POR PRIMERA VEZ MANDAN SOBRE BLANCOS Y NEGROS
En el artículo anterior, me referí a la primera virtud que destaca en el poema “Génesis de los Mulatos” de Manuel Mora Serrano: atribuirles a los mulatos la creación del mundo, en sustitución de Dios.
Ahora veremos la segunda notable cualidad de la pieza comentada: Los mulatos asumen la principalía.
ROMPE LA TRADICIÓN POÉTICA
DE DOMINIO DE OTRAS ETNIAS
Elemento creativo y socio-etnológico que engrandece el poema es irse cuesta arriba de lo hecho generalmente por los escritores que lo anteceden. Rompe, como hemos dicho, la tradición dominicana, caribeña, y yo diría que universal, de la valoración de razas y etnias en la poesía. Porque asume la mulata como la más importante, la que dirige los procesos del mundo, mientras la blanca, mestiza y otras quedan supeditadas a su reinado:
“Cuando los mulatos hicimos el mundo a nuestra semejanza
y vimos que era bueno y deseable, dijimos:
que la carne del mulato queme la carne blanca bajo las noches,
que sea sol en las noches sobre la mañana en sábanas
[de la mujer blanca
y dijimos: ame el mulato la piel blanca entregada y sea su señor,
en ella se enseñoree como rey en la noche, como rey en el día
y sea así sobre la piel sin color, sobre la piel sin pigmento
y que sea ají, pimienta y sudor, calor y fuego
[sobre la hembra blanca.
Dijimos: ame el blanco a la hembra mulata,
encuentre en ella un misterio interminable y sea su esclavo:
por ella robe, mate y pierda el sueño y las fuerzas”.
¿CÓMO HA SIDO TRATADA ESTA ETNIA
EN POEMAS ANTERIORES?
Generalmente negros, mulatos, mestizos, no se enfocan como grupos principales, sino dominados. Se asume a la raza blanca como fundadora del mundo y la humanidad, para servírselos en bandeja de plata.
A tal punto es así que hay mulatos de piel clara que -en un afán de sentirse superiores- se consideran blancos, y califican como negros a mulatos de piel y rasgos más cercanos a la raza negra. Con eso caen en el error de los que en Estados Unidos, ignorando los estudios antropológicos, ven como negras a personas que en ciencia etnológica son mulatas. Por ejemplo, el ex presidente Barack Obama, mulato de tomo y lomo, (por su madre blanca judía y su padre negro africano) es erróneamente llamado negro.
Hay más: Los autores que han desarrollado la saga de la llamada poesía de la negritud, aun defendiendo a negros y mulatos, los ven como inferiores explotados por los blancos, y destinados a los trabajos más duros, por supuestas falencias naturales y su poca o ninguna educación.
INOCENCIA DE LOS BLANCOS
Y CRIMINALIDAD DE LOS NEGROS EN YELIDÁ
El mismo excelentísimo poema Yelidá, de Tomás Hernández Franco -un fragmento del cual es citado por Mora Serrano como epígrafe- aborda el tema de mulatez y negritud a favor de la raza blanca.
Trata, como se sabe, sobre el maridaje entre Erick, el joven de Noruega, quien viene junto a su tío en un barco que comercia el famoso bacalao de ese país. Se escapa de la nave y queda en el puerto, seducido por la negra Madame Suquí, y procrean a la hermosa muchacha que da nombre al poema.
Pero en el desarrollo del texto, el poeta inventa una imagen inocente, tierna y sublime para los dioses blancos de los blancos vikingos. Es falsa porque quien haya estudiado la mitología nórdica sabe que son violentos como todos los dioses: Odín furioso, Loki embustero, Freya amorosa guerrera, Thor tonante.
Así, establece una contraposición con la imagen de crueles, sucias, asesinas, estupradoras, que endilga a las deidades del mito africano, transportadas en las mentes de los esclavizados hombres y mujeres traídos a la fuerza por los barcos negreros en época de la colonia al Santo Domingo español y Saint-Domingue francés.
Asímismo, en otros de los versos negros o negroides, de Manuel del Cabral, Rubens Suro, Nicolás Guillén, Luis Palés Matos, Alejo Carpentier, Juan Antonio Alix, la blanca es raza dominante, tal como en los poemas indigenistas caribeños y sudamericanos.
El texto de Mora Serrano les lleva la contraria e innova en este aspecto: Ahí manda el mulataje. Esto lo distingue en las letras dominicanas, caribeñas, y quizás de nuestra lengua castellana en general.
En la próxima entrega, examinaré otras propiedades del poema que explican por qué lo califico como una grandiosa pieza épica.