pensadores y otros. Me parece eso una obra válida, pues motiva a la gente a incursionar en el mismo, y los pone a reflexionar sobre su obra. Sin embargo, si eso se vuelve una costumbre en quien escribe, va perdiendo su condición de creador de emociones nuevas, de pensamientos nuevos, de imaginería nueva. Me parece que irá anquilosándose y convirtiéndose en un divulgador de ideas, una especie de periodista del conocimiento, que informa de lo que otros piensan o crean. Con ello conseguirá comunicar la imagen de hombre o mujer con gran información cultural, de muchas páginas para la izquierda, muy leído, todo un ratón de biblioteca, pero no será un pensador, o lo fuera en grado menor.
Por eso, al momento de escribir generalmente me provoca más un tema que un autor. O en el caso de que me provoque un autor, generalmente escribo para cuestionar su pensar, usarlo como fundamento de algún pensamiento propio, o señalar un aspecto que los críticos no han observado, o han enfocado poco, en su obra; además, como prueba en apoyo de alguna opinión mía, o para mostrar alguna convicción que comparta con ese autor.
Aunque eso último no lo frecuento, pues estoy convencido de que las citas frecuentes tienen el problema de que da fundamento a la falsa idea de que no podemos expresar una idea filosófica, literaria, científica si antes un maestro estudioso o investigador no la ha sostenido. Y en ese sentido, nos transformamos en seguidores de ese autor, en vez crear, descubrir y sostener nuevas verdades, para lo cual es indispensable cuestionar lo establecido, penetrar la realidad con nuestro propio cuchillo intelectual y así conocer el corazón de la auyama del saber.
EL CIENTÍFICO, INTELECTUAL O ARTISTA DEBEN APORTAR IDEAS
En ese sentido, el trabajo intelectual y científico tiene similitud con el artístico. El pintor, músico, escritor, coreógrafo, dramaturgo, no deben dedicarse a repetir las obras anteriores en la suya, plagiar su propio estilo o el de algún artista admirado, repitiendo fórmulas de obras anteriores. El motivo principal de su trabajo, a mi juicio, debe ser aportar algo innovador, una experiencia nueva, llevar al espectador a un mundo desconocido para su consciente, aunque inconscientemente -como casi siempre ocurre, porque cuando el espectador gusta mucho de una obra es porque él no sabía que sabía lo que contiene- para darle la oportunidad de viajar a una inesperada catarsis, en el país de la dicha estética.
Lo mismo, un literato no debe dedicarse a escribir y publicar más de lo mismo. Porque hasta las series de los escritores que publican sagas producen una cierta renovación en cada entrega, para motivar a que sus espectadores no encuentren lo ya encontrado, ni puedan prever lo que pasará en el próximo instante.
Como he dicho, en la ciencia ha de suceder igual. Desde un investigador documentado, financiado y preparado del todo con su herramientas de su trabajo, hasta el simple articulista, deben publicar siempre algo nuevo. Incluyéndome a mí, que no trabajo contratado por una institución que me pague por investigar, sino que me apoyo en mis simples observaciones, lecturas y reflexiones.