ALERTA. Filosofía y literatura: enlaces y desenlaces; un ensayo del libre pensar, II

ALERTA. Filosofía y literatura: enlaces y desenlaces; un ensayo del libre pensar, II

Juan Freddy Armando.

PRIMER DESENLACE

Todo el mundo sabe que los griegos inventaron la filosofía. Inventaron la duda. Inventaron la discusión. Inventaron la desacralización. Que en eso consiste la discusión que no entraña espadas. La que no implica muerte. La que no conduce a dos culturas a querer liquidar una a la otra para imponer su voluntad. Que la vida de una dependa de la muerte de la otra, como hacen los ejércitos en el combate.

La duda y la discusión de los griegos inventa la paz de la divergencia. Pues fueron también los helenos quienes inventaron la ética y moral, que mandan al trato respetuoso del contertulio. Porque esos filósofos que compartían el Liceo y la Academia podrían tener concepciones distantes, como Heráclito de Platón o Demócrito de Aristóteles. O Parménides de Pitágoras. Pero ninguno amenazó de muerte al otro por su pensar.

Por si todo lo anterior fuese poco, también “los aqueos de hermosas grebas” inventaron, antes de Pericles, la democracia, que consiste en convertir las divergencias en una causa de enriquecimiento mental y material, en no solo coexistir con los que piensan distinto a nosotros, sino desear que existan esas divergencias y darles un lugar preeminente en las relaciones humanas, como parte del desarrollo de la sociedad en general y de nuestro propio pensamiento en particular. Claro, los Estados Unidos la reinventaron y enriquecieron siglos después, y es la forma política de gobierno más aceptable entre los humanos.

NACEN LA FILOSOFÍA, POESÍA, ÉTICA Y DEMOCRACIA

Pero, también junto a la filosofía, los argivos crearon la poesía. Primero, porque las reflexiones argivas hacen que leyendas y oraciones, mantras y cuentos de los hindúes, egipcios, chinos, persas, devengan en poesía y narrativa de ficción. Y les permiten a ellos mismos concebir sus primeras canciones poéticas, como son los himnos a los dioses que refiere Homero. Ello los hace estructurar todo un acervo, que es ya propiamente literatura porque es escrita con el claro propósito de hacer ficción, de crear personajes que sabemos de antemano no tienen una existencia sino solo en las creaciones teatrales, aédicas o mitológicas de los creadores.

Heráclito, con su radicalismo contra las religiones. Sus dudas de Zeus. Su objetividad, es uno de los que más rápidamente nos hace tener la conciencia de que el mito es literatura, de que el himno es poesía.
De aquí que los geniales griegos asimilan la sabiduría antigua y la transforman, la hacen devenir en lo que no era. Beben de los genios de Sumeria, Etruria, Egipto, Persia, Media, Fenicia y otros pueblos antiguos, y convierten esa agua histórica en vino filosófico, en coñac literario, cerveza histórica. Aquí se produce el primer desenlace entre ambas formas de enfocar el mundo.

LA LITERATURA SE DESPRENDE DE LA FILOSOFÍA

Vemos entonces cómo la vieja filosofía, anciana engendradora de todas las ciencias, artes y técnicas, empieza a ver desprendérseles cada una de esas ramas, y formar árboles propios e independientes.

La poiesis y el ethos dejan al ontos con sus reflexiones sobre los problemas profundos, con su lógica. La poesía se lanza a buscar su propio rumbo con sus emociones sobre los conflictos e impresiones profundos. Son dos formas distintas de penetrar al mundo. Una se mete de cabeza y la otra de corazón. Una trabaja con razones. La otra con emociones. La filosofía trabaja con el oído, que es más abstracto. La literatura con la vista, más gráfica. Una viene de la imaginación. La otra de la observación. Se necesitan ambas, como lo demostró Aristóteles en su frase de que «Nada hay en la cabeza que no haya llegado por los sentidos». La filosofía crea. La literatura recrea. La filosofía nos permite conocer el paisaje. La literatura gozarlo. Con el gozo conocemos mejor. Con el conocimiento, gozamos del saber.
Este desenlace queda más claro, esta delimitación se nota más, cuando vemos cómo filósofos y literatos forman su mundo aparte. Ya Parménides solo filosofa, y no escribe poemas o narraciones. A la inversa de Homero que solo es literato, sin hacer filosofía. Safo, a Hesíodo tampoco labran obras filosóficas. Vemos a los literatos, Eurípides, Sófocles incluir conceptos filosóficos en sus obras teatrales, pero no como ejercicio teórico. Hay filósofos que reflexionan sobre la poesía, como Aristóteles lo hace en su Poética. Pero no vemos a unos y otros intercambiar roles. Está el desenlace claramente delimitado, desde el nacimiento de ambas, al desprenderse de la abuela religión y de la bisabuela pintura.

FILOSOFÍA LEÍDA COMO LITERATURA

Platón ha escrito sus Diálogos como filosofía, pero hoy mucha gente los lee como teatro y poesía. Incluso, siguiéndolo a él, Leon David ha escrito unos diálogos que están en la frontera entre el filosofar y el dramatizar. Algo parecido sucede a Homero, que escribió la Ilía y la Odisea como poesía, pero hoy devendrían en ser hoy leídos como novelas. Semejante al Mahabaratha y el Ramayana. Algunos incluso han devenido parábolas literarias, como la historia de las ideas, de Platón, con su cueva de luz, cuyas sombras somos. Otros escritos suyos han devenido poesía, como son sus apasionadas reflexiones sobre el amor, la muerte o la vida social. Pero ese devenir, es un acomodamiento de nuestra época.
Este pensador jamás hubiese aceptado que se le llamara poeta, aunque visto desde la distancia de nuestra época, lo fue. Mucho menos Aristóteles, en cuyo lenguaje de pretensiones exactas, medidas y científicas no cabe la más mínima posibilidad de que podamos tenerlo como poeta. El estagirita esulta incluso pedestre muchas veces, en su afán de precision.
En el caso de Pitágoras, Protágoras, muchísimo menos. Aunque se sabe que los sofistas inventaron la muy literaria idea de que toda afirmación podría tomarse como verdad en un momento y como falsedad en otro, con argumentos válidos entrecomillas y no, aunque el entrecomillado no sea muy serio. Pues tomaron los principios de la lógica aristotélica y jugaron con ellos lo mismo que Isaac Asimov o Julio Verne se divierten y nos divierten con la verdad y la ficción de la ciencia, de tal manera que hay un instante en que la frontera entre ambas se disuelve y quedamos en un limbo juguetón en el que no nos queda más remedio que olvidarnos de nuestras serias intenciones de buscadores de verdades, y quedarnos en el gozo divino de saber que todo es cierto y todo es falso, y que los locos no están tan locos como pensamos, ni los cuerdos tan cuerdos, sino todo lo contrario de lo contrario.
Los romanos, que no fueron tan filósofos como los griegos, los siguieron en su delimitación de ambas disciplinas. Dante, no obstante todo lo profundamente filosófica que es la Divina Comedia, no pretende ser filósofo. Lo mismo Virgilio y Ovidio. Horacio suena muy filosófico, pero no deja de ser poético.

El próximo domingo continuamos, amigos y amigas amantes de la lectura.