ALERTA. En el poema de Mora, la etnia superior es la mulata

ALERTA. En el poema de Mora, la etnia superior es la mulata

Juan Freddy Armando

POR PRIMERA VEZ MANDAN SOBRE BLANCOS Y NEGROS

En el artículo anterior, me referí a la primera virtud que destaca en el poema “Génesis de los Mulatos” de Manuel Mora Serrano: atribuirles a los mulatos la creación del mundo, en sustitución de Dios.

Ahora veremos la segunda notable cualidad de la pieza comentada: Los mulatos asumen la principalía.

ROMPE LA TRADICIÓN POÉTICA

DE DOMINIO DE OTRAS ETNIAS

Elemento creativo y socio-etnológico que engrandece el poema es irse cuesta arriba de lo hecho generalmente por los escritores que lo anteceden. Rompe, como hemos dicho, la tradición dominicana, caribeña, y yo diría que universal, de la valoración de razas y etnias en la poesía. Porque asume la mulata como la más importante, la que dirige los procesos del mundo, mientras la blanca, mestiza y otras quedan supeditadas a su reinado:

“Cuando los mulatos hicimos el mundo a nuestra semejanza

y vimos que era bueno y deseable, dijimos:

que la carne del mulato queme la carne blanca bajo las noches,

que sea sol en las noches sobre la mañana en sábanas

[de la mujer blanca

y dijimos: ame el mulato la piel blanca entregada y sea su señor,

en ella se enseñoree como rey en la noche, como rey en el día

y sea así sobre la piel sin color, sobre la piel sin pigmento

y que sea ají, pimienta y sudor, calor y fuego

[sobre la hembra blanca.

Dijimos: ame el blanco a la hembra mulata,

encuentre en ella un misterio interminable y sea su esclavo:

por ella robe, mate y pierda el sueño y las fuerzas”.

¿CÓMO HA SIDO TRATADA ESTA ETNIA

EN POEMAS ANTERIORES?

Generalmente negros, mulatos, mestizos, no se enfocan como grupos principales, sino dominados. Se asume a la raza blanca como fundadora del mundo y la humanidad, para servírselos en bandeja de plata.

A tal punto es así que hay mulatos de piel clara que -en un afán de sentirse superiores- se consideran blancos, y califican como negros a mulatos de piel y rasgos más cercanos a la raza negra. Con eso caen en el error de los que en Estados Unidos, ignorando los estudios antropológicos, ven como negras a personas que en ciencia etnológica son mulatas. Por ejemplo, el ex presidente Barack Obama, mulato de tomo y lomo, (por su madre blanca judía  y su padre negro africano) es erróneamente llamado negro.

Hay más: Los autores que han desarrollado la saga de la llamada poesía de la negritud, aun defendiendo a negros y mulatos, los ven como inferiores explotados por los blancos, y destinados a los trabajos más duros, por supuestas falencias naturales y su poca o ninguna educación.

INOCENCIA DE LOS BLANCOS

Y CRIMINALIDAD DE LOS NEGROS EN YELIDÁ

El mismo excelentísimo poema Yelidá, de Tomás Hernández Franco -un fragmento del cual es citado por Mora Serrano como epígrafe- aborda el tema de mulatez y negritud a favor de la raza blanca.

Trata, como se sabe, sobre el maridaje entre Erick, el joven de Noruega, quien viene junto a su tío en un barco que comercia el famoso bacalao de ese país. Se escapa de la nave y queda en el puerto, seducido por la negra Madame Suquí, y procrean a la hermosa muchacha que da nombre al poema.

Pero en el desarrollo del texto, el poeta inventa una imagen inocente, tierna y sublime para los dioses blancos de los blancos vikingos. Es falsa porque quien haya estudiado la mitología nórdica sabe que son violentos como todos los dioses: Odín furioso, Loki embustero, Freya amorosa guerrera, Thor tonante.

Así, establece una contraposición con la imagen de crueles, sucias, asesinas, estupradoras, que endilga a las deidades del mito africano, transportadas en las mentes de los esclavizados hombres y mujeres traídos a la fuerza por los barcos negreros en época de la colonia al Santo Domingo español y Saint-Domingue francés.

Asímismo, en otros de los versos negros o negroides, de Manuel del Cabral, Rubens Suro, Nicolás Guillén, Luis Palés Matos, Alejo Carpentier, Juan Antonio Alix, la blanca es raza dominante, tal como en los poemas indigenistas caribeños y sudamericanos.

El texto de Mora Serrano les lleva la contraria e innova en este aspecto:  Ahí manda el mulataje. Esto lo distingue en las letras dominicanas, caribeñas, y quizás de nuestra lengua castellana en general.

En la próxima entrega, examinaré otras propiedades del poema que explican por qué lo califico como una grandiosa pieza épica.

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