ALERTA. ¿Es deshonesto producir arte por dinero?

ALERTA. ¿Es deshonesto producir arte por dinero?

Juan Freddy Armando.

A propósito de una de mis entregas de la serie titulada “¿Se escribe literatura para ganar fama, dinero o ser feliz?”, mi amigo, el cuentista y cineasta Leo Silverio dio una opinión, en la que censuraba que se escriban obras de arte por dinero. Le agradezco haber leído y emitido su libérrimo juicio sobre mi artículo, y ahora lo comento.
No me parece que escribir por dinero sea inmoral ni antiético, pues si lo fuera, lo serían también todas las profesiones y oficios, por cuya ejecución se cobra. Depende más que nada del contenido y propósito con que se haga. Por ejemplo, muchos autores, como Carlos Drumnond de Andrade, Constancia Colmenares, René del Risco, Miguel Alfonseca y otros han escrito por dinero, porque cuando era creativos publicitarios hicieron campañas para diversos productos masivos, estrategias de comunicación, discursos de empresarios, historias de productos, etc. Porque en la publicidad se hace arte al servicio del comercio. También, como he dicho en otras entregas, los grandes músicos escribían grandes piezas para príncipes, reyes y mecenas, a cambio de protección y bienes materiales.
NO ES INMORAL HACER NEGOCIOS CON LA CREACIÓN

Tampoco considero incorrecto que se escriba para comercializar la propia creación literaria a través del mercado. Es legítimo y justo este ejercicio de sus aptitudes escriturales. Tampoco es criticable que un autor eche a un lado sus gustos y opiniones personales para lograr textos que gusten a críticos y lectores, y de ese modo ganar premios y fama. Precisamente, la tesis central en la mencionada serie de artículos es que (respeto lo que piensen los demás, pero esa es mi opinión) el objeto principal de la vida es ser feliz, hacer lo que te hace feliz. Y lo ético es hacerlo sin perjudicar a los demás.

Comparto esa convicción con Juan Bosch, a quien un periodista le preguntó por qué había dejado la literatura para dedicarse totalmente a la política, y respondió: «Porque el principal deber de un hombre es dedicarse a lo que le da felicidad, y mi mayor felicidad en este momento es dedicarme a la política, para, a través de ella, lograr la liberación de mi pueblo».

Entonces, si te dedicas a escribir, puedes conseguir la felicidad con cualquiera o todos esos propósitos o caminos (fama, premios, lectores, dinero, el acto mismo de escribir), pero, ¿cuál es el camino más seguro de conseguirla al dedicarte a escribir literatura? Evidentemente, como he dicho anteriormente, el de ser feliz por el acto mismo de escribir, de gozar tú mismo tus creaciones, disfrutar vaciarlas al papel o la computadora, leerlas y releerlas.

ONCEÁLOGO PARA SER UN ARTISTA FELIZ

Porque para alcanzar esa meta no necesitas de los demás, no dependerá del mercado, lectores, críticos, académicos, comerciantes, editores, etc. Ahora bien, para lograr eso requieres tener en tu mente algunas aptitudes que generalmente no tienen los escritores, artistas y seres humanos en general, pues eso no abunda. Las resumo en once características, y como me gusta inventar palabras me invento la de onceálogo en vez de decálogo: 1. Seguridad y confianza en sí mismo y sus creaciones. 2. Hondo sentido del desapego y el afán de lucro, fama, premios, y otras vanidades necesarias pero no indispensables para ser feliz. 3. Vivir de otro oficio que no sea del arte, para que su vida y sustento personal no dependan de su obra, y por tanto no esté esclavizada al gusto de otros. 4. Gran sentido de humildad para no importarte que otros brillen más que él en la nombradía pública. 5. Escribir siguiendo tus propias directrices, instintos, intuición, conocimientos, y sobre todo auténticamente identificado con tus convicciones y sueños, ideas y filosofía, gústenles o no a la gente. 6. Tener el convencimiento de que las grandes creaciones, las que han revolucionado arte, ciencia y técnica, han sido, con mucha frecuencia, rechazadas por su época, debido a que las considera disparates, sinsentidos, etc. por no estar en capacidad de comprenderlas. 7. Entender que la dicha de escribir lo que quiera y no lo que otros esperan produce una encantadora paz que es fundamental para la salud física, mental, espiritual y esencial del vivir. 8. Aspirar a premios, lectores, fama, dinero, pero cuidando que eso no tenga una prioridad y obsesión tal que lo angustie o frustre; que no lo convierta en vara rasero de la calidad de tu obra ni de sus aspiraciones vitales. 9. Convencerse de que todo en la vida es pasajero, que no hay nada eterno, y por tanto, todo lo que los hombres buscan como permanente es pura y fugaz vanidad sin fundamento, pues todos esos artista, científicos políticos y de otros oficios, que han logrado fama, su fama es pasajera, puesto que como digo en mi poema “Poético Destino” todo eso se volverá nada con que un simple aerolito destruya o saque de órbita nuestro planeta y quede pulverizado eliminando toda su historia. 10. Darse cuenta de que toda la fama, títulos, premios, lectores, dinero y reconocimiento que logremos serán menos que nada luego de nuestra muerte, en que desapareceremos para siempre material y espiritualmente sin poder ver ni disfrutar nada de esas glorias, que entonces se vuelven puerilidades cursis, estériles y tontas. 11. Convencerse de que lo principal en la vida es el carpe diem de los latinos, equivalente a la felicidad que produce la meditación cuando nos lleva al nirvana o punto espiritual cero, en que somos observadores nulos de pensamiento y sentimiento, en ese limbo que nos libra del ser y su conciencia entorpecedora y creadora de sufrimientos, y quedamos en un éter de ausencia cuya dicha solo puede compararse a lo que vivimos antes de nacer y tendremos luego de morir: la hermosa y dichosa nada.

¿Aspiro a que todos escriban y vivan con esos motivos y convicciones? No. Es lo que aspiro a alcanzar cada día, es mi método y arte de vivir, mi fórmula buscada. Creo que quien se lleva de esto logrará ser feliz y hacer grandes obras. Y no me importa si me creen o no eso. Lo importante para mí es darlas a conocer, y que la gente juzgue y escoja lo que más le convenga.

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