Hoy, hablaré una de las más altas voces de las letras quisqueyanas, que, sin embargo, ha sido ignorada. Pintora. Poeta. Cuentista. Novelista. Pensadora. Poco conocida en el universo cultural del país, porque no era dada a participar en
actividades sociales ni le gustaba juntarse con nuestros escritores y escritoras. Desde hace tiempo, he querido y debido publicar esta reseña, pero las múltiples ocupaciones y otras tareas impuestas por las urgencias de trabajo personal y
nuestros acontecimientos artísticos me hicieron retardarla hasta este momento.
Continuemos.
Residía en el tercer piso del mismo edificio –el número 60, si mal no recuerdo- de la calle César Nicolás Penson donde vivía Juan Bosch. Ella en el tercer piso, Bosch en el segundo. Tuvieron muy pocas ocasiones de conversar. Apenas se saludaron una que otra vez cuando coincidían en el momento de la llegada o salida. Eurídice era huraña. Solitaria. Callada. Talentosa como pintora realista que vendía sus cuadros al selecto publico que conocía de su arte. Sus cuadros
generalmente eran comercializados por el Sr. Roberto Henríquez, -conocido como El Compa- vendedor de arte, o, como suele decirse, en francés: “marchand d’art”.
Su hermoso nombre es de origen griego. En la mitología de ese antiguo y culto país, Eurídice era una dríade o ninfa, esposa del divino poeta y músico Orfeo, quien con sus cantos logró convencer al odioso Caronte para que le permitiera cruzar el mítico río de la Estigia y llegar al Averno a buscarla. Allí, con su lira y poemas persuade a Perséfone y Hades, e intenta traerla al mundo terrenal, pero en el camino la muerde una serpiente y muere.
RETRATO DE LA AUTORA
Nuestra artista ponía la tilde que marcaba su acentuación en la primera Í con que se escribe correctamente su nombre, pero le gustaba que la llamaran Euridice, con el acento sin tilde en la segunda I correspondiente a la palabra grave o llana. En eso me recuerda un caso parecido, aunque no igual, del que ya he hablado en otras ocasiones: el del tirano Trujillo, cuyo nombre completo era Rafael Leonidas Trujillo Molina. Se sabe que Leónidas, también proveniente de la lengua de los añejos aqueos, lleva su tilde en la Ó, pero el sátrapa y sus cercanos acostumbraban escribirlo y pronunciarlo sin la tilde.
El retrato físico de Eurídice podría describirse así: Rostro hermoso dentro de su etnia árabe, tal como nos previene su primer apellido. De piel blanca, pelo lacio, labios de mediano grosor. Estatura aproximada de unos cinco pies cinco
pulgadas. De voz fuerte, caminar pausado y firme. Mirada directa, y profunda concentración tanto para escuchar como para hablar.
Como dice Zeus en la Ilíada, no hablaba nunca para ser complaciente ni buscar consensos. Solo expresar sus ideas en respetuoso y rico intercambio de ideas y con gran seguridad.
BREVE BIOGRAFÍA DE EURIDICE CANAAN FERNÁNDEZ
Esta nota biográfica proviene de la contratapa de su magnífico libro ”Los monstruos sagrados”. También su foto. Nació en San Francisco de Macorís, República Dominicana, en el año 1934. Hija de los señores José Fortunato Canaán
y Ana Agustina Fernández. Escribió sus primeros poemas a la edad de nueve años.
Estudió pintura en la Academia Nacional de Bellas Artes de Santo Domingo y en la Academia “San Fernando”, en Madrid, España. Publicó su libro “Poemas” en el año 1955. Su novela “Los depravados”, edición príncipe, vio la luz en 1964. Figuran inéditas “La Pared”, “Cafemba o la Montaña Dulce”, “Frida por última vez”, “Estudiantes, ropa lavada y obligación”, “Guerreros sin rostros”, “Estudios metafísicos” y otras quince obras más que completan su producción literaria. Con “Los monstruos sagrados”siete tomos que contienen los libros, cada uno: “Cosmogonías”, “Caletismos”, (en alusión a la Playa de La Caleta, en Boca Chica, donde los escribió) “Infra-cuentos”, “Mini-campos”, “Guitarras del pop art”, “Discos sin música”. Al momento en que salió publicado el libro del que extraemos estos datos, en 1969, preparaba “La Chacala”, cuya acción se desarrolla en Santo Domingo.
Agrego que la última novela que publicó fue, valga la redundancia “Morir por última vez”. Murió en 1997.
¿Cómo conocí a Eurídice Canaán Fernández? Eso lo explicaré en la próximaentrega.