Ahora me correspondía contestar a las consideraciones de mi amigo el escritor José Bobadilla (publicadas en tres de mis columnas ALERTA inmediatamente anteriores a la de hoy) sobre el juicio histórico de su ascendiente familiar Tomás Bobadilla. Pero lo haré a partir de mi próximo artículo. Porque este quiero dedicarlo a otro interesante tema.
Nos reunimos los ex Young & Rubicam
Hace unos años, Roberto Hermann Morera, José Gautreaux y otros realizamos un encuentro de antiguos empleados de la publicitaria Young & Rubicam Damaris, que era, a la sazón, la más grande del país, y a nivel internacional la mayor y más poderosa compañía creadora de anuncios en el mundo.
Hicimos un maravilloso pasadía en una estancia campestre. Lucimos unas camisetas que decían: “Ex Young & Rubicam”. Fue agradabilísimo compartir con “muchachos” que teníamos décadas sin vernos. Recordamos campañas, chistes, amores y desamores escondidos y mucho más.
Lamentablemente, no estuvo “Mamá Damaris Defilló de Peña”, a quien llamo así porque desde que ingresé en 1979 a la publicitaria, me decía “Juan Freddy, mi hijo”. No recuerdo si fue invitada, mas espero lo sea en una segunda ocasión en que nos juntemos para regresar a la feliz nostalgia de esos años.
Chat de los “muchachos” del Taller Creativo, incluido Peter Croes
Ahora, hace unas semanas me escribió mi viejo amigo Epifanio Hernández (Epi), quien trabajó junto a mí en la publicitaria El Taller Creativo, él como director de arte y yo como redactor de textos. Me invitó al chat de WhatsApp de los ex empleados de dicha empresa de comunicaciones. Respondí con el mismo entusiasmo con que lo hice para el encuentro que refiero al comienzo de este artículo.
Es para mí una alegría encontrarme con Epi, Peter Croes, Juan Machado, Teresa Lebrón, Rafael Tatis, Claudio Acevedo y otros. Enseguida entré a participar del grupo, y me he divertido muchísimo haciendo chistes a costa de los demás y viceversa.
A continuación, copio un retrato de cuerpo entero del presidente y propietario de El Taller Creativo, nuestro querido Peter Croes, escrito por mi amiga la escritora Leibi Ng:
“Él es una mezcla de caballero inglés y dominicano internacional, dominando el bastón de la condescendencia, y lo digo porque si eres muy sabio en un medio muy pobre, te toca sonreír y esperar que se crezca, y mientras, contribuyes con tu saber hacer a ese desarrollo. Este es otro de mis jefes inolvidables. Empecé como copy en su Taller Creativo, en la calle Luperón de la Zona Colonial. Fue una hermosa experiencia y ciertamente, recuerdo aquella etapa muchas veces. Peter, te mereces todo el reconocimiento de cuanto publicitario ha pasado por tu escuela. Todo mi cariño y admiración”.
Por esa personalidad de buen jefe, el ambiente de trabajo no era de una relación empleados-propietario, sino una festiva conjunción de hermanísimos compañeros que, haciendo como si jugáramos realizábamos un responsable y bien elaborado servicio comunicacional de imagen y promoción de ventas para productos de distintas empresas: El Catador, Vinícola del Norte, Brador, Banco del Progreso, Texaco, Nelly Rent Car, Pizzarelli, Propagas y otras.
Anécdota del libro que me prestó Peter y el que presté a su hija
A pesar de que me sentí superbien en mi trabajo a medio tiempo en El Taller Creativo, decidí renunciar para buscar nuevos horizontes. Porque mi amigo y primo Leonardo Mauricio Amparo me propuso integrarme a dirigir el semanario “Industrial Ilustrado”, especializado en informar sobre las empresas de producción dominicanas y extranjeras radicadas en nuestro país y el exterior.
Al momento de irme de la agencia, tenía en mi poder un libro que Peter Croes me había prestado: el voluminoso compendio “Cien años del Listín”, publicado por el periódico Listín Diario en la celebración de su centenario. Yo le había prestado a su hija la obra de Bosch “Cuentos escritos en el exilio”.
A pesar de que, probablemente él no se acordara que me hacía meses me había prestado ese libro, yo, cumpliendo con mi responsabilidad ética, se lo entregué junto a mi carta de renuncia. Tampoco yo me acordaba haberle prestado el libro a su hija.
Unos días después, Peter me invitó a su oficina para decirme:
“Juan Freddy: Cuando le comuniqué a mi hija que te habías ido de la agencia me dijo: ‘¡Qué lamentable! Mira, Papi: Devuélvele este libro que me prestó hace un tiempo para hacer un trabajo del colegio’. Aquí te entrego la obra. Ya lo ves: Los Croes somos tan honrados como los Armando”.